Judith

No puedo dejarte de ver

arañando el silencio con tus ojos,

tratando de decir algo que las palabras

nunca hubieran dicho mejor.

Aquella mirada era el resumen

de la noche posada en tus ojos,

con su lluvia, su viento y tu miedo al mar

y aquel sueño que te conté.

No puedo dejarte de ver

describiendo una estrella descubierta por mí

en tu erótica constelación

que no cabe en los mapas del cielo.

Tu mano dibujando en el aire,

era capaz de ponerle color

al espacio vacío, que se llenaba

con la luz de la estrella brillante.

Cuida bien tus estrellas, mujer,

cuida bien tus estrellas.

No puedo dejar de decir

que hay idiomas perfectos por descubrir

y que son olvidados frecuentemente

en el tedio del tiempo.

Y que hay que buscarlos,

porque los barcos y las piedras

tienen abecedarios mejores

para demostrar que son bellos sencillamente,

sin palabras o esquemas.

No puedo dejar de decir

que esta triste canción a tu lado oscurece,

que quizás este sea el último misterio

que mirarán tus ojos nacer de mis manos.

Pues es tarde quizás para mí

y Caín me ha marcado sobre la frente.

Pero quiero alertarte de un gran peligro

y quisiera encenderte esta frase en la mente:

Cuida bien tus estrellas, mujer,

cuida bien tus estrellas.

Y que nunca las pierdas.

(1969)