El hombre de Maisinicú*

El hombre bebe en una copa ancha,

aunque no cabe el peso de su extraña gracia,

y brinda por la muerte de su abril.

Después se sube a un sitio inexpugnable

y canta un canto que suena agradable

mientras, por dentro, vuelve a maldecir.

El hombre niega de su rica tierra,

es su propio enemigo en esta nueva guerra:

el hombre vio su rostro sucumbir.

Que se abra bien la casa de la Historia,

que se revise el trono de la gloria,

porque un hombre sin rostro va a morir.

Oh, qué sensación

no tener rostro y contemplar el mundo

con ojos tan profundos,

como con ojos de guardián del sol.

Oh, qué sensación

no tener rostro al enfrentar la muerte;

correr la doble suerte

de rastreadores y de perseguidos,

teniendo tanto de estrella escondido.

Cuánto millón de rostros no tendrá

el que nos regaló la claridad.

1971

* Canción para el largometraje El hombre de Maisinicú, de Manuel Pérez.