Al cabo del mar

Hoy, al cabo del mar, quisiera saber

qué hiciste la noche en que no vi tu mano,

qué hicieron tus libros y tu último espejo,

qué hizo tu cuerpo soñado, cuando ya no estuve

abriéndote luces de cientos de estrellas

en cada palabra de amor descubierta hacia ti.

Qué cosa dijiste la última noche

al nuevo silencio posado en tu almohada.

Aprende a llevarme,

que aún voy doblado por ti.

Hoy, al cabo del mar, quisiera saber

qué píldora estuvo colmando tu sueño,

qué filo cortó tu deseo de nombrarme,

qué ala pensaste encontrar para alzar tanto peso

y hacerlo tan fácil, como si mi abrazo

se fuera a romper con volar.

Hay tanto recuerdo, hay tanto y con alas

-alas que nos siguen al cielo, a la muerte.

Aprende a llevarme,

que aún voy doblado por ti.

Hoy, al cabo del mar, quisiera saber

si fue casualmente que hallaste al amigo

que toda una tarde te vio recordando

y así me lo dijo con voz de verdugo sublime,

haciendo de un día de sol día de tumbas,

maldita canción que olvidar.

Así quedó roto, por cuatro palabras,

el ancho escondite que usé para huirte.

Aprende a llevarme,

que aún voy doblado por ti.

Hoy, al cabo del mar, no hay nada que hacer

con esta distancia sin tiempo y espacio,

con esta distancia tenaz, siempre cerca,

con esta distancia de los pensamientos furiosos,

tuyos, carniceros, que nunca reposan,

que incendian las olas a golpes de viento y canción.

Ya no hay nada que hagamos que pueda alejarnos

de la piel crecida entre nuestros cuerpos.

Aprende a llevarme,

que aún voy doblado por ti.