Oh, melancolía

Hoy viene a mí la damisela soledad,

con pamela, impertinentes y botón

de amapola en el oleaje de sus vuelos.

Hoy la voluble señorita es amistad,

y acaricia finalmente el corazón

con su más delgado pétalo de hielo.

Por eso hoy,

gentilmente, te convido a pasear

por el patio, hasta el florido pabellón

de aquel árbol que plantaron los abuelos.

Hoy el ensueño es como el musgo en el brocal,

dibujando los abismos de un amor

melancólico, sutil, pálido cielo.

Viene a mí, avanza

—viene tan despacio—,

viene en una danza

leve en el espacio.

Cedo, me hago lacio

y ya vuelo, ave.

Se mece la nave

lenta, como el tul

en la brisa suave

niña del azul.

Oh, melancolía, novia silenciosa,

íntima pareja del ayer.

Oh, melancolía, amante dichosa,

siempre me arrebata tu placer.

Oh, melancolía, señora del tiempo,

beso que retorna como el mar.

Oh, melancolía, rosa del aliento,

dime quién me puede amar.