Árboles

(Clemente Soto Vélez - Roy Brown)

Esos árboles

que no se llenan los bolsillos

de aguaceros,

que no sólo viven

de verdes pensamientos

amarillos

sino que les sacan

puntas a las hojas

para adelantarse al rumbo

venidero de sus frutos.

Estos árboles

que aprenden con la lluvia

a no mojarse los pies

aun cuando el agua les suba

a la cintura.

Estos árboles

se comunican con la doncella que está

con dolores para que multiplique

el número de su amante por sí misma,

para que pueda decir:

“Amado, multiplícate dentro de mí,

para cuando la emoción se acerque

a su cuadrado,

tu imaginación cautive

la palabra con labios”.

Estos árboles

le dan albergue a la opinión

desamparada que tan elocuentemente

cultiva la anonimia,

donde la madera verde de la lluvia

le brota en llamaradas

por los dedos.

Aquellos árboles

producen la tela incombustible

de su fuego con la nieve

imposible del verano,

con lo que sucede

en la noche de abril

de cualquier mes de mayo,

para que lo imposible

escale en el gozo de su desventura

la cima infranqueable

de lo que la claridad no deja ver.

Aquellos árboles

ponen a madurar su ir en su venir,

aprendiendo a salir en su llegar.