El sol no da de beber

Al tibio amparo de la 214

se desnudaba mi canción de amor.

Llegaba el día indiscreto y torpe

y la belleza nos hacía más pobres,

más esclavos de la ronda del reloj.

Así pasaron los momentos locos,

así pasaba la felicidad:

huyendo siempre de mirada de otros,

entretejiendo un universo loco

de caricias dudas y complicidad.

Toma de mí todo,

bébetelo bien,

hay que ayunar al filo

del amanecer.

Toma de mí todo

y todavía más:

hay que esperar un largo

no de claridad.

Toma de mi todo

cuanto pueda ser:

el sol no da de beber.

A los tristes amores mal nacidos

y condenados por su rebelión

daré algún día mi canción de amigo

y fundiré mi vino con su vino,

sin perder el sueño por la excomunión.

Y a quién me quiera incinerar los versos,

argumentando un folio inmemorial,

le haré la historia de este sol adverso

que va llorando por el universo

esperando el día que podrá alumbrar.

(1982)