Sonrisas de papel

Una vez comprendí

que mi voz no era mía,

que era toda del mundo

del mar y los días.

Y la llevé en mi viaje

entre amores y horror

y canté noche a noche

aunque nadie me vio.

Cuando me iba solo

arrastrando los pies

para llegar, cantar

y a mi casa otra vez,

dejando atrás sonrisas,

sonrisas de papel.

Y la filosofía fue un tema

de a diario.

La que aprende

cualquier trovador solitario.

Y pensé en los contrastes

malditos que hay

entre un viaje al espacio

y un niño sin pan.

Y hace tiempo dejé

de arrastrarme los pies

pero siguió pasando

la vida después

con sus sonrisas,

sonrisas de papel.

Una vez tuve frío

de todas las cosas;

de un amor, de un juguete,

de una vieja rosa.

Y apuré mi carrera

entre objetos así

y seguro ninguno

se acuerda de mí.

Y se sigue escuchando

el silbido de un tren

y el mundo está en harapos,

lo veo también.

Con sus mismas sonrisas,

sonrisas de papel.