Palabras de Edgar Allan García.

MODESTAMENTE EXCELENTE

Le digo que esta bien, Que a decir verdad, está muy bien. Excelente. Que luego de haber leído algunos de sus textos, estoy seguro de su talento especial para la narrativa, Que sus cuentos parecen un tejido en el que se van engarzando descripciones minuciosas, diálogos y monólogos, situaciones conflictivas,.y personajes de gran intensidad con el universo narrado, Él se me queda viendo y sonríe. En su sonrisa percibo una extraña mezcla de incredulidad y satisfacción. Sabe que mis juicios suelen ser implacables. Más de una vez me  referirme  a  un  texto como una estupidez mal contada o como un torpe balbuceo que equivale a un silencio.  Defecto de Sagitario.  Creemos que la gente necesita escuchar "la verdad" y vamos por el mundo gritando lo que -en nombre de Júpiter- creemos que es la verdad. Pensamos que la cruda verdad es necesaria para enderezar el mundo o, por lo menos, para lograr que el otro aprenda a escribir mejor, que se juegue en serio por la literatura, que se eleve por encima de sus limitaciones. En fin, boberías, pretextos para afilar la guadaña que algún momento se volverá contra nuestras cabezas. Él, que me ha dicho se llama Modesto, alentado por mis comentarios, me alarga un par de manuscritos más y me dice que me los lleve a la casa, que la próxima hablamos. En otras palabras, me deja tarea y yo la acepto con gusto y, por qué no, con disgusto. Así va naciendo una amistad transparente, entre risas estruendosas -esas que para mí son como alas para seguir viviendo- y comentarios al rededor tanto de sus textos como de otros, porque si acaso no se han dado cuenta, estamos en un taller o en algo por el estilo: Abdón Ubidía oficia de sumo sacerdote y los asistentes se mueven en torno a él como polillas deslumbradas ante su inteligencia y su don de gentes que, por supuesto, es ligeramente más grande que su inteligencia. Todo en él es grande de tal manera que no lo ofendo al decir esto. Y si lo ofendo   a) no seria la primera vez; b) nos vemos afuera. Yo, que de vez en cuando me dejo caer en el   taller un poco para no morir y otra tanto para ejercitar la lengua, estoy sentado a horcajadas sobre una silla. Modesto presenta cuentos que yo alabo con la misma efusividad con que critico otros menos logrados. Luego, de pronto, Modesto se disuelve en el aire, desaparece durante meses y, luego, un día, nos viene con la noticia: está embarazado. Sí, embarazado, y va a tener su hijo dentro de poco. Es un momento crítico para sus amigos más que para él. Durante siglos no habla más que del costo del papel, de la letra courier y del gramaje, de la conveniencia o inconveniencia de la contratapa y de la infraestructura de las imprentas, con el mismo entusiasmo maniático de quien habla de los escarpines, los pañales azules y los baberos del futuro heredero de las deudas, No cabe duda, el alumbramiento es para ya mismo y necesita que alguien presente al "guagua" en sociedad y, claro, me hace pagar mis alabanzas con el pedido de que sea yo quien bautice al chiquilín. Solo que -una vez en mis manos, me doy cuenta del error-  el chiquilín -el esperado primogénito- tiene cabeza grande cejas espesas y cuerpo de adulto. En otras palabras, y como debí haberlo sabido desde el principia, el chiquitín no es un chiquitín sino un hombre hecho y derecho que camina con soltura por el mundo. Cómo presentar a un adulto con los consabidas palabritas con que se presenta a un niño  recién nacido y, para colmo, primogénito. Tendré pues –me dije- que no debo emplear aquello de  que “para ser una opera primar ya podemos apreciare los resultados sumamente interesantes", o "estamos seguras de que en una próxima publicación los textos cuajarán como ya de alguna manera lo anuncia el talento  demostrado por el autor en este libro..." Tendré entonces que decir -la noche de la presentación- lo que me gustaría decir de todos de todos mis amigos y no siempre he podido, esto es, que sus textos está muy bien trabajados y que son el resultado de un estila madura en el que se ha ido desbrozando el camino arduo de la gran creación. He parece que esas palabras deslumbrarán al público la noche de la presentación y, llegado el momento, diré que lo he leído de un tirón pues es estrictamente cierto, y luego me referiré al ansia de sus personajes por saborear o reencontrar el amor perdido., A la presencia permanente de la muerte, marcando coma hierro al rojo vivo el tejido de estas historias. A la infidelidad que genera en Julia una escisión angustiosa que la lleva a transitar con pies desnudos entre dos camas de brasas encendidas. Al excelente trabajo de José desmitificado como una vez fue desmitificada Jesús en una obra de Kasanzakis. Al manejo del cotinum narrativo para introducirnos en la mente de un adolescente y hacernos comprender que tras lo insulso y cotidiano se esconde la tragedia. A la poética desplegada en Solamente me gustabas un poco,  para dejarnos el testimonio de un eros que trasciende el cuerpo. A la lacerarte historia que volvió a conmoverme cuando el autor incursionó en la muerte de los hermanos Restrepo. En fin, a todas esas historias narradas con pulso firme y sapiencia en este libro grande de Modesto, en este gran  trabajo de un hombre de corazón grande y generoso. Luego, me imagino, me iré a su casa a tomarme un  trago y reírme un poco. Gracias.


Enero, 1997