CAÍN de José Saramago

Modesto Ponce Maldonado

En “El Evangelio según Jesucristo”, novela sobre el bien y el mal, José Saramago presenta al Diablo como aliado de Dios en el reparto del poder en el mundo. Giovani Papini, ya convertido al catolicismo, en “El Diablo” (1952), lo considera como “coadjutor de Dios”. El Demonio, que fue Ángel, explicaría teológicamente la existencia del mal.

“Caín” (Alfaguara, 2009, 189 págs), en cambio, con ejemplos tomados de la Biblia, trata de la relación del ser humano con Dios, muchas veces de violencia, sangre y guerras, otras de alianza cuando existen vínculos con el Poder terrenal, a base de un convenio que tiene “dos artículos: (…) tú nos sirves a nosotros, vosotros me servís a mí”. El Nobel del 98 nos pinta un Dios cruel, vengativo y rencoroso, y justifica la rebelión de Lucifer “que sabía bien lo que hacía cuando se rebeló”. El malo es Caín, mientras Abel es el bueno.

La pregunta de fondo es por qué el hombre, “creado a imagen y semejanza de Dios”, es capaz de cometer los peores crímenes o, el mismo Dios, de permitir episodios como el diluvio universal o la exterminación de pueblos enteros. En la novela, el primer asesino del relato bíblico, se convierte en el acusador, en el cuestionador de un Dios muy diferente al que nos presenta los Cuatro Evangelios a través de Jesús. En “El Evangelio”, el hijo de Dios resulta una víctima de un destino que no puede eludir y que viene desde lo alto. “Caín” es la rebelión, no del Ángel, sino del Hombre contra Dios. Actualmente muchos sostienen la necesidad de eliminar el concepto mismo de Dios de la mente humana. Una nueva forma de ateismo.

Saramago no ha hecho otra cosa, igual que en su “Evangelio”, que interpretar los textos para escribir ambas novelas. Él escribe novelas, no hace historia ni profecía. La literatura no tiene límites, salvo los estéticos. La única obligación es escribir en la mejor forma posible.

Aunque los textos de Saramago siguen cautivando, en “Caín” el tema rebasa al contenido de la obra, cosa que no sucede, por ejemplo, en el nombrado “Evangelio”, “Memorial del Convento” o “Historia del Cerco de Lisboa”.

(Enero 2010)