Diario La Hora, 17 de junio, 2005

'EL PALACIO DEL DIABLO'

 

'El Palacio del Diablo': narrativa; en cada párrafo tiene un guiño de Quito y una dosis de ira, de atrevimiento, de rebeldía. Sentimientos cruzados. Amor y desprecio, como los que brotan de la infidelidad cometida o recibida.

La ciudad copada por taimados arribistas, banqueros, antes cambistas, nuevos ricos, hijos de papi, pobres de magín, pero famosillos, por 'jobis' tan caros como el fútbol empresa y por ser de la fauna de esa alta sociedad que lo que lo único que exhibe es su fatuidad, el color de su  caviar, y su vanidad cornuda, y su pacatería, edulcorada con obras  de beneficencia, en las que ellos, son los mayores beneficiados.

La autopublicidad, de 'sus grandes filantropías' les lleva al 'sacrificio' de aceptar candidaturas para alcaldes o concejales; o, a ser parte de gobiernos cuasi dictatoriales, inconstitucionales de origen, presididos por algún hábil maniobrero.

Novela de reflexiones autobiográficas, queda claro. Pero llena de verdades grandes como catedrales. Literatura realista y crítica, escrita a pie, de las calles de Quito, que por bellas que son, no dejan de contaminarse de toda la mierda, que los poderosos perversos, no descargan en las alcantarillas donde debieran vivir, sino que lo hacen por sobre las  vidas de los pobres y los inocentes.

 

"Elegido diputado, convertido por el voto del pueblo en 'honorable' legislador, compartiste prebendas, comisiones mal habidas y misiones de asalto al erario público. Fuiste el escogido para tramitar el decreto oportuno, resolver las maniobras monetarias adecuadas, el juego de los créditos y de los débitos. Cien familias de obreros o de indígenas durante seis meses de trabajo no hacen el dinero que alcanza en una de tus faltriquerias. También te escogían para la tinterillada, la maniobra sucia, la coima. Comenzaste de funcionario público, director general de alguna dependencia, donde no lucías aún, pero aprendiste las fórmulas del cobro indebido, para convertirte después en testaferro de políticos y funcionarios. Levantaste fortuna en quehaceres oscuros, en tratos bajos la mesa. Fuiste capaz de todo, don Nicanor; para incrementar tu poder, para inflarte, para sentir que los demás son menos y que están bajo tus pies."  El 'lameculos' te apodaban en el colegio" Pág. 177.