Creer en algo (El Telégrafo, abril 11, 1995)

Fuera del pilche

No se trata de la fe en sentido religioso o mitológico.

Así concebida, fue bien definida por un ex-sacerdote como un "salto a ciegas en los brazos de Dios". Esta fe es agua de otro cántaro y harina de otro saco. Lo que interesa realmente es si la gente cree en este mundo o en algo que este mundo le ofrezca o, por lo menos, le prometa.

Por otro lado, sabemos que las encuestas son frías; sabemos también que pueden ser mentirosas; o que responden a condicionamientos y resortes circunstanciales o creados por los mismos interesados; o que están atadas a factores que no se mencionan o que se ocultan. Las encuestas recogen simples respuestas a simples preguntas, pero no entran en la mente del preguntado, que a veces no sabe por qué dice sí o porque dice no. Para interpretar todos los "porqués" de los "sis" y de los "nos" se supone que están los sociólogos y los humanistas, pero como no saben leer un balance, en esta época neoliberal y empresarial, están cada día mas desprestigiados.

Así, pues, estas sinuosas y escurridizas encuestas sostienen que ahora la gente cree preferentemente en la Iglesia Católica, en las Fuerzas Armadas y en la Televisión (así, con mayúscula). )Qué significado tienen estas respuestas? )La gente realmente cree en algo? Ya conocemos la posición de la mayoría acerca de la credibilidad en los políticos, en los partidos, en los dirigentes, en la administración de justicia, en los sindicatos, y, sobre todo, en la posibilidad de un mundo medianamente vivible...No es precisamente una postura positiva.

Por estos motivos, tengo la impresión que estas preferencias representan síntomas e indicios claros de inseguridad, de incertidumbre. La televisión no es un sistema de ideas ni es tampoco una persona, ni una organización socio-política. La televisión es un medio de comunicación hecho posible gracias a los avances técnicos; está representada por una caja negra y una pantalla que funciona con energía eléctrica. De modo que "creer en la Televisión" es no creer en nada. Es, más bien, asirse o identificarse con la telenovela, con la publicidad del producto asociado a una vida feliz, con el "Rambo" que nos hace sentir más fuertes y con la linda chica en bikini que nos hace soñar en acercamientos, y no, por supuesto, en "las noticias" que generalmente traen malas nuevas.

En el caso de la Iglesia el asunto es más claro. En los tiempos actuales, después del rechazo oficial a los teólogos, obispos y curas que aspiran a una mejor vida en este mundo a través de la teología de la liberación, ha cobrado nuevamente preponderancia el "premio eterno", la felicidad en el más allá. La gente, obviamente, tiene que aferrarse a esa posibilidad.

En cuanto a las Fuerzas Armadas, los encuestados sentían confianza hacia la institución aún antes del doloroso (y esperamos último) conflicto armado, en el cual demostraron valor, organización y un gran profesionalismo desde el punto de vista de la estrategia militar. Esta institución, por definición, sugiere fortaleza, seguridad, protección, solidez. Antes nos defendían del "comunismo"; antes del conflicto, de nadie; después de éste, posiblemente del "enemigo". Pero, )en qué medida contribuyen a la felicidad de los seres humanos como para merecer la confianza de la gente?

El ser humano tiene una inclinación tozuda y a veces incomprensible hacia la esperanza. Aunque sea su única realidad, la conserva, aun contra toda esperanza. )Cuál es la realidad de la gran mayoría? Sobrevivir día a día; levantarse cada mañana y decir: (ah, aún estoy vivo! Nada más que la rutina de inventar cada día la multiplicación de los peces o de imaginar cómo funciona la economía del medio pan cuando la del pan entero fracasó, esperando, siempre esperando, que el enésimo sistema de desarrollo funcione al fin.

No sabemos qué sucedería si las encuestas preguntasen: )Cree en usted mismo? )Cree en el país? )Cree que estamos mejor? )Sabe a dónde vamos y por qué?

(Quito, III-95)