"Todos son raíces": encuentro con Saramago (Rev. Ex-libris)

MODESTO PONCE MALDONADO

Fue en 1993

Buscaba El evangelio según Jesucristo. En las librerías no conocían al autor ni a la obra, hasta que, al fin, ¡en un local de obras esotéricas !, veo en la vitrina un solitario ejemplar. Fue un sábado y esa tarde llovía. Abro la novela, me detengo en el grabado de Durero y leo el capítulo primero. Sentí ingresar a una catedral de cristal, a un palacio de agua en ebullición. Fue excesivo. Superó mi capacidad emotiva e intelectual. Dejé el libro por ocho días hasta procesarlo, leí dos veces más ese capítulo, y luego continué con la novela.

El evangelio escandalizó al Vaticano y a los ultraderechistas. Saramago declaró que ha “interpretado los evangelios, no como una doctrina, sino como un texto”. Y esa es la tarea de todo novelista: interpretar el mundo. Piensa también que “el autor existe para contagiar el desasosiego”.

Después llegaron a mis manos Manual de pintura y caligrafía, que refleja su salto del periodismo a la literatura; Levantado del suelo, situada en el campo donde nació y vivió descalzo sus primeros años, dentro de una casa de “cuatro paredes ciegas”; y sus extraordinarios relatos de Casi un objeto.

Luego vinieron Historia del cerco de Lisboa, ubicada en el siglo XI, que rompe en forma excepcional los tiempos narrativos y presenta a la historia como un territorio de dudas; Memorial del convento, situada en el siglo XVIII, acerca de la prepotencia de la Iglesia y la tiranía del dogma; El año de la muerte de Ricardo Reiss, que recrea a Pessoa y sus heterónimos, donde se plantean las relaciones del escritor con la realidad y los fenómenos de la memoria y del olvido; La balsa de piedra, la metáfora hecha novela, sobre una imaginaria ruptura de los Pirineos que convierten a la península ibérica en una isla flotante “en busca de una utopía nueva”.

Nos llegan luego Ensayo sobre la ceguera, donde los verdaderos ciegos son los que viendo no quieren ver; Todos los nombres, con el tema central de la muerte; La caverna, una pintura de nuestras ciudades-mall. Y, en los últimos años, El hombre duplicado, o el equivalente a una clonación entre un artista que sobrevive y un historiador suplantado que muere; Ensayo sobre la lucidez, sobre la fragilidad de nuestras democracias formales; Las intermitencias de la muerte, en la cual se nos recuerda que solamente el amor podrá vencer a la muerte, amor humano, por cierto, en la visión de un ateo como Saramago.

Los dos tomos de los Cuadernos de Lanzarote nos ofrecen, a través de de una especie de diario, la dimensión completa de su pensamiento y de profundidad humana, en suma su postura ante la vida y el mundo. Esperamos que los siga escribiendo.

Algunas claves

El punto de partida de la prosa saramagiana es la literatura oral y las historias campesinas. Él ha sostenido que escribe, más que para ser leído, para ser oído. Piensa que debe tenerse en cuenta “la voz que dentro de la cabeza del lector dice que los ojos que simplemente ven. De allí su sistema de puntuación: “el narrador oral no usa la puntuación”. Sus textos contienen elementos de la música: “sonidos y pausas, altos y bajos, unos breves, largos otros”. Hay una página en El año de la muerte de Ricardo Reiss donde tuve la sensación del zum cinematográfico.

Otro aspecto es la negativa de Saramago a aceptar a la figura del narrador, tanto al omnisciente como al narrador personaje. Él cree que no existe más que el autor, que sería un “narrador inestable”. La mano que pinta o escribe son “prolongamientos de un cerebro y de una conciencia”.

Otra de las claves del Nobel de 1998 es una imaginación sin límites, desbordante, que hace que sus narraciones se conviertan en alegorías, en símbolos, en metáforas totales.

El otro encuentro

En el año 2003 envié una carta de más de tres páginas a José Saramago. Le dije: “Debo confesar que me preocupa escribirle largo. Mi única disculpa es que no podía hacerlo de otra forma, estimulado tal vez por lo que usted tantas veces ha repetido sobre sus lectores. Y quizás tenga una segunda disculpa: la necesidad de que usted sepa de mí, pues siento —vana pretensión— que yo sé todo de usted”.

Saramago recibió la carta. Pilar del Río me dijo en un correo: “A mi marido le emocionó mucho su carta. Y cuando digo ´mucho´, me estoy aproximando a lo que pasó…” En esa misma nota, Pilar me anunciaba el envío de Viaje a Portugal, “una mirada que realizó mi marido sobre su país y su cultura y que acaba siendo el libro más autobiográfico de cuantos ha escrito (...) Se está retratando de cuerpo entero”.

Durante su estadía en Quito asistí como invitado especial a un almuerzo y estuve muy brevemente con Saramago, conjuntamente con Rodrigo Borja que conocía mi actitud ante el Nobel. Pilar del Río me había dicho la víspera en la Capilla del Hombre: “¿Cómo es posible que tú, que conoces tanto de Saramago, no hayas intervenido?”. Como de José Saramago se apropió un partido político, le respondí que soy marginal. Pilar y yo sonreímos y no se dijo más.

Viaje a Portugal contenía esta dedicatoria: “A Modesto Ponce Maldonado. Un pequeño país para un pequeño país. Una amistad para una amistad. Todo son raíces. José Saramago. Lanzarote, julio, 2003.”

Podría decir que nadie ha leído esa carta y hasta este momento no tengo reproducida la dedicatoria en un marco de madera. Supongo que deberé hacerlo. Mi compromiso estético y humano con José Saramago es definitivo.

(Noviembre 2007)

Modesto Ponce Maldonado ha dictado conferencias sobre la obra de Saramago y sobre El evangelio según Jesucristo en la Universidad Andina Simón Bolívar, en las Universidades Central de Quito y Santa María de Guayaquil, y en el Centro Cultural Benjamín Carrión. En la revista Cultura del Banco Central publicó un extenso comentario crítico. El Diario HOY solicitó su contribución como “columnista invitado” durante la visita de Saramago a Quito. Entre sus proyectos, piensa escribir un libro sobre la vida y obra de José Saramago. Curiosamente, Ponce también es un escritor tardío. Su libro de cuentos También tus arcillas estuvo incluido como los diez mejores libros del año por diarios de Quito y Guayaquil, y sui novela El Palacio del Diablo mereció el Gallegos Lara en 2005 y fue declarada en 2006 por el Grupo Quit-sato y la Fundación Teatro Sucre como la mejor novela ecuatoriana del año. Esta próximo a publicar otra novela.