Rodrigo Villacís Molina (1999)
Rodrigo Villacís Molina, Diario HOY, 4 de julio, 1999
Un libro nacional
Son muy escasos los libros que en nuestro medio alcanzan más de una edición. Inclusive la primera suele significar un acto de heroísmo. No sé, realmente, si somos malos escritores o somos malos lectores. Si esto último es cierto, ¿cómo es que prosperan las megalibrerías que se han instalado en Quito y Guayaquil? Lo que se vende a pesar de los precios y a pesar de la crisis -explican los entendidos- son los libros de autores internacionales. Entonces, ¿en el Ecuador no sabemos escribir? Escribir sí sabemos -responden los mismos sabios-; lo que no sabemos es promover nuestra producción bibliográfica. Y añaden que los títulos extranjeros llegan precedidos de una publicidad arrolladura, que induce al consumo, como cualquier producto de supermercado, aunque no siempre responden a las expectativas creadas por la propaganda.
Mientras tanto, las obras ecuatorianas, de cualquier género, suelen pasar inadverti-das, aunque posean muchos méritos, y sus autores pueden sentirse felices si consiguen una breve reseña en los escasos espacios culturales de la prensa local. Solo las que logran introducirse en los colegios como textos de consulta tienen "buena salida". Un caso de excepción es el de un haz de cuentos titulado "También tus arcillas", de Modesto Ponce Maldonado (Quito, 1938), que ha sido editado por segunda vez (Eskeletra), solo dos años después de la primera (Ciespal).
Cuando apareció esta obra nos sorprendió a todos, porque el autor no tenía antecedentes en el campo literario; a pesar de lo cual su trabajo, evidentemente, no era el de un principiante. Era, como lo supimos después, de un hombre que al margen de sus actividades diarias, que nada tienen que ver con la literatura, venía cultivando en secreto, casi clandestinamente, su vocación de escritor. Pero este hombre resultó también un perfeccionista, porque en lugar de publicar de prisa sus páginas, como quiere todo escritor novel, las fue cociendo a fuego lento, hasta asegurarse de que ya no las podía mejorar más. Solo entonces las sirvió al público: trece relatos, el mismo número cabalístico que escogiera para uno de sus libros el fakir César Dávila Andrade.
En 170 páginas, el autor de "También tus arcillas" consigue articular una temática diversa: toca el amor, el erotismo y la muerte, resucita a un personaje de la fauna citadina, se aventura en el mundo de los "desaparecidos", y en cierto momento, arriesgándose con los personajes bíblicos, llega al límite de la irreverencia. Ponce Maldonado arma hábilmente sus relatos, para llegar al lector de la simple contemplación a la inquietud, a la sorpresa, a la angustia o, por el contrario, al disfrute de una situación como la que se plantea en "Nos veremos pronto, mi amor"; donde se maneja con raro humor una situación de infidelidad.
Muchas veces asistimos a los hechos narrados en estos cuentos, a través de la percepción de uno de los personajes; como en el caso melodramático de "Tengo un compromiso a las doce", o en el trágico de "Los hombres sin rostro"; en el cual, inclusive, el protagonista nos habla desde la muerte. El autor revela, de esta manera, una gran capacidad de empatia con sus personajes; se mete en la piel de ellos y en esa situación se comunica con el lector. Este, como queda dicho, ha reaccionado con entusiasmo frente al libro y ha agotado la primera edición. La nueva fue presentada el miércoles 30 en la Posada de las Artes Kingman, a pesar del ensordecedor ruido de las bocinas de los autos que les peleaban el paso a los buses desviados por la calle Almagro, del rugido de los motores de estos cada vez que aceleraban, y de la tensión de un público que no sabía si atender al que estaba hablando o a las alarmas que sonaban afuera, por si fuera, alguna, la de su propio vehículo.