Cap. 50

EvaLuz entra al departamento, antes ha observado la torre de la iglesia de San Juan, las calles estrechas del centro, una escalinata levantada en las laderas, las cúpulas de algunas iglesias y los tejados que descienden hacia el Quito viejo por la Calle del Cajón de Agua, entra, sí, pero no es la primera vez, tantas otras estuvo allí, e iba, como Tadeo también al piso de EvaLuz, para quedarse de un día para otro, un fin de semana, mientras él, que la sigue, ha cerrado la puerta, ambos cargan sus valijas y sus maletas de mano, vienen del aeropuerto, se han casado y fueron de luna de miel a algún lugar fuera del país, el motivo valía la pena y habrá que hacer un esfuerzo para pagar el crédito de los pasajes, ingresan sí, pero esta vez es diferente, porque ya no es sólo el departamento de Tadeo, están casados, no tuvieron que esperar mucho, seguros de lo que hacían, es la morada de ambos, de EvaLuz y Tadeo, de Tadeo y EvaLuz que ha alquilado el suyo, ya no le sirve para vivir, están juntos desde ahora, comprueban entonces que la Zoila lo ha dejado listo y limpio, que Diana ha ido la víspera para dejar algunos víveres en el refrigerador, no se le ha escapado arreglar dos floreros frescos, uno en la sala-comedor y otro en el dormitorio, ha acomodado los regalos de los pocos amigos y algunos parientes que asistieron a la fiesta de la boda, Sergio estuvo de terno gris y corbata perla, contentísimo, hasta tomó algunos tragos, les acompaña el dulce recuerdo de Graciela, ausente casi un cuarto de siglo, lamentaron no asistir los padres de EvaLuz y su hermano menor, convertidos desde hace años en usamericanos, pero remitieron bendiciones y promesas de viajar el próximo año, más vale tarde que nunca, Diana lindísima con su marido, los otros hermanos de Tadeo, Laura y Samuel con sus cónyuges, Daniel Izquierdo, Elsa Ramírez y Magdalena Arzube, El Veneno y El Flaco, la Zoila también, algo cohibida como invitada, Ángel Terrero no vino, no quiere pisar la ciudad de los barrancos, además, de dónde hubiera sacado ropa adecuada, envió agradecimientos y felicitaciones, Tadeo y EvaLuz se prometieron visitarlo, probablemente se le saltaron las lágrimas, allí, en la casa de campo con techo de paja de páramo donde ahora vive junto a dos curas que se han pasado treinta años con los indígenas y no predicando desde un púlpito y celebrando misas por televisión, nada podrán cambiar así, ciegos guiando a ciegos, dejan ahora las maletas en el piso, están cansados después de volar por algunas horas, golpeados por la altura, se toman de la mano y se miran, ella se apoya en el hombro y él la besa en la frente y le arregla el pelo, empiezan con ternura, buen síntoma se podría decir, el departamento ya no es el mismo que Tadeo compró hace más de cinco años, ambos decidieron adquirir un local vecino para ampliarlo, sabido es que las grandes casas viejas se acomodan más que las nuevas para cambios y restauraciones, son más dóciles y generosas, como si sintieran más las necesidades de los humanos, aunque sin duda habrá que combatir la polilla, el escritorio será en adelante una sala pequeña, un lugar de estar, donde irá el equipo de música y EvaLuz tendrá sus cosas, su biblioteca, su computadora sobre una mesa comprada en Buenos Aires, el estudio de Tadeo ocupará el viejo dormitorio y EvaLuz no tratará de imponer su sentido del orden en ese reino exclusivo, hay otro dormitorio más cómodo para ambos, la cama flamante para los novios, se impone en caso de nuevos matrimonios, claro, y no falta el escritorio de tapa que fue de Nana, una obra excelente de la taracea quiteña, tiene también la habitación claraboya en el techo para que las estrellas los miren, ellos vean pasar a las nubes tristes sobre la ciudad de las quebradas, en verdad es la ciudad de las quebradas ciegas, qué dolor haberlas recubierto, las hubieran dejado abiertas con sus riquezas de arbustos, hojas, flores y pájaros y hasta minúsculos insectos, y que por esos tragaluces caigan perpendiculares los rayos del sol o la luna se refleje en la noche, y otra habitación adicional que puede hacer falta para algún huésped, en el garaje felizmente cabe el viejo Fiat de EvaLuz, en todo hay que pensar a causa del casamiento, y, mirando hacia el norte, ella sostuvo que le era indispensable una terraza donde poner algunas macetas, y donde cada mañana observará como los pájaros, sobre todo gorriones y colibríes, descubren que una mano de mujer diariamente les pone semillas, granos y agua azucarada, qué hermosa coincidencia, Nana también lo hacía, algo que no supo Tadeo cuando de niño dibujaba pájaros, porque en la ampliación del departamento estuvieron de acuerdo, y no totalmente en la decoración, las paredes de la sala de estar y del nuevo dormitorio tienen suaves colores pastel, Tadeo prefiere el blanco, y algunas de las extravagancias de él, no todas, no las fotografías por cierto, serán sustituidos por cuadros, a EvaLuz le gusta la pintura y siempre está buscando reproducciones, grabados o algún óleo olvidado, colocó en hornacillas cavadas en los muros parte de su colección de dioses paganos, los payasos colgantes de miradas tristes se trasladaron al escritorio de Tadeo, se impuso el criterio de ella, así debe ser, una vez el uno, la siguiente el otro, aunque la mujer va ganando por puntos siempre, acumulando pequeñas y encantadoras victorias, es mejor, tienen mayor sentido que el varón, y es recomendable que ellas sean las que moldeen las cosas, les den los toques finales, también lo hacen con la vida y sale aventajada la pareja, aunque no siempre ellos caen en cuenta, dormirán en la casa nueva, que casi parece ser así, ambos llevan una amargura, sin embargo, es el recuerdo y la figura de doña Nana que ha vuelto desde que pisaron la ciudad, aun para EvaLuz que no la conoció, cómo hubieran gozado de su compañía el día del matrimonio y por algunos años más que bien podía ella haber vivido, de no ser por ese desventurado sarcoma, “los buenos se van”, es el dicho que la gente repite.

El hogar común, qué reveladora y cálida palabra, el mismo dormitorio, bajo el mismo techo es la expresión más frecuente, esa casa que se irá impregnando de sus olores, hasta la Zoila, pobre, sonreirá un poco, Tadeo y EvaLuz, EvaLuz y Tadeo, y no solamente será el abrigo del lugar, la sensación de permanencia, de tregua, de ser y de estar al mismo tiempo, que ofrece aquel universo exclusivo, se trata de hacer la vida juntos, de estar unidos, de ir los dos a todas partes, nunca se sabe hasta cuándo, y no únicamente porque se depende también de casualidades y sorpresas, y cualquiera puede morir, detenerse definitivamente, sino porque hay que mantener vivo ese amor, esa llama rojiazulada, eso por lo menos es lo que se comenta, en este caso parece que así sucederá, ella y él no lo han dicho expresamente, la vida conyugal no se levanta sobre tratos o juramentos, pero intentarán que sea para toda la vida, y es posible que en este caso así ocurra, durmiendo abrazados como de seguro lo harán, amaneciendo abrazados o por lo menos tocándose espalda contra espalda, entrelazadas las piernas, los pies unos sobre otros, anocheciendo y despertando con un brazo sobre la espalda del otro, tomando un hombro con los dedos, o un brazo con la mano abierta, o con las manos trabadas, y cuando uno de ellos llegue más tarde, porque algo lo detuvo, o deba o quiera trabajar, o leer con la luz de una lamparilla mientras el otro se ha adelantado al sueño, no importa, tocándose más tarde cuando uno se sumerja en el sueño del otro que lo recibe, sin tener conciencia ni recuerdo de lo que sucede, qué error tan grande dormir en camas separadas, y aun cuando alguno viaje, como suele suceder, y pasen uno o dos días, una o dos noches sin verse, les hará falta el otro, se sentirán incompletos, con la media cama desocupada, y aprenderán a atravesarla a lo ancho para sentir menos la soledad del lado vacío, no sólo es la atracción ni la consumación de ese impulso que lleva por cierto a juntarse, es el lenguaje de los cuerpos, una forma silenciosa de comunicarse y de hablar, de ir tendiendo lazos y entretejiendo amarras, ataduras que, en la cotidiana convivencia, van elaborando un código de señales y advertencias que insinúan o revelan, no es más que el proceso del conocimiento recíproco, indicios, cuando no evidencias, del estado de ánimo del otro, contrariedades recogidas en la jornada, una angustia súbita, alguna sensación de desagrado, por leve que sea, un dolor por efímero que fuere, la impresión sobre algo que se supo o se vio, una mala noticia, el comienzo de una enfermedad, un amigo que morirá pronto, un conflicto en el trabajo, los malestares internos que a veces no tienen motivo, todo aquello que se acumula, el lastre que ha dejado el pasado y el devaneo de lo incierto, toda aquella pesadez que transforma aun los gestos y condiciona reacciones y emociones, delatándose, hasta el punto de alterar sueños y fomentar desvelos, todo aquello, es verdad, está a la vista del otro, a vista y paciencia de ese otro, de cada cónyuge, ya no es posible escabullirse y resulta ineludible compartir la carga, acaso por eso los matrimonios pudieran eliminar la pregunta “cómo estás”, para qué si ya lo saben, y limitarse a usar el “cómo te fue hoy” o el “adónde vas”, claro, si hasta fobias o manías son conocidas, como conocidas son las debilidades y fortalezas, los fantasmas y vacíos, las disimuladas cobardías, las odiosidades escondidas, porque hasta con el pasar de los años, cuando la pasión no es la misma, el sexo es diferente y la vida ha impuesto sus inapelables normas, cuando los matrimonios hablan menos y son inevitables las rencillas y las quejas, es normal, en alguien hay que descargar todo lo que se va guardando adentro, y en quién más sino en las espaldas del ser amado, del que está cerca, ésa es también una forma de amarse, de necesitarse, aunque no lo parezca, hasta el extremo de que, a falta de los diálogos que con el tiempo van reduciéndose, es el hecho de acercarse y tocarse a la noche, antes de dormir o una vez dormidos, que suple las deficiencias del día, los silencios, y permite reencuentros, disculpas mutuas y explicaciones que se dan sin palabras, pero que se comprenden y aceptan sin reparos, y hasta en caso de resentimientos o complicaciones que imponen por dos o tres días distancias entre los edredones y las sábanas, se siente que hay una angustia viva que se instala entre los escasos centímetros que los separan, una especie de ahogo contenido, como si el aire hiciera falta, como si fuera a hacer falta todo, así es el amor, el amor en toda su extensión, lo único que hace soportable esta vida, solamente el amor, amor a Dios, se ha comenzado por él, por los que en él creen, y confían que Dios tiene a todos en su mente y los ama verdaderamente, no se discutirá el punto, no hay duda, sí señor, que la fe ayuda, aunque no se conoce que haya movido montañas, allí siguen todas, amor a todo aquello que se incorpora a cada ser desde que nace, forzosamente, sin disyuntivas, como el propio país, el que fuere, con sus elevaciones, mares o llanos, amor a la familia con la cual se ha vivido dos, tres décadas, hasta tomar el propio camino, formar otra familia, a los amigos, éstos sí se escogen, al trabajo, a la ocupación o profesión, a todo lo que se elige, y que permite, no sólo sobrevivir, sino desarrollarse y crecer, amor a lo que se hace y a lo que se crea, ya con las manos, ya con la cabeza, se pone la vida en eso, se va también en eso una vida, una fábrica, una investigación, una obra de arte, la cátedra, el servicio profesional, un poema escrito en la noche, la siembra sobre la tierra húmeda, amor a los muertos que fueron queridos y no se olvidan, amor a uno mismo, que no es más que saber aceptarse, amor a los demás, que es el más difícil amor, irrealizable casi, porque es amar al desconocido, al extraño, sabido es que todas las religiones y sus profetas lo pregonan, aunque la historia demuestra que los seres humanos nunca se amarán los unos a los otros, está demostrado que el mandato resultó un fracaso, como el mismo hombre fracaso es del Todopoderoso que todo lo puede y todo lo sabe, sin embargo, alivia, apenas alivia, saber que existen algunos, muy pocos, que, despojados de sí mismos, hacen algo por los demás, más allá de los que han tomado el mundo y la vida de los demás a su cargo, los que ejercen el poder y distribuyen la verdad, los opulentos, los sobrestantes de las naciones, los que proclaman representar a Dios, el día en que se pague su olvido con olvido, a cuyo nombre se ha matado y se mata tanto, tal vez se pueda comenzar a comprender que no hay nada más allá de esta tierra, que nada espera sino esta misma tierra y que toda redención está aquí o no estará en ningún sitio, quién sabe si el único y verdadero Dios esté en el corazón de la gente buena y sencilla, en el remanso de un río y en la quietud de un bosque o en un manojo de flores silvestres.

            Mira también Tadeo el departamento, EvaLuz no se percata, mientras va hacia otro lado, que él, al rascarse la cabeza con la mano zurda, desordena más su ya revuelto cabello, que toma sus lentes, ya no son los pasados de moda de carey, los tiene nuevos, de metal, redondeados y fotocromáticos, gusto de EvaLuz por cierto, y los vuelve a colocar, no es que haya nada nuevo para él, los cambios lo decidieron ambos, pero, con los días de ausencia, en luna de miel, tal vez le tomó por sorpresa, acostumbrado como estaba a sus cosas, los dos sillones de cuero y la vieja mesa fueron desplazados al estudio de Tadeo, EvaLuz llevó sus muebles y una delicada mesa de comedor con cuatro sillas de mimbre, es el nuevo orden matrimonial, aquello que no tuvo sitio se encargó en la bodega de Diana, ganó otra vez ella por puntos, pero a Tadeo se lo ve feliz, parece más despierto y ligero, cuántos pesos se le quitarían del alma, tiene ahora algo que jamás tuvo, que no sabía que existía, algo en que soñó sin soñar, las persianas serán mantenidas en las ventanas, aunque más tarde se adornarán con tiras laterales, algunas lámparas deben sustituirse, habrá que comprar algunas cosas más y mejorar la cocina que está casi a un solo andar, EvaLuz ya lo ha previsto todo, vendrá con el tiempo, la plata a nadie le sobra, es un decir, algunos pocos no saben qué hacerse con tanto dinero, ella insiste que su marido debe pensar en cambiar al viejo Land Rover, esta batalla seguro que la gana él, prefiere otro vehículo para su mujer, los comerciantes los venden a grandes plazos, habrá tiempo para todo proclaman siempre los recién casados, al fin se ha hablado de mujer y marido, de marido y mujer, se antepone el posesivo “mi”, mi mujer, mi marido, es hermosa la costumbre, sin duda, lo que no hará EvaLuz es cambiarse de apellido y usar el Lozada de Tadeo, él tampoco lo aceptaría, y así debe ser, cada cual nace con el nombre que nace, la mujer no es propiedad de nadie, mas no han faltado los aros, pero entre los dos hablan desde ya de que los hicieron muy anchos, que molestan y deben reducirlos a la mitad y usar el material en un anillo para EvaLuz, que insistirá que tenga una pequeña piedra preciosa aunque Tadeo las deteste, de estas pequeñas cosas, por ejemplo, y de otras minucias y detalles viven y se hacen los matrimonios, insignificancias que no son nada y lo son todo, los grandes acontecimientos son pocos en la existencia, se depende de menudencias, de asuntos pasajeros, situaciones que pueden ser así o asá, no tienen en sí tanta importancia, el problema está en aquello que, habiendo sido novedad, inclusive ilusión, con el tiempo se vuelve rutina, entonces comienza a crecer, tal es el peligro, como ese moho verdoso de la humedad o esa mancha amarillenta de la oxidación, el cansancio, el hartazgo de los días iguales, el hombre tiene sus trabajos y vive hacia afuera, peor ha sido para la mujer cuando se ha limitado a ser esposa y madre, felizmente las cosas han cambiado y la mujer tiene sus mundos en el mundo, ocupa cada vez más espacios, pero todavía así le gusta cambiar, variar siempre, dueña de esa imaginación que se desborda y renueva, es muy difícil para los varones, si no imposible, sabiendo en todo caso que allí está su encanto, en las zonas sombreadas, pese a que ambos, aquello de una sola carne no es muy exacto, conservan, no sólo su individualidad, sino aquellas intrincadas y profundas zonas interiores, esas moradas sombrías o sucesivas capas o laberintos y escarpados recintos y soledades que exceden todos los alcances, tal vez con los años algunas claves sean descifradas o descubiertas las contraseñas, sea como fuere tampoco están solos los matrimonios con sus cuerpos, sus alianzas y sus secretos, sería intolerable, hay otras personas, los conocidos de antes y los nuevos amigos, los parientes que han llegado a ser amigos, los demás pueden seguir su camino, hasta la vista, los gustos y aficiones que se descubren, tales películas, tales libros, ir o no a esa exposición, discrepar muchas veces sobre el tipo de música que van a escuchar, ella prefiere los barrocos, adora a Beethoven, de quien se ha leído varias biografías, y se apasiona por Mozart, Brahms, Mahler, es otro punto de contacto con Diana, cocinar juntos, EvaLuz ama la cocina y es capaz de preparar un almuerzo completo en media hora, Tadeo quiere aprender, sostiene que es el más eficaz antidepresivo, pero será un desastre, a pesar de que se arregla con los canelazos y algunos cocteles, quiere convertirse en un experto en sopas ecuatorianas, no hay mejores en Latinoamérica sin duda, invitar a Daniel Izquierdo para hablar del país y del mundo, violentar el pesimismo de Tadeo con el optimismo luminoso de EvaLuz, organizar cenas íntimas ciertos viernes, almuerzos de a dos las tardes prolongadas de algunos sábados, oír interminablemente a Piazzolla y bailar juntos Tanguedía o Libertango, acompañados del violonchelo de Yoyoma, mirar de nuevo en el DVD Tango de Carlos Saura, o alquilar filmes que EvaLuz no ha visto, como El piano de Campion, Ojos bien cerrados, la última de Kubrick, y, ¿por qué no?, El nacimiento de una nación de Griffith, rodada en 1915, resolver que tienen pereza de salir, acostarse temprano, pasarse la mañana en pijamas, sin hacer nada, visitar el bar del hotel donde se conocieron y pedir dos piscos sour, ¡ah!, es que EvaLuz es completa, es todo, el lenguaje primigenio de la primera novia, el lenguaje misterioso que perdurará, el de los sentidos que es piel y aroma, hasta ir, por qué no, a un estadio de fútbol por primera vez en la vida, ambos sabían que a una corrida de toros jamás irían, intercambiar impresiones sobre cómo van sus trabajos y tareas, comprender que a veces no se soportarán solos y llamar a los amigos, a Diana y su marido, a Sergio cuando se encuentre en la ciudad, a las viejas amistades de EvaLuz, ya casadas, que a Tadeo le parecerán encantadoras, organizar entre todos una pequeña fiesta, salir de la ciudad a repetir por enésima vez las ferias de los pueblos y ciudades, ese bosque junto a un riachuelo, una laguna al fondo de un cráter, las nieves de las montañas, una reserva natural con miles de pájaros y con una biodiversidad asombrosa, los ríos bordeados de piedras de colores del Oriente, su copiosa naturaleza, su llovizna fina, las playas, todo está cerca, a la mano, en este país privilegiado, ya se ha mencionado en demasía, visitar a Sergio, sobre todo visitarlo, pernoctar en su finca, pasear entre los árboles y los frutales o mojarse los pies en el agua fresca, pensar que aún está duro, sin enfermedades, tiene vida para largo, “tiene vida para largo”, se insistirá, como si con esta frase repetida se pudiera detener el tiempo, a sabiendas que ha vivido tal vez las cuatro quintas del cupo asignado por las leyes naturales que todo lo gobiernan, con la esperanza de que Sergio, contrariando sus propios deseos de morir oportunamente y sin molestar, llegue a viejo sin enfermedades graves, y pueda ser atendido por sus hijos, de todo esto y de mucho más se va haciendo poco a poco la vida, hasta convertirse en ancianos, y allí están, por ejemplo, tantos matrimonios de viejos que se pasan regañándose y discutiendo, es su forma de quererse, no pueden vivir el uno sin el otro, cuando la mujer muere él también muere pronto, cuando él muere la mujer, más recia que el hombre, puede sobrevivir pero se hunde en la tristeza, “la almohada es redondeada y blanda y a menudo blanca, y al cabo del tiempo lo redondeado y blanco acaba sustituyendo al mundo, y a su débil rueda”.

            Entran ahora en el dormitorio, colocan sus sacos sobre las sillas y tiran los zapatos, EvaLuz irá al baño a lavarse manos y cara, Tadeo irá a la cocina por dos tazas de café que bien las necesitan, es temprano, volaron gran parte de la noche y han desayunado durante el trayecto, necesitan cerrar las cortinas y dormir un par de horas, se darán luego un duchazo juntos y almorzarán algo ligero, no llamarán a nadie y no han pensado siquiera en revisar sus correos, felizmente es viernes, tienen dos días y necesitan procesarlo todo, poner las cosas en su lugar, ambos están inaugurando su hogar, sí señor, ni más ni menos, inaugurando su vida en común, sí señor, como usted lo oye, el lunes regresarán a la vida normal, cada uno a sus obligaciones, Tadeo al semanario, a la fotografía y a las clases en la universidad, EvaLuz a la institución que la contrató como asesora en asuntos relacionados con la conservación de la naturaleza, qué lucha tan desigual, con tantos intereses y tanta estupidez y rapiña de por medio, tiene ella una oficina con las paredes verde agua, llena de afiches y fotografías y se siente a gusto, es bueno saberlo, empezó una nueva vida en Quito después de dejar Buenos Aires, no la ha empezado sola felizmente, tuvieron mucha suerte los dos, no se hubieran conocido nunca si Daniel Izquierdo no le pedía a Tadeo que cubriera esa reunión en el hotel, o uno de los dos dejaba de asistir al coctel de despedida, qué distinta suerte les hubiera deparado la vida, casi todo depende de casualidades y coincidencias y es una tontería pensar en el destino o en la predestinación, qué despropósito, EvaLuz y Tadeo se conocieron, ahora están casados y se aman y eso es lo que cuenta, saber qué van a hacer de sus vidas y si van a ser felices o no, al fin y al cabo ésa es la principal obligación de quien ha llegado a este mundo, ser feliz, una de las dificultades está en que uno no está solo, hay otros, y la primera condición es que no puede aspirarse a ninguna felicidad a costa de la felicidad de los otros, a costa de su desdicha mejor dicho, no es admisible desentenderse del mundo, de sus injusticias y miserias, por supuesto que Tadeo y EvaLuz no están hablando de estos temas este momento, ellos han colocado las tazas de café sobre el velador, se han cubierto con un poncho y se han recostado vestidos mientras sorben la bebida caliente, sin azúcar, así es mejor, no se conoce si exclamaron “al fin en casa”, es probable también que se hayan abrazado y besado más de una vez y que hayan comentado sobre los días de luna de miel y que más tarde o mañana desocuparán las maletas y que es preferible quedarse en casa el fin de semana, organizar lo más urgente y hacer algunas llamadas para informar que ya han llegado, el cuarto se ha inundado de una leve penumbra, con las persianas cerradas, no se oye el rumor de la ciudad, no se escucha en realidad nada con las ventanas dobles, claro que desde que la vieron desde el aire, sintieron emoción, esas montañas desiguales, esa geografía absurda, la ciudad también absurda, desigual y caótica, que se ha pasado buscando pasados, estratificada y fragmentada, cuando solamente mantener lo propio la hubiera salvado, la torpeza consistió en dejarla crecer, bastaban dos dedos de frente, a mediados del siglo pasado debía planificarse la nueva ciudad en el valle, a los pies del Ilaló, en el Inga, donde diez mil años antes los primeros habitantes de estos lugares dejaron innumerables piezas de obsidiana tallada, el problema del país es que hay dos ciudades absorbentes que acaparan y centralizan, pero allí nacieron, y Tadeo y EvaLuz la aman, allí posiblemente morirán, y al recorrerla en taxi desde el aeropuerto, otra vez ese airecillo frío y liviano, las caras de sus habitantes mestizos, la forma de hablar de la gente, con las erres arrastradas y carrasposas, empleando el nombre de la ciudad en los interminables diminutivos del habla cotidiana, alguna vez se preguntaron si será preferible vivir en el valle en el futuro, sólo estaban conversando, nada serio, tal vez EvaLuz lo quiera, adora los jardines, los prados y los senderos de arenilla bordeados de piedras, la luz y el aire, pero ahora es en lo que menos piensa, ha terminado el café y apoya su cabeza en el hombro de Tadeo, cierra los ojos, mientras él, tal vez estimulado por la bebida, los tiene abiertos, también ha terminado su taza, levanta el brazo y la abraza, ella se acomoda, él está en silencio, no es el momento de ponerse a pensar en el pasado y en el incierto futuro, en la vida y en la muerte, en el país en el fondo del hoyo, en la ciudad mil veces violentada, piensa nada más que en su departamento, que ahora no es únicamente suyo, en cómo lo encontró, levantado en la bisagra de la ciudad, parte de una gran casona restaurada con inteligencia y buen gusto, y en cómo será con la presencia de ella, con su risa y con su voz, ahora acurrucada a su lado, con el brazo sobre el pecho de Tadeo, vivirán los dos allí, es lo que la gente pregunta y nadie cae en cuenta de todo lo que significa, “dónde vives”, dónde haces la vida, las palabras tienen más sentido de lo que se cree, quizá sobre eso Tadeo está dando vueltas en su mente, tal vez en que desde el lunes tendrán que despedirse a la mañana, ambos con una catarata de sensaciones cruzadas, mientras se besan o se toman de las manos, y se dicen “buen día”, “que te vaya bien”, “cuídate mucho”, normalmente almorzarán separados, a veces se verán en algún sitio, las ocupaciones no perdonan, almorzar en casa absurdo, la ciudad ya no es la de antes y el tráfico es insoportable, harán lo posible por empezar temprano para terminar pronto, pero no siempre dependerá de ellos, necesitarán tanto tiempo para los dos y a veces llevarán trabajo a casa o llegarán malhumorados, con el sopor del día encima, qué problema, qué hacer entonces, bueno, para qué preocuparse de todo, el amor no sólo es estar juntos, el amor es también espacios y pequeñas distancias, soledades temporales, recapturas, lo que sucede es que Tadeo desde ya piensa que ella hará falta en todo momento, EvaLuz pensaría lo mismo de estar despierta, son ellos como el aire que respiran, pero a él se le están cerrando los párpados, se acomoda, EvaLuz abre los ojos, levanta la cabeza y sonríe antes de volver al sueño, siguen enlazados, Tadeo la besa y la rodea con sus brazos, ahora ambos están dormidos.