La sexualidad: expresión de vida (El Comercio)

                                       Modesto Ponce Maldonado


Merecen ser comentadas las opiniones de un obispo católico perteneciente a la OPUS DEI, acerca del control de la natalidad. A la pregunta )"Qué es la sexualidad"?, la gente generalmente duda o responde ambiguamente. Esto no es una casualidad. Se origina, a veces, en deformaciones de criterio provocadas principalmente por cuestiones religiosas.

La opinión oficial de la Iglesia Católica en esta materia es incompatible con la realidad humana y social del mundo actual. La mayoría de los que son o se dicen católicos no creen en ella. Lo que sucede es que si el Vaticano cede, se derrumba todo el andamiaje sobre el cual se sostiene la tesis, errada por inhumana y antihistórica, que afirma que el fin primario de las relaciones sexuales es la procreación. Y se tambalea, sobre todo, la estructura ideológico-religiosa que, a través de la sexualidad (y del dogma) mantiene el control sobre la gente. Porque, al fin y al cabo, las religiones no son sino productos de la cultura humana, creaciones del mismo hombre, frutos en cierto modo de nuestra incertidumbre, de la angustia por las explicaciones últimas. De no existir Dios, sería inventado. De modo que, para mantenerse y perdurar, esas mismas religiones y sus estructuras requieren de métodos políticos, de elementos de poder; en otras palabras, de normas y de autoridades que, en definitiva, se presentan como representantes o voceros de Dios. Y, cuando lo religioso se funde o se une con el poder civil, el afán de dominio adquiere mayores dimensiones. Piénsese en el antiguo universo bíblico de Israel, en la Edad Media y en el actual mundo islámico. En el mundo occidental, la Revolución Francesa rompió con ese sistema bicéfalo. Marx, por su parte, cuestionó al "Dios alienante", a la religión "opio del pueblo". De allí la guerra a muerte declarada por Roma al socialismo marxista. La Iglesia, por otra parte, no miró bien a Freud, por sus consideraciones acerca del inconsciente y la sexualidad.

Debido al inmenso poder que mantiene el Vaticano, acrecentado por las posturas centralistas y excluyentes de Juan Pablo II, es difícil alterar este rígido y estrecho esquema, aunque en la época de Juan XXIII se dieron pasos, hoy sepultados y olvidados, que respondieron a firmes propósitos de cambio. En el nivel de los creyentes, la gran mayoría actúa de acuerdo a su conciencia. Muchos sacerdotes "autorizan" privadamente el uso del condón o de otro contraceptivo en casos particulares.

A nivel de los teólogos y doctores en moral, los planteamientos contrastan en gran medida con la opinión del Papa y, por supuesto, con la del Obispo referido. El jesuita Pedro Miguel Lamet (LA REBELION DE LOS TEOLOGOS) reproduce y comenta las opiniones de Häring, "reputado como el representante vivo de las Teología Moral más destacado del mundo", que piensa que en esta materia es indispensable pasar del legalismo a un estado de conciencia, basado en una consideración global del ser humano. Häring, en la vejez y enfermo de cáncer, ha abogado por una sexualidad antropológica. La obra mencionada se refiere a otro teólogo famoso, Curran, y a René Simon que enseña en el Instituto Católico de París. )Qué piensa, ahora, el episcopado francés? )Qué piensan doctores en moral como el sacerdote redentorista Marciano Vidal (EL NUEVO ROSTRO DE LA MORAL), que acusa a la Iglesia de haber asumido una actitud patológica, enfermiza, ante la sexualidad? )Qué piensan los obispos e infinidad de sacerdotes en Europa y Estados Unidos? Häring propuso "una consulta mundial interna... para conocer cuántos católicos, fieles, profesores de teología, confesores y obispos consideran que el uso del anticonceptivo es pecado".

La punta del ovillo está en qué entendemos por sexualidad. )Qué significa, en otras palabras, la sexualidad para una mujer embarazada que continúa con sus relaciones íntimas?; )para una mujer que ha pasado de los cincuenta y ha dejado de menstruar?; )para un hombre que no puede concebir pero está capacitado para al acto?; )para los adolescentes que se masturban?; )para los homosexuales?

Si tomamos en consideración al ser humano desde un punto de vista globalizado, totalizador, las conclusiones son muy diferentes. La sexualidad es una fuerza fundamentalmente síquica que nos permite relacionarnos los unos con los otros, que nos recuerda que estamos vivos. Ése es su fin primario. Los órganos sexuales nos posibilitan la relación de pareja en la forma más profunda que puede darse, con el aliciente o empuje del placer, de la satisfacción. No obstante, una madre acariciando o amamantando a su hijo le está enseñando sexualidad. Los matrimonios, al dormir juntos, están ejerciendo una rutina propia de seres sexuales. Nos besamos al saludar porque somos sexuales. Abrazamos a nuestros amigos y a nuestros hijos e hijas porque somos sexuales. Tocamos a nuestras novias porque somos sexuales. Al saludar, aun con desconocidos, nos damos las manos, nos tocamos. Hay que entender bien que la sexualidad no son los órganos sexuales únicamente, los cuales están, por otra parte, controlados por el cerebro, por la siquis.

La sexualidad es una fuerza básicamente espiritual que debe ser rescatada; la manifestación más honda de nuestra intimidad; aquello que nos hace "nosotros" y nos permite ser también "los otros". "Ser humano...consiste principalmente en tener relaciones con los otros seres humanos" (Fernando Savater, ETICA PARA AMADOR). "La sexualidad es la respuesta a la muerte" ha escrito Octavio Paz, una expresión de vida. Por eso, "post coitum omne animal triste".

Así como por parte de ciertos gobiernos, se reprimen las ideas y el pensamiento, la opinión y el derecho a disentir, otros totalitarismos tienden también desconocer uno de los aspectos más sagrados del ser humano: el derecho a su intimidad y el derecho a comunicarse con los demás. Esto se da mucho en el plano religioso, precisamente como una forma de ejercer presión sobre los individuos. Esta es una de las características más reveladoras y significativas en la OPUS DEI. La OPUS DEI considera que la sexualidad no pasa de ser un impulso gregario necesario para mantener la especie, inferior inclusive a la individual necesidad de alimentarse. En cierto modo, la OPUS DEI animaliza la sexualidad. Basta leer ciertas máximas de la obra CAMINO, escrita por Escrivá de Balaguer.

* (IV-1996)