Letras del Ecuador, julio 2009

El paso de los años en la redacción de sus narraciones, que nos transparenta el autor siempre al final de sus cuentos, es señal inequívoca de que la madurez literaria no acaece de inmediato sino que hay que ir catalogando experiencias y vivencias a través de los años para llevarlas con con­vicción y autenticidad al papel: para llegar a la capacidad de pocos de establecer un sistema signico propio.


Un escape al interior

La casa del desván (novela)

Modesto Ponce Maldonado 

Editorial Planeta

Por Andrés Cadena
 

Escribir es pasar del «yo» al «él», dice Blanchot, porque implica una distancia de contemplación: la enunciación necesita de un alejamiento por parte del narrador y, luego, del lector. La locura también impli­ca distanciamiento: el enajenamiento del individuo, la brecha entre su interior y el exterior. En La casa del desván (Editorial Planeta), la última novela de Modesto Ponce Maldonado, cuatro de los cinco epígrafes se refieren a la locura, y la rela-tivizan pues el distanciamiento presenta dos extremos pero también dos perspec­tivas: para el «loco», todos están aislados de él.

 

La novela se inicia con un monólogo del protagonista (Mario Ramón), de ritmo intenso, casi sin pausas. Divaga sobre una extraña familia, con secretos, seducciones y personajes incomprensibles. Avanza en una retrospección sobre su pasmosa incursión en la casa, su relación ambigua con los habitantes del lugar, su huida como una sumersión cenagosa. Este descontrol se sostiene, en capítulos intercalados, con narraciones ordenadas por la razón, que avanzan en el tiempo, de la mano de un narrador multiselectivo que incluye diálogos, descripciones y recuerdos claros de los otros personajes. Se establece así una dialéctica entre dos narradores ubicados a extremos opuestos de la enunciación: al tratar al protagonista, uno dice «yo» y otro habla de «él». La nove­la se construye con movimientos concén­tricos en busca de la historia: Mario Ramón, en sus monólogos, se dirige hacia el pasado, al inicio de su internamiento en la casa del desván (a la que escapa desde un sanatorio); y en los otros capítulos se ve lo que pasa con su familia (esposa y una hija, principalmente), abandonada por un padre alcohólico y frustrado. En el vórtice de tal torbellino de palabras, imágenes y tiempos confundidos, se encuentra un  burócrata, imagen de Gregorio Samsa, avasallado por la maqui­naria social y familiar. El escape del perso­naje no es una metamorfosis grotesca, pero sí algo equiparable: el enajenamiento decidido y total, tras una vida gris, limita­da una y otra vez.

La esposa, Carmela, busca entender la zozobra hacia el desquiciamiento del hombre: «¿No es una forma de dejar este mundo con tantos problemas y sobresal­tos, y una existencia donde es muy difícil

incluso sobrevivir, para entrar en una especie de paraíso donde no hay concien­cia, limitaciones, incertidumbres o caren­cias?» (p. 126).

Mario Ramón incursiona así en la arcana y envolvente casa del desván, donde podrá explorar los temibles límites de su liberación. Todorov afirma: «El sujeto de la enunciación de un texto en que el per­sonaje dice "y°"> resulta más disimulado aún. El relato en primera persona no hace explícita la imagen de su narrador, sino que, al contrario, la vuelve más implícita

aún». Por ello, la búsqueda del pasado, del origen de aquella locura, es intermina­ble. «Estoy cansado de todo —dice Mario Ramón—, de todo lo de, no sé cómo decirlo, de todo lo de "afuera", ya lo estoy considerando así, hay un "afuera", un "antes" que desaparecerá para siempre» (p. 167).

En La casa del desván la enunciación, el paso del «yo» al «él», se vuelve sobre sí y se encierra en un «yo» insondable; es una casa con desván, un universo entero en una mente sufrida, que ha huido —en un escape al interior— al único lugar que le queda: la ficción, la novela.

 

Notas

Tzvetan Todorov, «Poétique», e.r\Qu'esct-ce que le structuralisme., Senil, París, 1968, citado en Osear Tacca, Las voces de la nove­la, Madrid, España, Editorial Credos, segunda edición, 1978, página 94.