TRATADO DEL AMOR CLANDESTINO de Francisco Proaño A.

TRATADO DEL AMOR CLANDESTINO


 Modesto Ponce Maldonado

 

Así ha titulado Francisco Proaño Arandi a su última novela (370 págs, Cons. Prov. de Pichicha, 2008). “Del amor nunca saciado” escribe. Del amor insaciable, sí, pero también del intocado, resentido.  (¿La insatisfacción no será, en el fondo, la magia y la tortura del amor?). Allí está el sentido de la novela, digna de los ambientes propios del autor, con tres escenarios: una cabaña perdida en los Llanganatis, una casa del centro de Quito con sus  patios y recovecos,    India, donde la pareja clandestina busca todas las experiencias posibles. Desde las primeras líneas, la novela se sitúa firme y el texto, sostenido,  no decae.

Un padre ha desaparecido por veinte años con su amante. Su hijo, que llega a tener noticias de él, lo busca, para encontrar explicaciones. Ese padre recorre mundos y, al fin, sin encontrar también respuestas, se había refugiado en esas indomables regiones.

Los Llanganatis son recreados con referencias sobre los que se aventuraron a explorarlos. Quito, como en otras obras de Proaño, regresa laberíntico, escondido, hipócrita, representado por la casa y las historias familiares donde impera una “moralidad” fanatizada y de apariencias. Se recrea igualmente a personajes de la época. La novela se sitúa a mediados del siglo XX.

En  la estructura de la novela se usan diversos puntos de vista: el omnisciente, el hijo-narrador habla al padre en segunda persona, el padre-narrador que deja constancia de esos veinte años.

Tratado del amor…, cargado de misterios y extrañamientos, está lleno de significados y signos. Añádase la forma como el texto y avanza y la fuerza de los personajes. Esta obra es una creación sólida, profunda, que va hacia el fondo y regresa de él en un permanente oleaje de situaciones y mensajes. 


(Quito, abril 2009)