La frontera imposible

Modesto Ponce Maldonado

Bucaram y Fujimori están de "íntimos". Se abrazan y tutean. Abdalá ha sido invitado a Lima. Vaya, abogado Bucaram: esta herida abierta ha sangrado por mucho tiempo.

¿Realmente se ha querido arreglar el problema? Por esa tendencia a alimentar sospechas, acumular agravios, recelos y resentimientos, temo que las cosas seguirán igual. Entre la guerra y la paz hay otra alternativa: el ping pong, jugar a la paz y jugar a la guerra.

Si la solución estaría en manos de otros grupos, sería diferente. Entre estos grupos están los niños, los indígenas, los campesinos costeños, las organizaciones sociales, los grupos femeninos, las asociaciones de derechos humanos, los profesionales, los empresarios, los estudiantes, los obreros, y, ante todo, María, Juan, Teresa, Pablo, Pedro, Chavica, Luisa -todos ellos-, todos los que caminan por la calle o por un sendero polvoriento, toman un bus, van diariamente al trabajo, y sueñan sueños imposibles.

Porque todos ellos, al sentirse heridos en enero de 1995, no hicieron preguntas ni fijaron condiciones. Allí estuvieron cada pueblo, cada casa embanderada, las calles y las plazas repletas de viejos, niños, jóvenes, madres y esposas, con las manos unidas levantando una frontera invencible... Después, contados los muertos y los heridos, sumados los gastos y calculados los nuevos costos, el ecuatoriano común -el auténtico "Juan sin Cielo" de Carrera Andrade- retornó a sus propias trincheras, a seguir la batalla por la supervivencia.

Desde la escuela aprendimos que "el oriente es nuestro" (uno de los pilares del complejo de inferioridad ecuatoriano). En la Universidad aprendimos "Derecho Territorial". ¿Para qué? Al Amazonas no lo descubrimos nosotros, que aún no existíamos como Ecuador, sino los colonizadores españoles.

La tesis de dos o tres generaciones fue "mantener las cosas como están", aunque con distintos ropajes: "Tumbes, Marañón o la Guerra", nulidad, arreglo digno, herida abierta, brazos caídos. No obstante, en enero de 1995 quedó en nada: el Protocolo está "vigente", aunque -siempre habrá un eufemismo- no sea "válido". Algunos iniciaron el proceso hacia una solución realista. Fueron Galo Plaza, acosado y ofendido por cierto gobierno; Osvaldo Hurtado, a quien la oposición declaró "traidor"; y Rodrigo Borja, de quien la misma oposición política dijo: "preferimos un presidente peruano".

Tengo amigos peruanos, caminé por las calles de Lima y Arequipa, observé a las gentes, tan iguales, con la misma lengua, la misma piel, el mismo Dios, las mismas cruces sobre los hombros en la Lima que no puede ser mostrada a los turistas... Los rostros de los personajes de Vargas Llosa, de Ribeyro, de Bryce Echenique. Las palabras de Vallejo...

En el 41 perdimos la mitad del territorio, pero el alma está intacta y puede tener un nombre: nación ecuatoriana. No habrá nación si vivimos a la defensiva, con temor, manteniendo la puerta abierta por la cual una noche podrá entrar un salteador a sembrar nuestra tierra de cadáveres "antes de hora -como diría Jorge Enrique Adoum- porque siempre reciben el disparo en el momento en que parecen preguntar 'Por qué' y se quedan con la atroz curiosidad abierta en la boca para siempre..."

Después de la guerra, ecuatorianos y peruanos se abrazaron en Huaquillas; en el Alto Cenepa los hijos del puma y de mil aves voladoras se dolieron de haberse matado entre sí; los creyentes oraron por la paz; los intelectuales se dieron cita en la frontera; las organizaciones indígenas opinaron lo que nosotros, los mestizos, sometidos al tabú y al miedo de hablar y decir las cosas, callamos... Ya tenemos la voz de los pueblos. ¿Qué más queremos? Basta de declamaciones ambiguas y de sueños amazónicos. ¡Hay demasiadas cosas que hacer en el país, carajo! El nuevo Ecuador, del cual se habló, debería empezar con los pies sobre la tierra.

¿De qué sirve una salida soberana al Amazonas? El mismo Protocolo, en el artículo 6, reconoce el derecho a la libre navegabilidad. ¿El estómago y el derecho a una vida mejor, cuando los recursos destinados a armarse tengan otro fin, no son soberanos? ¿Por qué el Ecuador no propone un proceso de desarme a los países andinos? ¿Por qué no puede trazarse la frontera a base de una línea que reconozca las posiciones "de hecho" que se mantienen desde hace décadas? ¿Por qué no se crea en la región una gran reserva ecológica y turística abierta al mundo, con soberanía compartida y administrada por ambos países? Nadie me quita el derecho a soñar. ¿Quién me quitará el pesimismo? ¿Usted, señor Presidente?

(IX-96)