Javier Oquendo T.

Javier Oquendo T, Diario La Hora, Octubre 6, 1997

En una bella edición, con un sorprendente azul en la portada y un cuidado editorial envidiable, Modesto Ponce, un joven cuentista de 59 años, acaba de publicar su pri­mer libro. Y su primer libro fue una sorpresa ligada con la ma­durez. Un libro de gran madu­rez en la edad -que es mucho más joven que otros en crono­logía que traen despatarrados cuentos- y en la temática. Cuentos de todo, para todos. En diversas extensiones. Mo­desto, muchos meses antes nos tuvo amenazando sobre la pu­blicación de "También tus arci­llas" (Editorial "Quipus", no­viembre de 1996), donde co­mienzan a desprenderse 13 na­rraciones cortas con una preci­sión lingüística perfecta. Aun­que hay cuentos y "cuentos" -mayores y menores- hay un do­minio de la lengua de envidia­ble maestría. Sus cuentos añe­jos y nuevos han sido corregi­dos y re-corregidos por la plu­ma cuidadosa de Ponce, que entrega un libro a la gran bi­blioteca de la patria, que ya compone un libro cumbre para entender la cuentística del país. Hay un cuento realmente ge­nial, llamado "Tengo un com­promiso a las doce", en donde se dibuja el personaje típica­mente quiteño: "el Chulla", un homenaje a Luis Alfonso Ro­mero y Flores, el inmortal "Chulla" que dibujó Icaza y que Modesto Ponce -su nombre es digno de su calidad humana-pone en juego al último "chu­lla", un hombre ensortijado en el tiempo como un espejo de la realidad post-moderna que vi­vimos, y la irrealidad del tiem­po y el espacio ya no hay espa­cio para los "chullas" y su "sal"-. Ponce crea al personaje de una manera sutil, casi coloquial, para desembocar en un final tan preciso, que deja lec­tor en medio del desorden psi­cológico -que tienen, por lo ge­neral, los personajes de este li­bro-. Libro jugoso como diría Jenie Carrasco "una Opera pri­ma". "Sara" es otro bellísimo cuento que narra la historia de un niña que visita un faro, las entradas del mar, y en él crea una fantástica historia, donde la condición humana, la imagi­nación , sobretodo, la ternura forman parte del gran cuento. Su lenguaje preciso, repleto de una reflexión, donde nada falta ni sobra -hay poesía, directa na­rración, humor-. '|iay un bos­que espeso hacia el oeste", es el texto final elástico, del círculo final, de la secuencia del lector frente al escritor, que es quien en realidad termina la historia. En el cuento "Nos veremos pronto, mi amor", la palabra, por si sola, cobra una importan­cia decisiva. Cada palabra (y cada punto y cada coma) es im­portantísima, porque de ella depende la coherencia total, el zumo de una historia tan banal y tan absolutamente importan­te, parecería la esencia de cual­quier paraje bíblico. Los tiem­pos, los espacios, las situacio­nes , los personajes, se mezclan en una absorbencia lingüística, y luego consiguen la total co­municación, algo así como el ovillo de lana de la abuela, que al desenredarse aparece el es­carpín fresco del nieto. Cuentos sabrosos, de gran gusto estéti­co, de dimensiones reales. Gran narrador, este Modesto Ponce. Ojalá nos sigue entregando la madurez de su verbo, porque ahora que nos dio el primero, queremos el segundo y el terce­ro. Y el tiempo -y el lenguaje-ya no le van a perdonar la osa­día de su literatura.