13 cucharadas de harina de trigo + 1 para extender la masa
70 gramos de mantequilla sin sal, fría y cortada en cubitos
3 cucharadas de azúcar glas
1 huevo campero
1 pizca de sal
Relleno
500 gramos de calabaza cruda, sin cáscara y cortada en cubitos
1 lata de leche condensada de 400 gramos
150 gramos de queso crema
2 huevos camperos
60 ml de agua
½ cucharadita de canela molida
¼ de cucharadita de jengibre molido
¼ de cucharadita de nuez moscada molida
Preparación
Echaremos la harina, con un colador, en un bol, incorporaremos los cubitos fríos de mantequilla y mezclaremos, dando pellizcos con nuestros dedos hasta conseguir una textura arenosa (así, la mantequilla atrapará el gluten de la harina y nos quedará una masa crujiente).
Agregaremos el azúcar glas y seguiremos mezclando hasta que quede todo bien integrado.
Añadiremos el huevo y la pizca de sal e integraremos poco a poco hasta formar una masa que no se pegue a los dedos, no manipulándola demasiado.
La envolveremos con film transparente y dejaremos que repose en la nevera unos 30 minutos.
Pasado el tiempo, espolvorearemos una cucharada más de harina sobre la encimera, colocaremos la masa encima y la extenderemos con ayuda de un rodillo, intentando darle forma circular y procurando que no quede demasiado fina.
Una vez conseguido, la enrollaremos sobre el mismo rodillo para desenrollarla en un molde en el que habremos colocado un papel de horno o sulfurizado. Si en este paso, se os rompe un poco la masa, no os preocupéis, es completamente normal. Tomaremos los trocitos rotos y los arreglaremos después en el molde (el mío mide 28 cm de diámetro y 3 cm de alto).
Ajustaremos bien la masa en el molde con los dedos o con un vaso. Si sobran bordes, podemos recortarlos con un cuchillo y colocar el sobrante donde veamos huecos libres.
Pincharemos la base y los bordes de la masa con un tenedor y colocaremos otro papel sulfurizado sobre la misma junto con unas legumbres, para evitar que suba cuando la estemos horneando.
Reservaremos en la nevera mientras hacemos el relleno.
En una cazuela, a fuego fuerte, pondremos el agua y la calabaza.
Una vez empiece a hervir, bajaremos el fuego a la mitad, cubriremos y dejaremos cocinar entre 10-15 minutos o hasta que esté blandita.
Retiraremos, reservaremos y precalentaremos el horno a 180 ºC por arriba y abajo.
Colaremos la calabaza y chafaremos con un tenedor, en el mismo colador, para eliminar el exceso de agua.
El puré resultante lo vamos a depositar en un bol junto con los huevos, el queso crema, la canela, el jengibre y la nuez moscada. Removeremos un poco y por último, incorporaremos la leche condensada.
Batiremos con la batidora para eliminar grumos.
Hornearemos la masa, sin el relleno, a 180 ºC por arriba y abajo, unos 8 minutos.
Pasado el tiempo, retiraremos las legumbres, verteremos el relleno de calabaza y hornearemos a 180 ºC por arriba y abajo entre 30-35 minutos más.
Una vez conseguido, sacaremos nuestra tarta del horno, la dejaremos enfriar, primero, a temperatura ambiente y después unas 2 horas en la nevera.
Serviremos y decoraremos a nuestro gusto (estoy utilizando un poco de nata montada, calabaza rallada, canela molida y unas hojas de menta).