Mateo 1:11

Capítulos 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28

Versículos 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25

Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos

ιωσιας δε εγεννησεν τον ιεχονιαν και τους αδελφους αυτου

iôsias de egennêsen ton iechonian kai tous adelphous autou

Josías[2] y[1] engendró a Jeconías y a los hermanos de él

en el tiempo de la deportación a Babilonia

επι της μετοικεσιας βαβυλωνος

epi tês metoikesias babulônos

en ocasión del cautiverio de Babilonia

Textus Receptus Stephanus 1550

ιωσιας δε εγεννησεν τον ιεχονιαν και τους αδελφους αυτου επι της μετοικεσιας βαβυλωνος

Vulgata

Iosias autem genuit Iechoniam et fratres eius in transmigratione Babylonis

Almeida Revista e Atualizada

Josias gerou a Jeconias e a seus irmãos, no tempo do exílio na Babilônia.

La Nuova Diodati

Iosia generò Ieconia e i suoi fratelli

al tempo della deportazione in Babilonia.

Luther Bibel 1545

Josia zeugte Jechonja und seine Brüder um die Zeit der babylonischen Gefangenschaft.

Jeconías

Heb. יכניה [Yekonyâhû], "Yahweh establecerá". Otro nombre para Joaquín.

Salvo en un caso (Jer. 52: 31), Jeremías llama a este rey "Conías" (Jer. 22: 24, 28; 37: 1) o Jeconías (Jer. 24: 1; 27: 20; 28: 4; 29: 2). En Crónicas se lo llama tanto Jeconías (1 Crón. 3: 16, 17) como Joaquín (2 Crón. 36: 9). En Ester 2: 6 aparece como Jeconías. La diferencia entre Jeconías y Joaquín es que se invierte el orden de los dos componentes del nombre. Ambos nombres significan, "Jehová establecerá". En la palabra Conías desaparece el signo del tiempo futuro, y el nombre significa "Jehová establece".

Decimonoveno gobernante del reino sureño de Judá. Sólo reinó 3 meses y 10 días (598-597 a.C.). Fue hijo y sucesor de Joacim, y llegó al trono a la edad de 18 años (2 Reyes 24:8). En 2 Crónicas 36:9 se dice que tenía 8 años, aunque la versión Siríaca y la LXX dicen 18. Que 18 es la cifra correcta lo demuestra el hecho de que tenía suficiente edad para tener "mujeres" cuando fue llevado cautivo a Babilonia al fin de su breve reinado (2 Reyes 24:15). De acuerdo con tabletas cuneifonnes babilónicas fue padre de 5 hijos sólo 5 años más tarde, lo que confirma haber tenido 18 años y no 8 cuando llegó a ser rey.

La Crónica Babilónica -que trata del 7º año babilónico del reinado de Nabucodonosor (598/97 a.C.)- describe la captura de Jerusalén en el 597 a.C. y la cautividad de Joaquín como también el ascenso de su tío al trono en las siguientes breves frases:

Nabucodonosor "acampó contra la ciudad de Judá y el 2º día del mes de Adar tomó la ciudad y capturó al rey. Designó allí un rey de su elección [lit. "corazón"], recibió un pesado tributo y [los] envió a Babilonia".

Este texto da una fecha exacta para el comienzo de la cautividad de Joaquín que, en términos de nuestro calendario, sería aproximadamente el 16 de marzo del 597 a.C.

El joven rey se rindió a Nabucodonosor y fue posteriormente llevado cautivo a Babilonia junto con su madre, sus esposas, sus cortesanos y unos 10. 000 cautivos, entre los cuales estaba el profeta Ezequiel (2 Rey. 24:10-16; 2 Crón. 36:9, 10; Eze. 1:1-3; 33:21). En el trono fue puesto el tío de Joaquín: Sedequías (2 Rey. 24:17).

No sólo el descubrimiento de la Crónica Babilónica, sino también otros hallazgos en Palestina y Babilonia han arrojado luz sobre el reinado de Joaquín.

Tres impresiones sobre arcilla de un sello real fueron halladas en Tell Beit Mirsim y en Bet-semes, en Palestina, y tienen la inscripción: "Perteneciente a Eliaquim, mayordomo de Yaukin". Yaukin es una forma abreviada de Joaquín. Albright tal vez esté en lo cierto con respecto a que ellos son evidencias de que la cautividad de Joaquín tenía la intención de ser sólo temporaria, y que se lo tenía en reserva para ocupar el trono si Nabucodonosor lo encontraba ventajoso.

En armonía con este concepto, las propiedades de Joaquín en Palestina no fueron confiscadas por Sedequías, sino que todavía eran administradas en nombre de Joaquín por el mayordomo principal. Varias tabletas cuneiformes de Babilonia apoyan esta opinión. Pertenecen a una colección de 300 que contienen el registro del otorgamiento de raciones gubernamentales a dependientes del palacio durante los años 595 a 570 a.C. En algunas de ellas, del 592 a.C., el "rey Ya'ûkinu de Judá" con 5 de sus hijos y su tutor Kenaías son mencionados como recipientes de las raciones reales. Parece que en ese tiempo Joaquín todavía era considerado rey, estaba en libertad y se podía mover libremente en la ciudad de Babilonia. Su encarcelamiento debió haber ocurrido más tarde, cuando la situación Política de Judá y la inquietud entre los gentiles (Jeremías 29) hicieron aconsejable ponerlo en prisión. No fue si no hasta el año 37º de su cautividad cuando Evil-merodac (Amel Marduk), hijo y sucesor de Nabucodonosor, lo liberó de la prisión y lo exoneró (2 Rey. 25:27-30; Jer. 52:31-34).¹

Westcott-Hort 1881

ιωσιας δε εγεννησεν τον ιεχονιαν και

τους αδελφους αυτου

επι της μετοικεσιας βαβυλωνος

Reina-Valera 1960

Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, en el tiempo de la deportación a Babilonia.

King James Version

And Josias begat Jechonias and his brethren, about the time they were carried away to Babylon:

La Bible du Semeur

A l'époque de la déportation à Babylone, Josias eut pour descendant Yékonia et ses frères.

Russian Synodal Version

Иосия родил Иоакима; Иоаким родил Иехонию и братьев его,

перед переселением в Вавилон.

Deportación

μετοικεσιας [metoikesias] (Sustantivo femenino).

De μετοικια (μετα [meta], y οικος [oikos], "casa" ["hogar", "habitación", "domicilio"], la retirada de un domicilio a otro, especialmente un retiro forzoso. μετοικεσιας [metoikesias] aparece 4 veces en el NT: Mateo 1:11, 12, 17(2) y se refiere al exilio/cautiverio de los judíos.

En la LXX, este vocablo, aparece en

Jueces 18:30

(RV-1960 "cautiverio");

2 Reyes 24:16

(RV-1960 "cautivos");

Jeremías 29:20

(RV-1960 "transportados");

Ezequiel 12:11

(RV-1960 "destierro");

Abdías 20 (2)

(RV-1960 "cautivos"... "cautivos");

Nahum 3:10

(RV-1960 "llevada"),

como traducción del hebreo גולה [golah] (44 veces en el AT.), "exilio, exiliado", "cautivo", "cautiverio"; del verbo גלה [galah] , "quitar", "sacar", "desnudar", "tornar una tierra 'desnuda' de sus habitantes", i.e. "emigrar" (de buena voluntad, o sin estar dispuesto, forzadamente).

Lamentaciones 1:7

(RV-1960 "caída"), como traducción de משבתה [mishbattim], plural de משבת [mishbath], "cesación", "aniquilación", "destrucción", "calamidad".

¹ Bib.: W. F. Aibright, JBL 51 (1932): 77-106; BA 5 (1942): 49-55; D. J. Wiseman, ed., Chronicles of the Chaldaean Kings (626-556 a.C.) in the British Museum [Crónicas de los reyes caldeos (626-556 a.C.) en el Museo Británico] (Londres, 1956), pp 32-34, 73.

Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia. (BJ)

Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos durante la deportación a Babilonia. (LBLA)

Deportación / cautiverio / exilio

Estas palabras son traducciones de términos hebreos y griegos con ligeras diferencias de significado que designan:

1. Estado de restricción o confinamiento, sea literal o figurado.

2. Traslado a un país extranjero.

En el AT, שבי [shebi] y שבות [shebuth] tienen un rango más amplio de significación, incluyendo el exilio a un país extranjero, mientras que גולה [golah] y גלות [galuth] se usan exclusivamente en este último sentido, particularmente con referencia al cautiverio asirio del reino del norte, Israel, y al cautiverio babilónico del reino del sur, Judá.

En el NT se usan las palabras griegas αιχμαλωσια [aichmalôsia], αιχμαλωτευω [aichmalôteuô], αιχμαλωτιζω [aichmalôtizô], αιχμαλωτος [aichmalôtos] ("cautividad, [cautiverio]", "ser hecho cautivo", "cautivo"), μετοικεσιας [metoikesias] ("deportación"), μετοικιζω [metoikizô], ("trasladar", "transportar") y παροικια [paroikia] ("extranjería", "peregrinación".

La mayoría de los términos hebreos y griegos tiene una connotación de "exilio".

I. Cautiverio asirio de las 10 tribus.

Asiria fue la 1ª nación de la antigüedad en practicar la deportación en masa de los pueblos conquistados -o por lo menos a sus hombres más destacados-, a regiones remotas como medio para evitar revueltas en las tierras avasalladas. Después de un

siglo de pagos intermitentes de tributos a Asiria, el reino del norte, Israel, se derrumbó

y finalmente cayó bajo los golpes sucesivos y crecientes de los reyes Tiglat-pileser III (745-727 a.C.), Salmanasar V (727-722 a.C.) y Sargón II (722-705 a.C.).

Tiglat-pileser, probablemente en su campaña del 733/32, ocupó la mayor parte de Galilea y Galaad y deportó a los habitantes de esas regiones al este (2 Rey. 16:5-9; 15:27-29). Al mismo tiempo, posiblemente habiendo hecho arreglos para asesinar al rey Peka de Israel, puso a Oseas sobre el trono como rey vasallo de Asiria, exigiéndole un tributo muy pesado por ese privilegio (cerca de 732-722 a.C.).

En su desesperación, Oseas selló una alianza con Egipto contra Asiria; como resultado, Salmanasar, que había sucedido a Tiglat-pileser, invadió Israel, sitió Samaria y tomó la ciudad después de 3 años, probablemente el último año de su reinado (2 Rey. 18:10; 723/722 a.C.), pues queda cierta inseguridad con respecto a cuándo cayó Samaria, capital del reino del norte, si antes o después de la muerte de Salmanasar. La mayoría de los habitantes que quedaron fueron deportados a Mesopotamia y a Media, y se trajeron colonos de otras tierras conquistadas para reemplazarlos (2 Rey. 17:5, 6, 18). La mezcla de los israelitas que quedaron con esos extranjeros dio por resultado la raza samaritano (vers. 19-41). No se sabe con certeza hasta qué punto y por cuánto tiempo mantuvieron su identidad los exiliados del reino del norte, aunque escritores bíblicos posteriores mencionan ocasionalmente las 12 tribus (véase Esdras 6:17; 8:35; Hechos 26:7).

II. Cautiverio babilónico de Judá.

Los intentos de Sargón II (722-705 a.C.) y de Senaquerib (705-681 a.C.) de subyugar a Judá no tuvieron éxito. El primero conquistó una pequeña región costera de Judá. En 2 invasiones -la 1ª en el 701 y la 2ª algo de 10 años más tarde- Senaquerib dominó la región entera excepto la ciudad de Jerusalén, que fue salvada por intervención divina (2 Rey. 18:13-19:37). Grandemente reducida en tamaño, Judá permaneció independiente por casi otro siglo, hasta la invasión de Nabucodonosor (605 a.C.). Recientemente victorioso sobre los restos del poder asirio, Nabucodonosor capturó Jerusalén ese año, saqueó el templo y llevó a algunos miembros de la familia real y de la nobleza en cautiverio a Babilonia (2 Crón. 36:3-7; Dan. 1:1-3). Dejó a Joacim como rey vasallo sujeto a Babilonia, pero cuando éste se rebeló, Nabucodonosor envió un ejército que saqueó la tierra (2 R. 24:1, 2) y deportó a 3.023 judíos a Babilonia (Jer. 52:28).

Hacia fines del 598 a.C. los caldeos aparentemente entraron de nuevo en Jerusalén, ataron con cadenas a Joacim para deportarlo y se apoderaron de más tesoros del templo (2 Crón. 36:6, 7).

Joacim murió en Jerusalén, no mucho después de la derrota, quizá por accidente o maltrato de los soldados (Jer. 22:18, 19). Lo sucedió en el trono su hijo Joaquín (2 Rey. 24:8, 9) que reinó sólo 3 meses antes que Nabucodonosor volviera en persona (597 a.C.) y lo llevara a Babilonia, junto con 7.000 soldados, 1.000 artesanos hábiles y el resto del tesoro del templo (2 Rey. 24:10-16), en el trono dejó a Sedequías, tío de Joaquín. Poco inclinado a seguir el curso de acción recomendado por Jeremías, Sedequías se dejó arrastrar por la marea cambiante de la opinión popular, y como resaltado fue un gobernante débil y vacilante. Este defecto de carácter lo perdió e hizo que la desolación total de Jerusalén fuera un hecho inevitable.

Por un tiempo permaneció sometido a Babilonia; en el 4º año de su reinado hizo un viaje a la capital caldea quizá para renovar su promesa de lealtad (Jer. 51:59). Pero más tarde habría negociado una alianza con naciones vecinas para sacudir el yugo babilónico (27:1-3, 12-22; 28:1, 2): previendo una invasión de Palestina por Nabucodonosor, pactó con el rey de Egipto (Psamético II) su ayuda para este caso (37:6-10).

Con el tiempo y como era de esperar, las fuerzas babilónicas regresaron, pusieron sitio a Jerusalén (aproximadamente el 15 de enero del 588 a.C.) y entraron en ella 30 meses más tarde (aproximadamente el 19 de julio del 586 a.C.; 2 R. 25:1, 2, Jer. 39:2).

La ciudad fue saqueada sistemáticamente, sus muros derribados y, un mes más tarde, incendiada totalmente (Jer. 39:8). Sedequías y la mayoría de sus súbditos fueron transportados a Babilonia, y sólo quedaron unos pocos habitantes de las clases más pobres en todo Judá (vers. 9, 10). Sobre este remanente, Nabucodonosor puso como gobernador a Gedalías, pero un realista fanático llamado Ismael mató al gobernador, a sus auxiliares y a la guarnición caldea (41:1-3). Temeroso de la represalia, los judíos remanentes huyeron a Egipto bajo la dirección de Johanán, y se establecieron allí (43:5-7). Jerusalén y Judea quedaron desoladas y despobladas por unos 50 años, hasta que unos 50.000 exiliados regresaron bajo las órdenes de Zorobabel

BABILONIA

Heb. בבל [babel]. De acuerdo con Génesis 11:9, el nombre significa "confusión [mezcla]" (basado en el verbo בלל [balal], "confundir [mezclar]").

Sin embargo, los babilonios explicaban que la denominación de su ciudad, Babilu o Babilani, quería decir "puerta de dios [los dioses]". Otros sugerían que debía su origen a una derivación del verbo babilonio babalu, "esparcir [dispersar]"; pero los ciudadanos no habrían estado muy orgullosos de ello, y de allí su composición en babu, "puerta", más ilu, "dios".

Gr. βαβυλων [Babulôn].

La ciudad.

Estaba en el valle de la Mesopotamia y fue una de las primeras en fundarse después del diluvio (Génesis 10:10). Poco se sabe de su historia y sus características preimperiales; las excavaciones sólo revelaron los niveles superiores, que incluyen los del reino neobabilónico. Como las napas freáticas están más altas que en tiempos antiguos, los restos de las ciudades primitivas están por debajo del nivel del agua subterránea.

La ciudad experimentó su primer ascenso en importancia al erigirse en capital de la primera dinastía (amorrea) de Babilonia, a la que perteneció el famoso Hamurabi. Esta jerarquía política desapareció al caer la dinastía, pero Babilonia siguió siendo un centro cultural y religioso muy respetado en el mundo antiguo. Durante el Imperio Asirio, aquél fue un reino vasallo de éste, pero con frecuencia se rebeló contra el yugo de sus amos. Senaquerib se fastidió tanto con sus frecuentes levantamientos que la destruyó totalmente (689 a.C.), con la idea de no permitir su reconstrucción. Sin embargo, la opinión pública de su tierra natal se opuso a este acto impulsivo, y la restauración de la ciudad comenzó inmediatamente después de su muerte.

Cuando Nabopolasar fundó el reino independiente de Babilonia (626 a.C.), la ciudad llegó a ser capital de la nueva monarquía y muy pronto la de un extendido imperio. La parte de este período fue excavada por R. Koldewey desde 1899 hasta 1917 por encargo de la Sociedad Oriental Alemana. Estas excavaciones mostraron que la Babilonia antigua o interior -es decir, la parte original de la ciudad- estaba sobre la margen oriental del río Eufrates y tenía una superficie de unos 2,5 Km². En su esquina noroeste estaba el palacio real, y al sur el sagrado recinto de la Esagila -en el cual se levantaba el Etemenanki (la torre-templo de unos 90 m de altura;)- y el famoso templo a Marduk. Nabucodonosor reconstruyó y amplió el palacio, y añadió, entre otras cosas, la estructura formada por arcos que sostenía un jardín: los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las siete maravillas del mundo antiguo. También añadió una Ciudad Nueva en la ribera occidental del río, y las interconectó con un puente permanente. Unos 2,5 km al norte de la ciudad edificó otro palacio, el Palacio de Verano; un muro doble incluía este palacio y los suburbios. Además, rodeó la Ciudad Nueva con una muralla doble y, por fuera y a lo largo de ella, con un foso lleno de agua como protección.

Con un perímetro total de 16 km, probablemente Babilonia fuera la ciudad más grande de la antigüedad, con la posible excepción de Tebas, en Egipto. Fue construida con ladrillos (el suelo aluvial no contenía piedras): los comunes no eran cocidos, pero los edificios públicos tenían un revestimiento de ladrillos cocidos y esmaltados de diversos colores, los que le daban a la metrópolis una belleza que difícilmente fue igualada por ninguna otra ciudad de tamaño comparable. Los ladrillos del muro exterior de la ciudad eran amarillos; los de las puertas, azules; los de los palacios, rosados; y los de los templos, blancos. Además, las puertas de la ciudad estaban decoradas con toros en relieve que alternaban con dragones de varios colores. Las paredes de la Avenida o Calle de la Procesión, que corría desde el norte hacia el templo de Marduk, mostraban leones de varios colores en relieves sobre ladrillos esmaltados. No nos extrañemos de que el constructor de esta ciudad se sintiera orgulloso de ella. Este hecho no sólo aparece en el libro de Daniel (cap. 4:30), sino también en las inscripciones que Nabucodonosor dejó para la posteridad, con el fin de proclamar su fama y su nombre.

Contra Babilonia se pronunciaron numerosas profecías; ellas vaticinaban que sería destruida y llegaría a ser un lugar deshabitado (Isaías 13; 14:1-23; Jeremías 50; 51). Estas predicciones se cumplieron gradualmente. Cuando Ciro el Grande conquistó la ciudad por sorpresa (539 a.C.), no hubo violencia y fue tomada intacta por los persas, quienes la hicieron una de las capitales del nuevo imperio. Sin embargo, varios alzamientos contra el gobierno de Darío I antes y Jerjes después, condujeron a éste a castigar a la ciudad rebelde con la destrucción de sus palacios, templos y murallas c 480 a.C. También abolió el título de "rey de Babilonia", que él y sus antecesores habían usado hasta ese tiempo, e hizo de Babilonia sólo una provincia. Un siglo y medio más tarde, Alejandro Magno planeó hacerla capital de su imperio, pero murió antes de comenzar su ambicioso proyecto. Ninguno de sus sucesores eligió Babilonia como su capital; en el 312 a.C. Seleuco I Nicator construyó Seleucia para tal propósito, a orillas del Tigris, usando mucho del material de la antigua Babilonia. Mapa XIII, C-5. Desde entonces hasta tiempos modernos, la ciudad sirvió como provisión de ladrillos: el dique sobre el río Hindiya fue construido con los de la antigua metrópolis; también Hilla, a unos 5,6 km al sur de Babilonia, y muchas aldeas que rodean sus ruinas. Así, la gran ciudad de tiempos antiguos quedó completamente olvidada.

Enormes montículos de escombros señalan los anteriores barrios de Babilonia: al norte está Tell Babil, que cubre los pobres restos del magnífico Palacio de Verano de Nabucodonosor; más al sur se encuentra el Kasr, bajo el cual yacen los confusos fundamentos y muros del área principal de palacios de la ciudad interior, mayormente excavados hoy. Al sur del Kasr están los montículos de Amran, el lugar del recinto sagrado de Marduk, con su templo Esagila sepultado bajo metros de escombros y arena. Los fundamentos de la torre-templo Etemenanki hoy se encuentran cubiertos por el agua que desbordó de las zanjas excavadas.

Las murallas de la ciudad antigua sólo se pueden adivinar en su mayor parte y se observan como montículos alargados, bajos y paralelos, que en apariencia y altura difieren muy poco de los bancos de los canales antiguos.

Babilonia también se menciona en el NT. Pedro envió saludos de la iglesia que está "en Babilonia" (1 Pedro 5:13), la que representaba a Roma y no a la aldea sin importancia que era todo lo que quedaba de la antigua ciudad, según creen generalmente los comentaristas.

Los antiguos rabinos usaban el nombre como un epíteto común para Roma (así se decía: "Llamaron al lugar Roma Babilonia"). En el Apocalipsis, Babilonia es el símbolo de la oposición a Cristo y a sus seguidores (Apocalipsis 14:8; 16:19; 17:18).

Bib.: R. Koldewey, The Excavations at Babylon [Las excavaciones en Babilonia].

El país

Nombre dado comúnmente a la parte sur de la Mesopotamia, desde el Golfo Pérsico hasta la latitud 34 aproximadamente. Toda la región estaba formada por depósitos aluviales y era sumamente fértil. Pero como la región no tenía lluvias suficientes, necesitaba riego. En tiempos antiguos había toda una red de canales que llevaban el agua a todas partes y la convertían en un hermoso jardín.

Inscripciones muy antiguas se refieren a este país como Sumer y Acad (a Acad se la llama Sinar [Génesis 10:10; 11:2; Isaías 11:11] o tierra de los Caldeos [Jeremías 24:5; 25:12; Ezequiel 12:13]; de manera que Sinar, Babilonia, Sumer y Acad a veces serían términos sinónimos para mencionar esa parte de la Mesopotamia). Sumer era la sección austral, desde el Golfo Pérsico hasta el paralelo 32; Acad, la del norte de ésta. Ambas tenían numerosas ciudades grandes y pequeñas. Las más importantes en Sumer fueron: Ur, Uruk (la Erek bíblica), Eridu, Nippur, Isin, Lagash y Larsa; y en Acad: Babel y/o Babilonia, Kish, Cutah, Borsippa y Sippar.

Los primeros habitantes de la región sur, según la información de que disponemos, fueron los súmeros: hablaban un idioma que no tiene afinidades con ningún otro conocido, antiguo o moderno; desarrollaron una elevada civilización; inventaron el arte de escribir y dos sistemas de calcular (el sexagesimal y el decimal); y dividieron el país en muchas ciudades-estados.

Sus divinidades principales fueron Anu, el dios cielo; Enlil, el dios de la atmósfera; Dingirmah, la diosa de la tierra y de la fertilidad; y Ea, el dios de las aguas. De acuerdo con la así llamada Cronología Corta, el primer período súmero fue reemplazado por la dinastía de Acad en el siglo XXIV a.C., cuando gobemantes semíticos los vencieron y tomaron el país. El gran rey Sargón de Acad creó un imperio que se extendió desde el Golfo Pérsico hasta el interior del Asia Menor. Después de un gobierno de un siglo, esta dinastía llegó a su fin por una invasión de pueblos montañeses: los gutios. Estos gobernaron toda la Mesopotamia, aunque algunas ciudades parecen haber tenido cierta autonomía, como la próspera Lagash (Tello) bajo el hábil gobierno de Gudea. Poco más de un siglo después los gutios fueron expulsados por los súmeros, cuyo poder resurgió. Establecieron la fuerte 3ª dinastía de Ur, que gobernó la Mesopotarnia inferior desde cerca de 2070 a.C. hasta cerca de 1960 a.C. Los reyes de esta dinastía codificaron leyes y construyeron un imperio económico fuerte y próspero. Después de la caída de Ur, el poder pasó a las dos ciudades de Isin y Larsa, por más de 100 años.

En el s XIX a.C. el país fue invadido dos veces: una por los elamitas de las montañas orientales; y otra por los amorreos del desierto de Siria. Los últimos fundaron una fuerte primera dinastía de Babilonia (cerca de 1830 a.C.), cuyo 6º rey fue el famoso Hamurabi (1728-1686 a.C.). Este venció al último rey de Larsa y gobernó sobre prácticamente toda la Mesopotamia. Durante este período, Babilonia fue la capital del imperio. Hamurabi es bien conocido como legislador, pero fue más que eso. También mostró ser un sabio administrador y un protector de la literatura y las artes. Su dinastía terminó por causa de una incursión de los hititas bajo Mursili I (cerca de 1550 a.C.). Estos invasores saquearon Babilonia, capturaron a su rey y se llevaron la estatua de oro del dios principal, Marduk. Durante el mismo tiempo los casitas del noreste dominaron el país y gobernaron la baja Mesopotamia por varios siglos.

En el s XIII a.C. los asirios, gobernados por Tukulti-Ninurta I, invadieron Babilonia (de nuevo se llevaron la estatua de oro de Marduk). Durante 6 siglos ésta dependió más o menos de Asiria. La rebelión contra el yugo extranjero era frecuente, pero regularmente suprimida. Tiglat-pileser III, quien introdujo diversas innovaciones militares y políticas, se estableció como rey de Babilonia (745-727 a.C.); también Sargón II. Pero Senaquerib, cansado de las constantes rebeliones, destruyó por completo la ciudad. Esar-hadón la reconstruyó, después de lo cual experimentó su período más floreciente. En el 626 a.C. Nabopolasar, un oficial caldeo sujeto a los asirios, se declaró rey de Babilonia, tal como lo había hecho un siglo antes uno de sus parientes de tribu, Marduk-apal-iddina (el Merodac-bala-dán bíblico, cuyo esfuerzo en favor de la independencia duró sólo 18 años, pero el nuevo reino llegó a ser un éxito y se convirtió en un imperio que pronto reemplazó al asirio).

Después que Nabopolasar luchó contra los asirios por varios años con resultados variados, se unió con los medos y con su ayuda, después de un sitio de 3 meses, conquistó Nínive (612 a.C.). Cuando los conquistadores dividieron el Imperio Asirio, el rey de Babilonia heredó toda la Mesopotamia, Siria y Palestina. Pero fue necesario que luchara unos años más contra una resistencia asiria remanente en la Mesopotamia superior, y también contra los egipcios que habían ayudado a los asirios y que trataban de adueñarse de Siria y Palestina. En el 605 a.C. Nabucodonosor, todavía príncipe heredero, derrotó a Necao de Egipto (primero en Carquemis y luego en Hamat). Ese mismo verano murió su padre y lo sucedió en el trono. Siguieron varias campañas anuales a Siria y Palestina; Jerusalén fue tomada varias veces y, después de su 3ª caída (586 a.C.), la ciudad rebelde fue destruida y su población deportada a Babilonia.

Nabucodonosor fue un rey fuerte y un gran constructor. Prácticamente reconstruyó la ciudad de Babilonia y erigió muchas estructuras en otras ciudades. Después de un gobierno exitoso de más de 40 años, le siguieron varios gobernantes débiles, bajo cuyas administraciones ineficientes el imperio se deterioró rápidamente. Su hijo, Amel-Marduk (el Evil-merodac de la Biblia), reinó sólo dos años (562-560 a.C.); fue asesinado y lo sucedió su cuñado, Nergal-shar-usur, quien gobernó durante cuatro años (560-556 a.C.). Lo siguió su hijo Laba-shi-Marduk, quien fue asesinado después de reinar menos de dos meses. Los asesinos pusieron a uno de los conspiradores en el trono: Nabonido. Este vio el peligro que venía de Persia y pactó una alianza contra ella con Egipto, Lidia y Esparta. También realizó campañas contra Arabia e hizo de Temán, en Arabia noroccidental, su residencia por muchos años, mientras su hijo mayor, Belsasar, a quien nombró corregente, gobernaba Babilonia. En octubre del 539 a.C., sólo 23 años después de la muerte de Nabucodonosor, el imperio cayó en manos de Ciro de Persia, casi sin lucha. Ciro forzó su entrada en el valle de la Mesopotamia en la batalla de Opis, y pocos días más tarde la capital cayó ante los persas sin lucha. Con esta caída terminó la historia de Babilonia como poder independiente. El reino fue parte del Imperio Persa, y más tarde reducido a una provincia. El territorio cayó ante Alejandro Magno y perteneció sucesivamente a los seléucidas, los partos, los sasánidas y a otros; hoy es parte de Iraq.

Bib.: A. L. Oppenheim, Ancient Mesopotamia [Mesopotamia antigua] (Chicago, 1964); H. W. F. Saggs, The Greatness that was BabyIon [La grandeza que fue Babilonia] (Londres, 1962).

1:10 1:12