3:3

"pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis."

ומפרי העץ אשר בתוך־הגן אמר

אלהים לא תאכלו ממנו

ולא תגעו בו פן־תמתון

וּמִפְּרִי הָעֵץ, אֲשֶׁר בְּתוֹךְ-הַגָּן אָמַר

,אֱלֹהִים לֹא תֹאכְלוּ מִמֶּנּוּ

וְלֹא תִגְּעוּ בּוֹ פֶּן-תְּמֻתוּן

LXX:

απο δε καρπου του ξυλου ο εστιν εν μεσω του παραδεισου ειπεν ο θεος ου φαγεσθε απ' αυτου ουδε μη αψησθε αυτου ινα μη αποθανητε

Vulgata:

de fructu vero ligni quod est in medio paradisi praecepit nobis Deus ne comederemus et ne tangeremus illud ne forte moriamur

Para que no muráis.

Dios declaró: "El día que de él comieres, ciertamente morirás".

Eva cambió esto en: "para que no muráis" - פֶּן-תְּמֻתוּן

En lugar de la plena seguridad de la pena de muerte que seguiría a la transgresión de la orden, declaró la mujer que podría seguir la muerte a un acto tal.

Las palabras "para que no" - פֶּן [pen]- implican alarma íntima ante el pensamiento de jugar con algo que podría resultar fatal, escondida debajo de una apariencia cínica ante la idea de que tal cosa pudiera ocurrir realmente. La duda y vacilación del lenguaje de Eva, reflejando el de la serpiente, hacen que predomine el temor a la muerte en el motivo de la obediencia antes que un amor inherente hacia su benéfico Creador.

Otro síntoma de la duda despertado en cuanto a la justicia absoluta de la orden de Dios es que Eva no mencionó el nombre del árbol que seguramente conocía. Al hablar de ese árbol en términos generales en cuanto a su ubicación como el "que está en medio del huerto", lo colocó casi en la misma clase con los otros árboles de su hogar edénico.

3:2 3:4