14:20

"y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano.

Y le dio Abram los diezmos de todo."

וברוך אל עליון אשר־מגן צריך

בידך ויתן־לו מעשר מכל

וּבָרוּךְ אֵל עֶלְיוֹן, אֲשֶׁר-מִגֵּן צָרֶיךָ

בְּיָדֶךָ; וַיִּתֶּן-לוֹ מַעֲשֵׂר, מִכֹּל

LXX:

και ευλογητος ο θεος ο υψιστος ος παρεδωκεν τους εχθρους σου υποχειριους σοι και εδωκεν αυτω δεκατην απο παντων

Vulgata:

et benedictus Deus excelsus quo protegente hostes in manibus tuis sunt et dedit ei decimas ex omnibus

Diezmos.

מעשר

m' shr [ma'ashr], "décima parte". Gr. δεκατη "décimo", "diezmo".

Dar el diezmo del botín tomado a los enemigos fue un reconocimiento del sacerdocio divino de Melquisedec y prueba que Abram conocía bien el sagrado requisito de pagar diezmo. Esta es la primera mención del diezmo reconocida repetidas veces tanto a través del AT como del NT como un requisito divino (ver Gén. 28: 22; Lev. 27: 30-33; Núm. 18: 21-28; Neh. 13: 12; Mat. 23: 23; Heb. 7: 8).

El hecho de que Abram pagara el diezmo muestra claramente que este requisito no fue un recurso posterior y temporario para sostener el sistema de sacrificios, sino que fue una práctica instituida divinamente desde los tiempos más remotos. Al devolver al Señor una décima parte de sus ingresos, el creyente reconoce que Dios es el dueño de todas sus propiedades.

Abram, de quien Dios testificó que había guardado sus mandamientos, estatutos y leyes (Gén. 26: 5), cumplía concienzudamente todos sus deberes religiosos. Uno de ellos fue devolver a Dios una décima parte de sus ingresos. Con este acto, el padre de los fieles dio un ejemplo para todos los que desean servir a Dios y participar de las bendiciones divinas. Como en los días de la antigüedad, las promesas de Dios son todavía válidas para los fieles en pagar el diezmo (Mal. 3: 10). Dios todavía está listo para cumplir sus promesas y bendecir ricamente a quienes, como Abram, le devuelven un diezmo fiel de sus ingresos.

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