11:32

"Y fueron los días de Taré doscientos cinco años; y murió Taré en Harán."

ויהיו ימי־תרח חמש שנים

ומאתים שנה וימת תרח בחרן

וַיִּהְיוּ יְמֵי-תֶרַח, חָמֵשׁ שָׁנִים

וּמָאתַיִם שָׁנָה; וַיָּמָת תֶּרַח, בְּחָרָן

LXX:

και εγενοντο αι ημεραι θαρα εν χαρραν διακοσια πεντε ετη

και απεθανεν θαρα εν χαρραν

Vulgata:

et facti sunt dies Thare ducentorum quinque annorum

et mortuus est in Haran

Murió Taré en Harán.

No se dice cuánto tiempo vivió Taré en Harán. En vista de la proverbial prontitud de Abram para obedecer a Dios, parece muy poco probable que él hubiera permanecido en Harán durante muchos años, sabiendo que el Señor quería que fuera a Canaán, a no ser debido a la edad o enfermedad de su padre. Es más probable que Taré se detuviera durante un tiempo cerca del río Balik para restablecerse, y no que la atracción de la zona lo hubiera inducido a olvidar su propósito. En tales circunstancias, la piedad filial habría mantenido a Abram cuidando solícitamente de su padre. Todos habrían pues permanecido en Harán con el propósito de reanudar su marcha cuando se sanara Taré. Cuando él murió, Abram y Lot siguieron adelante con su plan original, pero otros miembros de la familia fueron cautivados por la fertilidad de la región y no estuvieron

dispuestos a dejarla.

Al igual que Moisés algunos siglos después, Taré no entró en la tierra prometida. Estamos obligados a recordar nuestra condición de peregrinos porque muchos de los fieles hijos de Dios mueren en su camino a la Canaán celestial. Sin embargo, lo grave de la muerte de Taré no fue nada en comparación con la decisión de Nacor de permanecer en Harán. El y su familia, voluntariamente, se apartaron de las promesas de Dios rehusando acompañar a Abram hasta la tierra prometida. Como resultado, finalmente ellos y sus descendientes desaparecieron del escenario de la historia, al paso que Abram y su posteridad permanecieron por siglos como el receptáculo del favor especial de Dios y el canal de la bendición celestial para el mundo.

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