3. Unciales, cursivos y leccionarios

Ningún estudiante del texto del Nuevo Testamento puede recordar todos los manuscritos bíblicos, y aun es difícil que recuerde todos los unciales. Sin embargo, debiera estar familiarizado con algunos de los manuscritos más antiguos y más famosos sobre cuya validez se basan las ediciones impresas del texto griego del Nuevo Testamento que marcan la pauta, y también las traducciones modernas, tales como la RVR, BJ, BC, NC, etc.

Códice Vaticano (B)

El Códice Vaticano es uno de los dos códices bíblicos de pergamino más antiguos que se conocen hasta ahora. No se sabe cómo llegó a la biblioteca del Vaticano; pero en 1481, cuando se hizo el primer catálogo de esa biblioteca, ya estaba allí. No se usó durante siglos, y las autoridades del Vaticano aun lo negaron a veces a los eruditos que querían consultarlo. Después de muchos esfuerzos estériles, finalmente el erudito bíblico alemán, Constantin Tischendorf, obtuvo permiso para su publicación, lo cual hizo en 1867. Un facsímile científicamente satisfactorio apareció en 1904. Este precioso documento quedó así al alcance de todos los eruditos.

Este códice tiene 759 hojas, de las cuales 142 abarcan el Nuevo Testamento. Se han conservado los Evangelios, los Hechos, las epístolas generales (o "universales"), las cartas de Pablo y Hebreos hasta el cap. 9:14. Faltan el resto de Hebreos, 1 Timoteo, Tito, Filemón y Apocalipsis. Las páginas miden unos 25 por 25 cm, con tres columnas de 42 líneas cada una. La escritura es nítida y elegante, y corresponde con el estilo del siglo IV.

Desafortunadamente el manuscrito sufrió las añadiduras hechas por una mano posterior, entre los siglos VIII y X. Esa persona repasó el texto que había palidecido y añadió marcas diacríticas. Además, ese escriba desconocido procedió como un crítico textual pues no repasó las palabras y letras que le parecía que estaban fuera de lugar. Dos correctores posteriores añadieran otras alteraciones.

Sección de Lucas 7 del Códice Vaticano escrito en mayúscula (uncial), con columnas de 42 líneas,

sin separación entre las palabras y muy pocos signos de puntuación;

los acentos y las pausas fueron agregados más tarde.

Códice Sinaítico ( א )

(א, a veces indicado con el símbolo S).

Este manuscrito es el segundo de los códices de pergamino más antiguo de la Biblia. Tischendorf descubrió 129 hojas de él en un cesto de papeles del monasterio de Santa Catalina, en el monte Sinaí, en 1844. En ese momento pudo llevar con él 43 hojas, que han quedado en poder de la biblioteca de la Universidad de Leipzig. Después de una segunda búsqueda en 1853, que resultó infructuosa, finalmente consiguió encontrar el resto del manuscrito durante una tercera permanencia en el monasterio en 1859.

Por pedido de Tischendorf, el monasterio donó el códice al zar de Rusia Alejandro II, quien lo colocó en la biblioteca imperial de San Petersburgo. En 1933 el gobierno soviético lo vendió a Gran Bretaña por 100.000 libras esterlinas y desde entonces ha estado en el Museo Británico de Londres.

En 1862 Tischendorf publicó un facsímile del Sinaítico en cuatro tomos monumentales. Una reproducción fotográfica apareció en 1911.

Comienzo de Marcos 1 en el Códice Sinaítico con cuatro columnas de 48 líneas cada una,

sin separación de palabras, ni acentos, ni pausas.

Este códice consiste de 346 hojas, el Nuevo Testamento completo ocupa 145 de ellas. También incluía la Epístola de Bernabé (apócrifa) y una tercera parte de la obra del Pastor de Hermas. Las páginas miden unos 43 por 38 cm, y son de 4 columnas con 48 líneas cada una. La escritura, aunque similar a la del Vaticano, fue ejecutada algo menos cuidadosamente, y hay en ella muchas correcciones hechas por tres personas diferentes. Este manuscrito fue escrito en el siglo IV, quizá algo después que el Códice Vaticano.

Códice Alejandrino (A)

Este códice fue durante siglos el único manuscrito bíblico antiguo ampliamente conocido en Europa. Fue escrito en Egipto en el siglo V. Cirilo Lucar, patriarca bien conocido, lo llevó en 1621 de Alejandría a Constantinopla cuando fue nombrado patriarca de esta última ciudad. Siete años más tarde lo obsequió al rey Carlos I de Inglaterra. En 1757 Jorge II lo depositó en el Museo Británico. Su texto del Nuevo Testamento fue impreso por primera vez en 1786. En 1879 fue reproducido fotográficamente, y en 1909 apareció una segunda edición en escala reducida.

El manuscrito tiene 773 hojas, de las cuales 144 corresponden al Nuevo Testamento. Las hojas miden unos 32 por 27 cm, escritas en dos columnas de 50 líneas cada una. La escritura es gruesa y grande. En este manuscrito faltan los capítulos 1-24 de Mateo, dos hojas de Juan y tres hojas de 2 Corintios.

Además de los libros canónicos del Nuevo Testamento, también están en el Alejandrino las dos epístolas de Clemente Romano.

Códice de Efrén (Afren o Efraín (C)

Este palimpsesto estuvo originalmente en Constantinopla, de donde fue llevado a Florencia cuando aquella ciudad fue tomada por los turcos en 1453. Cuando Catalina de Médicis se convirtió en la novia de Enrique II de Francia en el siglo XVI, recibió este manuscrito como parte de su dote y lo llevó a París, donde está ahora en la Biblioteca Nacional.

Fue escrito originalmente en el siglo V, pero el texto fue borrado en el siglo XII y reemplazado con 38 tratados de Efrén de Siria, reconocido como uno de los padres de la iglesia, y por eso este códice recibió este nombre. Se afirmaba que el texto original era ilegible; pero Tischendorf lo descifró después de trabajar pacientemente durante dos años, y en 1843 publicó un facsímile del Nuevo Testamento.

El manuscrito tiene 209 hojas; 64 contienen secciones del Antiguo Testamento, y 145 del Nuevo Testamento. Estas hojas miden 31,25 por 23,75 cm con una sola columna en cada página. Están representados los libros del Nuevo Testamento excepto 2 Tesalonicenses y 2 Juan; pero ningún libro está completo. Por eso sólo abarca unos cinco octavos del Nuevo Testamento.

Códice Freeriano (W)

Este códice, también conocido como Washingtonense, fue escrito a fines del siglo IV o comienzos del V, y contiene los Evangelios. Charles L. Freer lo compró en El Cairo en 1906; pero ahora está en la Galería de Arte Freer, en Washington D. C.

En este manuscrito hay extrañas peculiaridades: Mateo, Lucas 8:13 a 24:53, y Juan 1:1 a 5:12 son del tipo de escritura o texto llamado bizantino; el resto de Lucas y de Juan concuerda con el texto presentado por el Vaticano y el Sinaítico; Marcos 1:1 a 5:30 corresponde con un tipo de texto occidental, y el resto de Marcos es de Cesarea.

Otra variante de este códice en la terminación de Marcos (Marcos 16:14)*.

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*Este manuscrito añade al vers. 14 lo que a veces es llamado el "Lógion Freer"

(dichos de Freer). Esta añadidura tiene rasgos inconfundibles que muestran que

es una interpolación posterior, y sólo tiene interés como una curiosidad textual.

Su texto dice:

"Y éstos alegaron en su defensa: 'Este siglo de iniquidad y de incredulidad está bajo el dominio de Satán, que no deja que lo que está bajo el yugo de los espíritus impuros reciba la verdad y el poder de Dios; manifiesta, pues, ya desde ahora tu justicia'. Esto es lo que decían a Cristo y Cristo les respondió: 'El término de los años del poder de Satán se ha cumplido, pero otras cosas terribles se acercan. Y yo he sido entregado a la muerte por los que pecaron, para que se conviertan a la verdad, y no pequen más, a fin de que hereden la gloria espiritual e incorruptible de justicia que está en elcielo... ".

Códice de Beza Cantabrigense (D)

Este manuscrito es un uncial del siglo VI que contiene los Evangelios y Hechos tanto en griego como en latín. Se lo llama así porque una vez perteneció al reformador francés Teodoro Beza, quien lo obsequió en 1581 a la biblioteca de la Universidad de Cambridge.

Su carácter bilingüe indica que se originó en la parte meridional de Francia o de Italia. Este manuscrito revela extrañas peculiaridades en los escritos de Lucas, las que también se encuentran en las antiguas traducciones siríacas y latinas. Tiene también muchas omisiones.

Códice Claromontano (D)

A este manuscrito bilingüe también se le asigna como símbolo la letra D, pues contiene sólo epístolas de Pablo que no están en el Códice de Beza, y, además, perteneció antes a Beza. El manuscrito recibió su nombre del monasterio de Clermont, al cual perteneció durante un tiempo. Ahora está en la Biblioteca Nacional de París.

El Claromontano, como el de Beza, proviene del siglo VI, y probablemente alguna vez formaron un solo volumen.

Códice Koridetiano (θ)

Este uncial de los Evangelios es diferente en muchos respectos de los ya mencionados. No es antiguo, pues quizá fue escrito en el siglo IX por un escriba poco experto, que sólo tenía un conocimiento rudimentario del griego. Von Soden fue el primero en prestar atención a este códice en 1906; pero no llegó a ser bien conocido hasta que Beermann y Gregory lo publicaron en 1913. Su nombre se deriva del monasterio de Korideti, en el Cáucaso, donde fue conservado anteriormente. Ahora está en Tiflis, capital de Georgia.

El Koridetiano es un valioso manuscrito porque su texto, especialmente Marcos, es del tipo de Cesarea, que se remonta, por lo menos, al siglo III.

Manuscritos cursivos

Hay más de 2.750 manuscritos cursivos (en minúscula) que se pueden estudiar, pero su valor es mucho menor que el de los unciales por ser mucho menos antiguos.

Sólo hay 46 cursivos en los que está todo el Nuevo Testamento. Todos los demás tienen únicamente partes de él. Los Evangelios aparecen con más frecuencia. Los manuscritos cursivos se identifican con números arábigos. Aunque la mayoría de los cursivos tienen un tipo de texto de origen tardío, es evidente que algunos son copias de manuscritos muy antiguos. Por ejemplo, el texto del Cursivo 33 es casi idéntico con el del Códice Vaticano.

Algunos manuscritos cursivos forman familias, como 1, 118, 131 y 209, que Kirsopp Lake indicó que se remontaban a un arquetipo similar al Nuevo Testamento griego que Orígenes usó en Cesarea, generalmente llamado el texto de Cesarea.

El erudito irlandés W. H. Farrar identificó otra familia de cursivos: 13, 69, 124 y 346.

Leccionarios

Los leccionarios contienen colecciones de pasajes bíblicos usados en las iglesias para las lecturas de las Escrituras correspondientes a cada semana del año litúrgico. Algunos contienen lecturas sólo para sábados y domingos; otros contienen todas las lecturas correspondientes a los días de entre semana.

El número de estos manuscritos es de 2.135. Aunque su valor es muy pequeño para la reconstrucción del texto original, pues casi todos estos manuscritos son copias tardías, ayudan a identificar los lugares de origen y el ámbito geográfico en que se esparcieron ciertas variantes, ya que se conocen con frecuencia los monasterios e iglesias en que fueron escritos.

La presentación de un resumen de los manuscritos disponibles del Nuevo Testamento revela que, afortunadamente, los eruditos tienen a su alcance algunos manuscritos que distan poco del tiempo de sus autores originales.

Los grandes unciales - el Vaticano y el Sinaítico - fueron escritos unos 250 años después de los apóstoles, y los papiros Beatty y Bodmer son un siglo más antiguos, de modo que hay un intervalo de poco más de 100 años entre la escritura de los originales y la producción de las copias más antiguas que ahora tenemos.

En este respecto el erudito neotestamentario es mucho más afortunado que el que se ocupa de las obras griegas famosas de la antigüedad. Por ejemplo, los escritos de Sófocles, Esquilo, Eurípides, Aristófanes, Platón y otros, sólo se conocen a través de copias medievales escritas con minúsculas, de 12 a 16 siglos después de la muerte de sus autores.

Las copias de las obras latinas están generalmente a una distancia de 500 a 700 años de sus autores.

Debido a que los manuscritos existentes del Nuevo Testamento llegan mucho más cerca de los originales, se puede confiar en que las ediciones eruditas modernas del Nuevo Testamento griego virtualmente no varían en ningún punto importante de los manuscritos de los autores originales.

Materiales para escribir

Principales escritos del NT

Unciales, cursivos y leccionarios