10:32

"Estas son las familias de los hijos de Noé

por sus descendencias, en sus naciones;

y de éstos se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio."

אלה משפחת בני־נח

לתולדתם בגויהם

ומאלה נפרדו הגוים

בארץ אחר המבול

;אֵלֶּה מִשְׁפְּחֹת בְּנֵי-נֹחַ לְתוֹלְדֹתָם, בְּגוֹיֵהֶם

וּמֵאֵלֶּה נִפְרְדוּ הַגּוֹיִם, בָּאָרֶץ--אַחַר הַמַּבּוּל

LXX:

αυται αι φυλαι υιων νωε κατα γενεσεις αυτων κατα τα εθνη αυτων

απο τουτων διεσπαρησαν νησοι των εθνων επι της γης

μετα τον κατακλυσμον

Vulgata:

hae familiae Noe iuxta populos et nationes suas

ab his divisae sunt gentes in terra post diluvium

Estas son las familias.

El estudio detallado de los nombres, su identificación y otras informaciones en

cuanto a las naciones mencionadas, indican que el cuadro bíblico de las naciones es un documento antiguo y fidedigno. Muchos de los nombres aparecen en fuentes que no son bíblicas de la primera mitad del segundo milenio AC; algunas fuentes son tan remotas como el año 2000 AC, o quizá más arcaicas aún. Puesto que los registros históricos antiguos son fragmentarios, algunas naciones aparecen en documentos de una fecha comparativamente tardía. Por ejemplo, los medos no aparecen en fuentes seculares anteriores al siglo IX AC. Esto no significa que tales naciones no hayan existido antes, sino más bien que los registros producidos por ellas o en cuanto a ellas no se han encontrado. Algunos, como los árabes de Joctán, pueden haber tenido poca relación con las naciones cuyo registro poseemos. El continuo descubrimiento de material de fuentes históricas antiguas puede esperarse que arroje luz adicional sobre Gén. 10.

Este cuadro proclama la unidad de la raza humana, declara que todos hemos descendido de un origen común. Diferentes como son ahora en su ubicación geográfica, su apariencia física o sus peculiaridades nacionales, todos pueden retrotraer su origen hasta Noé y sus tres hijos. Esta lista condena todas las teorías que pretenden que la humanidad desciende de padres originales diferentes. Además la lista constituye una evidencia que apoya el relato de que la dispersión de las razas se debió a la confusión de las lenguas descrita en el capítulo siguiente. Tanto Moisés (Deut. 32: 8) como Pablo (Hechos 17: 26) afirman que la asignación del territorio fue hecha por Dios.

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