"Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová."
ויאהל אברם ויבא וישב באלני ממרא אשר בחברון ויבן־שם מזבח ליהוה
וַיֶּאֱהַל אַבְרָם, וַיָּבֹא וַיֵּשֶׁב בְּאֵלֹנֵי מַמְרֵא--אֲשֶׁר בְּחֶבְרוֹן; וַיִּבֶן-שָׁם מִזְבֵּחַ, לַיהוָה
LXX:
και αποσκηνωσας αβραμ ελθων κατωκησεν παρα την δρυν την μαμβρη η ην εν χεβρων και ωκοδομησεν εκει θυσιαστηριον κυριω
Vulgata:
movens igitur Abram tabernaculum suum venit et habitavit iuxta convallem Mambre quod est in Hebron aedificavitque ibi altare Domino
El encinar de Mamre.
Obedeciendo las instrucciones de Dios, Abram se puso en marcha otra vez. Si creía literalmente en la palabra de Dios, esta peregrinación lo llevaría gradualmente a través de todo lo largo y lo ancho de esa tierra. Finalmente Abram armó su tienda en un bosquecillo cerca de Hebrón. La palabra 'elone, traducida en la VR por "encinar", se usa acá en el plural y claramente indica la presencia de una cantidad de árboles o encinas grandes (ver com. del cap. 12: 6). Esta arboleda pertenecía a Mamre, caudillo amorreo, que más tarde llegó a ser amigo y aliado de Abram (cap. 14: 13, 24).
Que está en Hebrón.
La ciudad de Hebrón está a unos 35 km. al sur de Jerusalén, en el camino a Beerseba. Es una ciudad muy antigua, que fue edificada siete años antes que Zoán (Tanis) de Egipto (Núm. 13: 22). Puesto que la fecha de la fundación de la ciudad egipcia de Tanis es desconocida, este dato cronológico del libro de Números desgraciadamente no tiene significado para nosotros.
El nombre Hebrón fue usado en un período posterior. En tiempo de los patriarcas, era condona como Quiriat-arba, o la ciudad de Arba (Gén. 23: 2; Jos. 14: 15). Este es uno de los varios casos en los cuales los escritores bíblicos prefirieron emplear nombres contemporáneos a fin de hacer más inteligible el relato para sus lectores.
Altar a Jehová.
Como lo había hecho antes en Siquem (Gén. 12: 7) y en Bet-el (cap. 12: 8), Abram otra vez alzó un altar. Cada monumento conmemorativo al Dios verdadero expresaba gratitud por las misericordias celestiales y también lealtad a sus principios. El que los vecinos amorreos e hititas de Abram llegaran a ser sus amigos (cap. 14: 13, 24; 23: 7-17) puede haberse debido a su benéfica influencia sobre ellos. Quizá ellos también apreciaron en cierta medida por lo menos, el hecho de que la bendición de Dios descansaba sobre él, y sintieron que podrían compartirla con él (cap. 12: 3). Debe haberse despertado en sus corazones la convicción de que el Dios a quien Abram adoraba y servía era ciertamente el Dios verdadero, Creador del cielo y de la tierra.
El testimonio de Abram, por precepto y por ejemplo, ciertamente dio resultados.
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