3:12

"Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí."

ויאמר האדם האשה אשר נתתה

עמדי הוא נתנה־לי מן־העץ ואכל

וַיֹּאמֶר, הָאָדָם: הָאִשָּׁה אֲשֶׁר נָתַתָּה

עִמָּדִי, הִוא נָתְנָה-לִּי מִן-הָעֵץ וָאֹכֵל

LXX:

και ειπεν ο αδαμ η γυνη ην εδωκας μετ' εμου αυτη μοι εδωκεν απο του ξυλου και εφαγον

Vulgata:

dixitque Adam mulier quam dedisti sociam mihi dedit mihi de ligno et comedi

Adán no podía negar ni disculpar su pecado. Reconoció su transgresión, pero no porque estuviera arrepentido de su gran desobediencia.

En vez de mostrar arrepentimiento, culpó a su esposa, y de esa manera reprochó al mismo Dios: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí". "¿Por qué creaste la mujer? ¿Por qué me la diste por compañera?"

Sus palabras recuerdan las de los hijos de Jacob que hablaron a su padre en cuanto a José como "tu hijo" (Génesis 37: 32; cf. Lucas 15: 30). Uno de los amargos frutos del pecado es la dureza de corazón: "sin afecto natural" (Romanos 1: 31).

Adán, que por amor a Eva había escogido deliberadamente perder la aprobación de Dios, su hogar en el paraíso y una vida de eterno regocijo, ahora después de su caída culpó de su transgresión a su compañera y aun a su mismo Creador. ¡Tan terrible es el poder del pecado!

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