1:5

Reina-Valera 1960

Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche.

Y fue la tarde y la mañana un día.

ויקרא אלהים לאור יום ולחשך קרא לילה

lylh qr' w-l-chshk ywm l-'wr 'lhym w-yqr'

ויהי־ערב ויהי־בקר יום אחד

'chd ywm bqr - wyhy `rb - w-yhy

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;וַיִּקְרָא אֱלֹהִים לָאוֹר יוֹם, וְלַחֹשֶׁךְ קָרָא לָיְלָה

וַיְהִי-עֶרֶב וַיְהִי-בֹקֶר, יוֹם אֶחָד

LXX:

και εκαλεσεν ο θεος το φως ημεραν και το σκοτος εκαλεσεν νυκτα

και εγενετο εσπερα και εγενετο πρωι ημερα μια

Vulgata:

appellavitque lucem diem et tenebras noctem

factumque est vespere et mane dies unus

Almeida Revista e Atualizada

Chamou Deus à luz Dia e às trevas, Noite.

Houve tarde e manhã, o primeiro dia.

King James Version

And God called the light Day, and the darkness he called Night.

And the evening and the morning were the first day.

La Nuova Diodati

E DIO chiamò la luce "giorno" e chiamò le tenebre "notte".

Così fu sera. Poi fu mattina: il primo giorno.

La Bible du Semeur

Il appela la lumière: «jour» et les ténèbres: «nuit».

Il y eut un soir, puis un matin. Ce fut le premier jour.

Luther Bibel 1545

und nannte das Licht Tag und die Finsternis Nacht.

Da ward aus Abend und Morgen der erste Tag.

Russian Synodal Version

И назвал Бог свет днем, а тьму ночью.

И был вечер, и было утро: день один.

Llamó

Verbo קרא qr' [qara].

Dios אלהים

A la Luz אור

Día יום

Dar un nombre siempre fue un acto importante en la antigüedad. Los nombres tenían su significado y eran escogidos cuidadosamente. Posteriormente Dios ordenó a Adán que diera nombres a los animales (Gén. 2: 19). El Eterno a veces cambió los nombres de sus siervos para hacerlos concordar con la experiencia o el carácter de su vida (Gén. 32: 28). Instruyó a los padres terrenales de su Hijo acerca del nombre que debían dar al Salvador (Lucas 1: 31). Durante la semana de la creación, encontramos que Dios dio nombres aun a los productos sin vida de su poder creador.

Y fue la tarde y la mañana un día.

Literalmente "tarde fue, mañana fue, día uno". Así termina la descripción somera del primer día trascendental de la semana de la creación de Dios. Se han dado muchas y diversas explicaciones de esta declaración que indica manifiestamente la duración de cada una de las siete partes de la semana de la creación y se repite cinco veces más en este capítulo (vers. 8, 13, 19, 23, 31).

Algunos han pensado que cada acto creador duró una noche, desde que se hizo noche hasta la mañana; y otros que cada día comenzó con la mañana, aunque el Registro inspirado declara evidentemente que la tarde antecedió a la mañana. Muchos eruditos han entendido que esta expresión significa un largo período indefinido de tiempo, creyendo que algunas de las actividades divinas de los días siguientes, como por ejemplo la creación de las plantas y de los animales, no podría haberse realizado dentro de un día literal. Piensan hallar justificación para su interpretación en las palabras de Pedro: "Para con el Señor un día es como mil años" (2 Pedro 3: 8). Es obvio que este versículo no se puede usar para declarar la duración de los días de la creación, cuando uno lee el resto del pasaje: "Y mil años como un día".

El contexto de las palabras de Pedro aclara que lo que él quiere hacer resaltar es la eternidad de Dios. El Creador puede hacer en un día la obra de mil años, y un período de mil años- un largo tiempo para los que esperan que se cumplan los juicios de Dios puede ser considerado por él como sólo un día. El Salmo 90: 4 expresa el mismo pensamiento: "Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche".

La declaración literal "tarde fue [con las horas siguientes de la noche], y mañana fue [con las horas sucesivas del día], día uno" es claramente la descripción de un día astronómico, esto es, un día de 24 horas de duración.

Es el equivalente de la palabra hebrea compuesta posterior "tardes y mañanas" de Daniel 8: 14, que en la versión Valera de 1909 aparecen como días, y como la palabra griega de Pablo νυχθημερον [nuchthêmeron], traducida como "una noche y un día" (2 Corintios 11: 25).

Así los hebreos, que nunca dudaron del significado de esta expresión, comenzaban el día con la puesta del sol y lo terminaban con la siguiente puesta del sol (Lev. 23: 32; Deut. 16: 6).

Además el lenguaje del cuarto mandamiento no deja una sombra de duda de que la tarde y la mañana del registro de la creación son las secciones componentes de un día terreno. Este mandamiento, refiriéndose con palabras inconfundibles a la obra de la creación, declara: "Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día" (Éxodo 20: 11).

La tenacidad con que tantos comentadores se aferran a la idea de que los días de la creación fueron largos períodos de tiempo -aun miles de años- encuentra principalmente su explicación en el hecho de que ellos tratan de hacer concordar el registro inspirado de la creación con la teoría de la evolución. Geólogos y biólogos han enseñado a los hombres a creer que la historia remota de esta tierra abarca millones de años en los cuales fueron tomando forma lentamente las formaciones geológicas y fueron evolucionando las especies vivientes.

La Biblia contradice esta teoría de la evolución en sus páginas sagradas. La creencia en una creación divina e instantánea, como resultado de las palabras pronunciadas por Dios, está en completa oposición con la teoría sostenida por la mayoría de los científicos y muchos teólogos de hoy día, de que el mundo y todo lo que está en él llegó a existir mediante un lento proceso de evolución que duró incontables siglos.

Otra razón por la cual muchos comentadores declaran que los días de la creación fueron largos períodos de tiempo es que rechazan el día de reposo del séptimo día.

Un famoso comentario expresa así este pensamiento: "La duración del séptimo día necesariamente determina la duración de los otros seis... El descanso sabático de Dios es entendido por los mejores intérpretes de las Escrituras como que continuó desde la terminación de la creación hasta la hora presente, de modo que esta lógica demanda que los seis días previos sean considerados no de corta duración, sino indefinida" (Pulpit).

Este razonamiento se mueve en un círculo vicioso. Debido a que el descanso del séptimo día, tan claramente definido en las Sagradas Escrituras como un día de descanso que se repite semanalmente, es rechazado como tal, se declara que el séptimo día de la semana de la creación ha durado hasta el presente. Partiendo de esta explicación que no es bíblica, también se expande la duración de los otros días de la creación.

Una sana interpretación escriturística no concuerda con esta clase de razonamiento, sino que insiste en dar un significado literal al texto, siguiendo el ejemplo del divino Expositor de la Palabra que rechazó cada ataque del adversario declarando: "Escrito está" (Mateo 4: 4, 7, 10).

Las Escrituras hablan clara y palmariamente de siete días de creación (Éxodo 20: 11) y no de períodos de duración indefinida. Por lo tanto, estamos compelidos a declarar enfáticamente que el primer día de la creación, indicado por la expresión hebrea: "tarde fue, mañana fue, día uno", fue un día de 24 horas.

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