2:17

"mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás."

ומעץ הדעת טוב ורעלא תאכל ממנו כי

ביום אכלך ממנו מות תמות

וּמֵעֵץ, הַדַּעַת טוֹב וָרָע--לֹא תֹאכַל, מִמֶּנּוּ: כִּי, בְּיוֹם אֲכָלְךָ מִמֶּנּוּ--מוֹת תָּמוּת

LXX:

απο δε του ξυλου του γινωσκειν καλον και πονηρον ου φαγεσθε απ' αυτου

η δ' αν ημερα φαγητε απ' αυτου θανατω αποθανεισθε

Vulgata:

de ligno autem scientiae boni et mali ne comedas in quocumque enim die comederis ex eo morte morieris

Árbol de la ciencia del bien y del mal.

Era muy precisa la limitación de esta libertad. El hombre no debía comer del árbol llamado "árbol de la ciencia del bien y del mal". (Ver com. del vers. 9).

Puesto que no ha sido revelado, es inútil especular con la clase de fruto que daba. La misma presencia de este árbol en el huerto indicaba que el hombre era un ser moral libre. No se forzaba el servicio del hombre; podía obedecer o desobedecer. El era quien debía decidir.

El fruto en sí mismo era inofensivo. Pero la orden explícita de Dios de abstenerse de comerlo, colocaba aparte ese árbol como el objeto de la prueba de la lealtad y obediencia del hombre.

Como ser moral, el hombre tenía la ley de Dios escrita en su conciencia. Pero se estableció una prohibición para aclarar los principios de esa ley al aplicarla a una situación específica, haciéndola así una prueba justa de la lealtad del hombre a su Hacedor.

Dios era el verdadero dueño de todas las cosas -aun de las que estaban confiadas a Adán- y esto daba a Dios el derecho de reservarse cualquier parte de la creación para sí mismo. No hubiera sido irrazonable que se reservara una gran porción de esta tierra y que hubiera permitido que Adán sólo usara una pequeña parte de ella. Pero no era así: el hombre podía usar libremente de todo lo que estaba en el huerto, excepto un árbol.

Evidentemente, el abstenerse de comer del fruto de ese árbol no tenía otro propósito sino el de mostrar claramente su lealtad a Dios.

El día que de él comieres, ciertamente morirás.

La prohibición estaba acompañada de un severo castigo de la transgresión: a saber, la muerte.

Algunos han pensado que las palabras que expresan el castigo requerían su ejecución en el mismo día en que se violara la orden. Ven una discrepancia seria entre el anuncio y su cumplimiento. Sin embargo, el anuncio divino "el día que de él comieres, ciertamente morirás" -literalmente, "muriendo, tú morirás"- significa que se pronunciaría la sentencia en el día de la transgresión.

El hombre pasaría del estado de inmortalidad condicional al de mortalidad incondicional. Así como antes de su caída Adán podía estar seguro de la inmortalidad, así también, después de esa catástrofe, era segura su mortalidad. Esto es lo que implica esta declaración, más que una inmediata muerte física.

Dios requería que el hombre hiciera una elección de principios. Debía aceptar la voluntad de Dios y someterse a ella, confiando en que le iría bien como resultado; o bien, si por su propia elección hacía lo contrario, cortaría su relación con Dios y, probablemente, llegaría a ser independiente de él. Pero la separación de la Fuente de la vida, inevitablemente sólo podía traer la muerte.

Todavía son válidos estos mismos principios. El castigo y la muerte son los resultados seguros de la libre elección del hombre de dar rienda suelta a la rebelión contra Dios.

"Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;

y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra,

y en todo animal que se arrastra sobre la tierra." (Génesis 1:26);

"Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos,

y mis hijas de los confines de la tierra, todos los llamados de mi nombre;

para gloria mía los he creado, los formé y los hice." (Isaías 43: 6, 7).

Dios creó al hombre para la gloria divina, para que después de pasar por la prueba y la aflicción la familia humana pudiera llegar a ser una con la familia celestial. El propósito de Dios era repoblar el cielo con la familia humana, si hubiera demostrado obediencia a cada palabra divina. Adán había de ser probado para ver si iba a ser obediente, como los ángeles leales, o desobediente. Si hubiese soportado la prueba, hubiera instruido a sus hijos tan solamente en un sendero de lealtad. Su mente y sus pensamientos habrían sido como la mente y los pensamientos de Dios. Habría sido enseñado por Dios como su labranza y edificio. Su carácter habría sido modelado de acuerdo con el carácter de Dios.

"Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.

El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad,

porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla;

porque es mentiroso, y padre de mentira." (Juan 8:44).

"Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis." (Génesis 3:4)

Cristo nunca plantó las semillas de muerte en el organismo. Satanás plantó esas semillas cuando tentó a Adán para que comiera del árbol del conocimiento, lo que significó desobediencia a Dios

"Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo." (Apocalipsis 3: 8).

Adán escuchó las palabras del tentador, y cayó en el pecado al rendirse a sus insinuaciones. En su caso, ¿por qué no se puso en vigor la pena de muerte inmediatamente? Porque se encontró una manera de rescatarlo. El unigénito Hijo de Dios se ofreció como voluntario para tomar sobre sí mismo el pecado del hombre y para hacer la expiación de la raza caída. No podría haber habido perdón para el pecado si no se hubiera hecho esta expiación. Si Dios hubiera perdonado el pecado de Adán sin expiación, el pecado se habría inmortalizado y se habría perpetuado con una osadía que no habría tenido restricciones.

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