12:7

"Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra.

Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido."

וירא יהוה אל־אברם ויאמר

לזרעך אתן את־הארץ הזאת

ויבן שם מזבח ליהוה הנראה אליו

,וַיֵּרָא יְהוָה, אֶל-אַבְרָם, וַיֹּאמֶר

;לְזַרְעֲךָ ,אֶתֵּן אֶת-הָאָרֶץ הַזֹּאת

וַיִּבֶן שָׁם מִזְבֵּחַ לַיהוָה הַנִּרְאֶה אֵלָיו

LXX:

και ωφθη κυριος τω αβραμ και ειπεν αυτω τω σπερματι σου δωσω την γην ταυτην και ωκοδομησεν εκει αβραμ θυσιαστηριον κυριω τω οφθεντι αυτω

Vulgata:

apparuitque Dominus Abram et dixit ei semini tuo dabo terram hanc qui aedificavit ibi altare Domino qui apparuerat ei

Apareció Jehová.

Esta es la tercera revelación divina concedida a Abram, y la primera realizada en Canaán. Su propósito era consolarlo e inspirarle confianza y valor renovados. Después de un largo y arduo viaje, Abram llegó a la tierra que le había sido prometida como hogar para él y para su posteridad, tan sólo para encontrarla ocupada por cananeos. Un mensaje que confirmara las promesas dadas en Ur y en Harán le daría la seguridad de que la posesión de la tierra se haría efectiva en el tiempo y en la forma en que Dios lo dispusiera.

A tu descendencia.

Todo el mensaje consiste en sólo cinco palabras en hebreo (seis en la RV). Aunque es una de las más cortas revelaciones divinas, fue de gran importancia para Abram, que ahora era extranjero en un país extraño. En ninguna forma su brevedad correspondía con su importancia y valor. Se necesitaba fe para creer que los cananeos, ahora organizados en ciudades poderosamente fortificadas, serían desposeídos y su tierra dada a un anciano sin hijos. La evidente improbabilidad de la realización de una promesa tal, la convertía en una difícil prueba de la fe del patriarca.

Un altar.

El terreno, santificado por la presencia de Dios, fue dedicado por Abram como un lugar de culto para la Divinidad. El altar allí levantado y los sacrificios ofrecidos daban testimonio del Dios del cielo y protestaban silenciosamente contra la idolatría de ese lugar. Así Abram prometió públicamente lealtad al verdadero Dios. Siendo el amo de una gran familia, también sintió una responsabilidad hacia sus siervos de inculcarles un conocimiento más perfecto del Dios a quien él servía (cap. 18: 19).

El sacrificio testificaba de la creencia de Abram en la muerte del Hijo de Dios como expiación por el pecado.

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