"Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra."
LXX:
και εσται το τοξον μου εν τη νεφελη και οψομαι του μνησθηναι διαθηκην αιωνιον ανα μεσον εμου και ανα μεσον πασης ψυχης ζωσης εν παση σαρκι η εστιν επι της γης
Vulgata:
eritque arcus in nubibus et videbo illum et recordabor foederis sempiterni quod pactum est inter Deum et inter omnem animam viventem universae carnis quae est super terram
En el arco iris convergen la fe y la confianza del hombre con la fidelidad y la inmutabilidad de Dios.
Los rayos de luz santa que emanan del Sol de justicia (Mal. 4: 2), tal como son vistos por el ojo de la fe a través del prisma de las experiencias de la vida, revelan la belleza del carácter justo de Jesucristo.
El pacto eterno entre el Padre y el Hijo (Zac. 6: 13) asegura a cada humilde y fiel hijo e hija de Dios el privilegio de contemplar en Jesús a Aquel que es todo él codiciable, y al contemplarlo, ser transformado a su misma semejanza.