1:14

"Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día

de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años."

ויאמר אלהים יהי מארת ברקיע שמים

להבדיל בין היום ובין הלילה והיו

לאתת ולמועדים ולימים ושנים

וַיֹּאמֶר אֱלֹהִים, יְהִי מְאֹרֹת בִּרְקִיעַ הַשָּׁמַיִם, לְהַבְדִּיל, בֵּין הַיּוֹם וּבֵין הַלָּיְלָה; וְהָיוּ לְאֹתֹת וּלְמוֹעֲדִים, וּלְיָמִים וְשָׁנִים

LXX:

και ειπεν ο θεος γενηθητωσαν φωστηρες εν τω στερεωματι του ουρανου εις φαυσιν της γης του διαχωριζειν ανα μεσον της ημερας και ανα μεσον της νυκτος και εστωσαν εις σημεια και εις καιρους και εις ημερας και εις ενιαυτους

Vulgata:

dixit autem Deus fiant luminaria in firmamento caeli ut dividant diem ac noctem et sint in signa et tempora et dies et annos

Lumbreras.

מארת m'rth [me'oroth]. No es lo mismo que "luz", 'or de los vers. 3 y 4. Significa fuentes de luz, recipientes de luz, luminarias. La expresión de que están colocadas en el firmamento, o la expansión de los cielos, se presenta porque es allí donde las ven los habitantes de la tierra.

Para separar el día de la noche.

Para regular y continuar de allí en adelante con la diferencia entre luz y tinieblas, diferencia que había existido desde que Dios decretó que hubiera luz en el primer día.

De señales.

Estos cuerpos celestes señalaron actos especiales del favor de Dios o de su desagrado, como en los días de Josué (Josué 10: 12, 13) y de Ezequías (2 Reyes 20: 11) y en el día de la crucifixión (Mateo 27: 45). La caída de "las estrellas" sirvió como una de las señales de la segunda venida de Cristo (Mateo 24: 29).

Algunos han pensado erróneamente que todos los cuerpos celestes fueron también designados para determinar los destinos individuales de los hombres. Los astrólogos han recurrido a este versículo para justificar su práctica. Sin embargo, la Biblia se opone tan decididamente a cualquier forma de adivinación o predicción de la suerte, que debe rechazarse enfáticamente el pensamiento de que Dios puso el sol, la luna y las estrellas para servir como guías a los astrólogos para que predijeran los asuntos y el destino humanos.

Jeremías 10: 2 advierte a los hebreos que no teman las señales de los cielos ante las cuales temblaban los paganos con terror inútil: "Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las naciones, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las naciones las teman."), e Isaías 47: 13, 14 habla con mofa e ironía contra los astrólogos, los contempladores de estrellas y adivinos, en cuyo consejo es necio e impío confiar: "Te has fatigado en tus muchos consejos. Comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que vendrá sobre ti. He aquí que serán como tamo; fuego los quemará, no salvarán sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse, ni lumbre a la cual se sienten."

Aunque la superstición de leer el destino del hombre en las estrellas nunca se arraigó entre los antiguos israelitas, ellos no tenían suficiente fortaleza moral, en términos generales, para resistir el ejemplo de adoración de los astros de sus vecinos paganos: "Las casas de Jerusalén, y las casas de los reyes de Judá, serán como el lugar de Tofet, inmundas, por todas las casas sobre cuyos tejados ofrecieron incienso a todo el ejército del cielo, y vertieron libaciones a dioses ajenos." (Jeremías 19: 13). "Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente." (Ezequiel 8: 16). "y a los que sobre los terrados se postran al ejército del cielo, y a los que se postran jurando por Jehová y jurando por Milcom" (Sofonías 1: 5).

Para las estaciones.

Los períodos de fiesta anuales y otras ocasiones definidas habían de regularse por el movimiento de los cuerpos celestes: "Hizo la luna para los tiempos" (Salmo 104: 19; ver Zacarías 8:19)). Esos cuerpos tienen además una determinada influencia periódica sobre la agricultura, la navegación y otras ocupaciones humanas, tanto como sobre el curso de la vida animal y vegetal, como por ejemplo el tiempo de la procreación de los animales y la migración de las aves: "Aun la cig:ueña en el cielo conoce su tiempo, y la tórtola y la grulla y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová." (Jeremías 8: 7).

Para días y años.

Los días y los años están fijados por el movimiento de la tierra en relación con el sol, que junto con el de la luna ha proporcionado a los hombres de todos los siglos la base de los calendarios: lunar, solar, o una combinación de ambos.

1:13 1:15