3:21

"Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió."

ויעש יהוה אלהים לאדם ולאשתו כתנות עור וילבשם

וַיַּעַשׂ יְהוָה אֱלֹהִים לְאָדָם וּלְאִשְׁתּוֹ, כָּתְנוֹת עוֹר--וַיַּלְבִּשֵׁם

LXX:

και εποιησεν κυριος ο θεος τω αδαμ και τη γυναικι αυτου χιτωνας δερματινους και ενεδυσεν αυτους

Vulgata:

fecit quoque Dominus Deus Adam et uxori eius tunicas pellicias et induit eos

Túnicas de pieles.

Antes de expulsar a Adán y a Eva del huerto, Dios les proporcionó vestimentas más durables, adecuadas para el trabajo físico que en adelante sería su ocupación, y como protección contra los cambios de temperatura del ambiente que seguirían a la caída. También las pieles eran un recordativo constante de su perdida inocencia, de la muerte como la paga del pecado y del prometido Cordero de Dios quien, por su propia muerte vicaria, quitaría los pecados del mundo. El que había sido comisionado como protector de los animales creados, desgraciadamente ahora se encontró quitando la vida de uno de ellos. Estos debían morir para que él viviese.

El servicio de sacrificios, aunque no se menciona específicamente aquí, fue instituido en ese tiempo. El relato de los sacrificios de Caín y Abel, narrado en el capítulo siguiente, muestra que los primeros hijos de Adán y Eva estaban bien familiarizados con ese ritual. Si Dios no hubiera dictado reglamentaciones definidas respecto de los sacrificios, habría sido arbitraria su aprobación de la ofrenda de Abel y su desaprobación de la de Caín. Al no acusar Caín a Dios de parcialidad, ponía en evidencia que tanto él como su hermano sabían lo que era requerido.

La universalidad de los sacrificios de animales en los tiempos antiguos señala el origen común de esa práctica.

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