Marco fiscal presupuestario de mediano plazo

Aunado a lo anterior, la crisis sanitaria que golpea actualmente al planeta, representa un golpe adicional a las finanzas públicas del país, la cual se encaminaba a dar sus primeros pasos hacia la sostenibilidad fiscal. Este nuevo escenario impone una serie de retos adicionales, como el debilitamiento de la economía mundial, que repercute en el comercio internacional, debido a la incertidumbre por parte de los consumidores e inversionistas, quienes postergan su consumo y decisiones de inversión de largo plazo. Además, la interrupción de cadenas de valor en la economía nacional, principalmente en actividades de alta interacción social como el comercio, los restaurantes, el entretenimiento y el turismo, lo cual se materializa a su vez en un mayor desempleo, disminución de ingresos para los hogares y, en términos generales, en una reducción del bienestar.

Adicionalmente, la pandemia del COVID-19 y las subsecuentes medidas para evitar la propagación de la enfermedad, han repercutido en los ingresos del Gobierno Central debido a la caída en la producción, y aumento en los gastos, con las diversas medidas para mitigar los efectos de la crisis sanitaria, mediante el programa denominado Bono Proteger y los recursos hacia la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS).

Finalmente, en consecuencia con lo anterior, el país ha requerido financiamientos externos para aliviar la presión sobre la gestión de la deuda del Gobierno Central, la cual se mantendrá en una tendencia creciente hasta alcanzar un máximo en 2024^[1].

La modificación del artículo 176 de la Constitución Política, el cual incorpora la obligación de garantizar la continuidad de los servicios, a través de una gestión pública sostenible, transparente y responsable basada en una presupuestación plurianual, motiva la necesidad de plantear escenarios fiscales en el mediano plazo, para la valoración de diversos cursos de acción desde un punto de vista cuantitativo. Es claro que el marco fiscal de mediano plazo debe convertirse en un instrumento que le permita constituirse como herramienta útil para extender el horizonte de la planificación fiscal del gobierno.

Por lo anterior, el Marco fiscal presupuestario de mediano plazo no puede quedarse solo en un ejercicio de diseño, debe aspirar a ser instrumento que propone soluciones y métodos alternativos para tomar decisiones en el mediano plazo, considerando dentro de su contenido los posibles escenarios que permitan mitigar los riesgos fiscales y procurar el avanzar hacia la sostenibilidad fiscal en procura del mayor bienestar a la ciudadanía.^[2]