En la Europa posterior a la expulsión de los moros mucho se habló de las Cuevas de Salamanca, donde se decía los árabes practicaban brujerías en su interior y luego esparcieron esta práctica condena da por la iglesia en toda la Península.
En la Argentina, la Leyenda de la Salamanca tiene muchos adeptos, los que están convencidos de su existencia. Los cantores populares han recogido este pensamiento folclórico volcándolo en canciones que hablan de su existencia y logros obtenidos por aquellos que la han visitado.
Básicamente se trata del baile de los diablos, donde asisten los condenados, los perdidos, los poseídos, es decir todos aquellos socialmente repudiados. También entran a La Salamanca aquellos que quieren obtener ciertas destrezas para el canto, la oratoria, la jineteada, etc. que el Diablo les otorga a cambio de su alma, la que debe ser entregada en un tiempo estipulado en el contrato firmado con sangre. En la región montañosa el pueblo la ubica en las cuevas y socavones de las laderas. Dicen escuchar música, risas estridentes y un irresistible deseo de ingresar en ella. En cambio en la llanura boscosa el paisano dice que ésta se halla en lo profundo de los montes. Junto a los diablos , las diablas y los marginales que arman tremendo alboroto cantando y bailando, están las brujas y brujos que van a actualizar sus conocimientos.