La Jota es herencia dejada por los españoles, quienes la bailaban en épocas de la Conquista evocando las romerías y festejos populares de Aragón, Navarra y Valencia, en la lejana península.
Según el investigador Carlos Vega este baile llegó a nuestro país a mediados del siglo XIX y luego, al ser adoptada por los pobladores de este suelo, tomó características criollas.
Quedó arraigada en el centro del país como Jota Cordobesa y como Jota Puntana, dos versiones que tienen similitud en la música y en la coreografía, pero que se diferencian en la letra con que se las canta.
La investigadora sanluiseña Dora Ochoa de Masramón, al ocuparse de la jota puntana en su libro .Folklore del Valle de Concarán, comenta que este baile es recordado con verdadero regocijo en el norte de la provincia.
El baile se acompañaba con guitarras, acordeón y canto de cuartetas.
Auque se nutrió de raíz española, nuestra jota criolla adquirió un ritmo balseado, tal vez por ser danza de pareja enlazada, lo que le confirió un carácter propio e inconfundible.