Lafinur, Juan Crisóstomo

Nació en el Valle de Carolina (San Luis) el 27 de noviembre de 1797. Murió en Santiago (Chile) el 13 de agosto de 1824.

En agosto de 1824, un accidente puso fin a la vida de Juan Lafinur. Tenía tan sólo 26 años.

Educado en Córdoba, en el Colegio de Monserrat y la en la Universidad de esa ciudad, Lafinur obtuvo diplomas de bachiller, licenciado y maestro de artes. Sin embargo, por su carácter vehemente y por su prédica liberal, fue expulsado de la Universidad en 1814, lo que lo obligó a marchar a Tucumán. Allí conoció a Belgrano y se incorporó al Ejército del Norte. Como era norma para los cadetes de aquella fuerza, Lafinur ingresó en la Academia de Matemáticas que Belgrano había abierto en la provincia norteña. En la carrera de las armas, alcanzó el grado de Teniente, antes de retirarse en 1817.

En 1818, Lafinur se encuentra en Buenos Aires. Allí integra la Sociedad de Fomento del Buen Gusto en el Teatro, y escribe numerosas composiciones musicales. Además, realiza artículos periodísticos para El Censor, El Curioso y El Americano.

En 1919, durante el gobierno del Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón, accede a la Cátedra de Filosofía en el Colegio de la Unión, donde permanecerá hasta 1920. En sus manos y por primera vez, el curso de filosofía no se dictará en latín, ni tendrá un sesgo notoriamente religioso. Pronto aparecieron religiosos y otros estudiosos que se opusieron al curso y a sus contenidos. Pero, lejos de amilanarse, Lafinur contestó con varios discursos, como el titulado Las ciencias no han corrompido las costumbres ni empeorado al hombre.

En poco tiempo, los enojos se transformaron en violentas protestas, y debió renunciar.

Sin embargo, no cejó en su lucha. Se incorporó a la Sociedad Secreta Valeper y desde allí bregó con entusiasmo por la transformación de la educación nacional y la secularización de los estudios.

Más tarde, marchó a San Luis y a Mendoza. Allí fue contratado para dar clases de filosofía y elocuencia en el Colegio de la Santísima Trinidad, además de llevar adelante los cursos de francés, economía, literatura y música. También llegó a ser vicepresidente de la Sociedad Lancasteriana, de apoyo a la educación popular, y a dirigir la Gaceta Ministerial.

En la ciudad cuyana, Lafinur redobló su lucha en pos de la reforma de la enseñanza. Con sus grandes dotes de polemista, y sin distinguir jerarquías ni títulos a la hora de crearse enemigos, rápidamente se generó una corriente de opinión muy fuerte en su contra. Así, en 1822, el Cabildo mendocino lo exhoneró. Lafinur protestó y la decisión fue revisada. Pero la sangre había llegado ya al río, y fue tal el alboroto que produjo que la Legislatura amenazó con autodisolverse si Lafinur no era retirado del Colegio. Temible, negó la renuncia y contraatacó con encendidos discursos, aunque finalmente debió escapar de la ciudad a riesgo de ser encarcelado.

Entonces, se trasladó a Chile, donde arribó con su fama de polemista y famoso filósofo. En Santiago, Lafinur estudió derecho civil en la Universidad de San Felipe, y abrió una oficina de abogado. Escribió en El Mercurio, en El Liberal, en El Tizón Republicano, en El Observador Chileno y El Despertador Argentino, y publicó algunas obras de carácter histórico, como Canto elegíaco a la muerte de Belgrano, Oda a la jornada de Maipo, Oda a la libertad de Lima, etc.

El 13 de agosto, mientras montaba, su caballo rodó y sufrió graves heridas que le ocasionaron la muerte.