Pecho Colorado (Leyenda)

CHÍO, chío, chío, le corté el cuello con un cuchío.

Dice así en su canto el pecho colorado, y las palabras onomatopéyicas en que se traduce, me recuerdan la leyenda casi olvidada, que hace ya muchos años escuchara. Encarna el pintado pajarito a aquel traidor que matara cobardemente a su mejor amigo. Interrogado por el comisario, lo negó rotundamente, si advertir las huellas que el hecho sangriento dejara en sus ropas, lamentándose entre sollozos de la ligereza con que se lo juzgaba.

- ¿Y qué quiere decir esa sangre? - preguntó el representante de la justicia ante sus negativas, indicándolo.

El hombre se miró aterrado: sobre su pecho se extendía una mancha espesa, compacta, fuertemente adherida, intensamente roja. La sangre delatadora del crimen, y ante aquella prueba irrefutable, vencido para siempre, lo confesó todo. El pájaro en que se transformó lleva sobre su pecho la sangre inocente vertida por su mano criminal, y como si esto no fuera suficiente, confiesa la tremenda culpa de su vida, diciendo: Chío, chío, chío, le corté el cuello con un cuchío.