Hijo de Don Gabriel Pringles y Doña Andrea Sosa. Nació en San Luis, muy posiblemente en la misma ciudad y a poca distancia de la actual Plaza Independencia, en la esquina de Colón y 9 de Julio. La tradición fija como día de su nacimiento el 17 de mayo de 1795, en que la Iglesia recuerda a San Pascual Bailón. Al ser bautizado por Fray Félix Sosa, el 12 de junio, se anotó que tenía dos meses de edad. En 1812 pasó a Mendoza, donde trabajó como dependiente de una tienda. A mediados de 1814 regresó a San Luis y el 10 de octubre de 1815 fue nombrado Alférez de las Milicias de Caballería. En la sangrienta jornada del 8 de febrero de 1819 obtuvo su primera medalla al ayudar a desbaratar la conjuración tramada por los prisioneros realistas. Con el grado de Alférez, el 8 de noviembre de 1819 se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo, cuyos escuadrones se completaron y adiestraron en el campamento de Las Chacras. Durante la Campaña del Perú, el ya Tte. Pringles fue comisionado para que, con unos quince soldados, escoltase a un Baqueano que conducía información para el Batallón «Numancia», el cual se disponía a pasarse al Ejército Libertador. En la mañana del 27 de noviembre de 1820, Pringles fue sorprendido por los realistas en las Playas de Pescadores, lugar cercano a Chancay. Con los pocos hombres a su mando, se batió valerosamente; pero abrumado por un adversario numeroso, se arrojó al mar con su caballo dispuesto a perder la vida antes que declararse derrotado. El Cnel. Gerónimo Valdéz que mandaba las tropas realistas, no pudo contemplar tanta valentía y tras prometerle respetar su vida, ordenó que lo sacaran del agua. Pringles permaneció algún tiempo prisionero en las casamatas del Callao hasta que fue canjeado y se incorporó a su Regimiento nuevamente. San Martín premió su valor con un escudo de paño celeste en el que bordado con letras blancas se leía: .Gloria a los vencidos en Chancay. El valiente granadero intervino después en las memorables acciones bélicas de Pasco, Torata, Moquegua, Junín y Ayacucho. En 1827 y 1828 actuó en la Banda Oriental y en el Brasil. A las órdenes del Gral. Paz peleó en La Tablada, San Roque y Oncativo. A principios de 1831 defendió la Villa de la Concepción de Río IV, sitiada por las fuerzas del Gral. Juan Facundo Quiroga. Derrotado en El Morro y en el Río Quinto, murió en el Chañaral de las Animas el 19 de marzo de 1831.
Al enterarse Quiroga de la equívoca muerte del valiente héroe puntano, su indignación no pudo ser mayor y al soldado que lo había transportado a la inmortalidad le dijo: «... si no te mato canalla, es por no manchar la sangre del héroe de cien batallas» e inmediatamente se dirigió a San Luis a proporcionar la infausta noticia y encargar al entrañable amigo de Pringles, Don Antonio Esteban Adaro, «la piadosa tarea de darle sepultura». Treinta años después, el Gobernador Barbeito recurre al mismo Adaro para «cumplir la honrosa misión de buscar los restos de nuestro ilustre compatriota», dado que sólo Adaro conocía el descanso final por temor a los sucesos de esos días, las guerras intestinas que azotaban al país.