Un delirio para Albert en su cumpleaños!
Name: poule
Date Posted: Jun 18, 04 - 5:44 AM
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La creación... por poule.
El primer día creo la luz.
Un sol radiante que inundaba con su luz y su calor y se dijo que sería muy triste que tan magnífico sol fuese derrochado en el vacío, así que creó los campos y las flores.
Interminables planicies llenas de verdor, colinas y montañas. Rocas y arena, estepas y dunas. Eligió una colina y en ella sembró un árbol en el cual se reflejaba ella misma. Imponente, majestuoso y al mismo tiempo frágil y solitario.
El segundo día creó la lluvia, un lago, el atardecer y el mar, el invierno y la primavera, el frío y el calor.
Su mudo era bello pero solitario, así que creó el viento. Le gustaba escuchar su susurro cuando mecía las cimas de los árboles.
Con el viento vinieron la calma y la tormenta. El rayo ahora era siempre perseguido por el estruendo.
Su mundo estaba casi completo, pero seguía sintiéndose sola.
El tercer día decidió crear a los animales, pensó que no sería bueno que estuvieran solos y a cada uno le otorgó compañía. Pero al mismo tiempo les otorgó la libertad.
Al hacer esto los animales decidieron partir de su lado y descubrir las magníficas planicies, montañas, dunas y playas que su creadora había hecho para ellos, dejándola sola nuevamente.
El cuarto día dió vida a muchos otros seres, y esta vez decidió hacerlos dependientes, al menos durante algun tiempo.
Los convidó con un poco de amor por la naturaleza, les otorgó la inocencia y miles de alegres cantos.
Ya no estaba sola, pero los nuevos seres necesitaban muchos cuidados, así que decidió darles padres y madres, formando familias, que ahora necesitaban abrigo, así que los hizo onstruir hogares.
Solamente que habia olvidado unos cuantos niños, estaban solos.
Decidió reunirlos a todos y darles dos madres amorosas y un padre árbol, a todos les dió un hogar. Sabía que serían felices.
Contempló su obra por algún tiempo. Los niños crecieron, perdiendo la inocencia y abandonaron a sus padres, pero siguieron dependiendo unos de otros construyendo cada vez nuevos hogares. La experiencia le pareció interesante.
Se dió cuenta de que al no dotarlos de libertad, aquello seres no alcanzaban a apreciar el mundo en el que vivían, pues no se atrevían a conocerlo.
El quinto día decidió crearlo a él.
Lo llamó Albert.
Fue hecho a su imagen y semejanza.
Le dió todas las cualidades que a los demás, pero además lo dotó de libertad, de sabiduría, de amor y de respeto por la naturaleza.
Esperaba verlo partir desde el primer instante que pisara la tierra, pero no lo hizo.
Siendo libre, Albert decidió quedarse con ella, un lazo de amor estrechaba su relación.
Una comunión entre ambos fue creada, y esta vez aunque Albert partiera, siempre existiría algo que los uniera.
Finalmente, Albert decidió descubrir el mundo, y partió.
Así descubrió el brillo de las estrellas y la obscuridad de la noche.
Sus ojos se colorearon con el azul del mar y sus cabellos con el dorado sol. Su cuerpo fue esculpido con el esfuerzo cotidiano y su piel curtida por el viento.
Era un ser magnífico, pero solitario, tan solitario como ella.
El sexto día, decidió crear el tiempo. Así se hicieron los días y las noches.
Albert vino a verla diciendo que estaba solo, entonces le creó una compañera.
Deseaba que él fuese feliz.
Tomó la brillantez del sol, la frescura del agua, la paciencia de la tierra y el susurro del viento. Combinó todo con el canto de un jilguero y el amor eterno.
Ella había nacido.
Al final del día dijo:
- Seguirás un largo camino, errarás tras de sus pasos, descubrirás el primer amor y la pasión, pero no serás completamente feliz.
Estarás condenada a escuchar sus palabras sin entenderlas, y te refugiarás en sus brazos sin que éstos te puedan retener.
Así vivirás tu vida, sin saber que tu destino nace y muere donde esta él.
Entonces, cuando al fin comprendas que el amor sin pasión no es amor y la pasión en ella misma no es creación, solo entonces, podrás ser feliz, a su lado.
El alba del séptimo día llegó a su mundo, inundándolo de luz y armonía.
Decidió dejar a esta pequeña frente a la puerta de aquél lugar bajo la colina.
Allí tendría dos madres y un padre árbol. La compañía de muchos otros seres maravillosos, como ella.
La pequeña lloraba, sus dos madres la encontraron, llevándola al calor del hogar.
Su tiempo había comenzado.
Leticia. 06/2004