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Anthony. Un Ángel en el Portal.

Conocimos a este chico rubio en uno de los lugares mas emblemáticos de la geografía de Candy Candy. El Portal de las Rosas.

Candy, victima nuevamente de la maldad de los chicos Legan, trata de huir buscando un escape a su tristeza. Sin mirar por donde va, tropieza y cae muy cerca de un bello portal. Una suave voz le pregunta el motivo de su llanto. Y al levantar su mirada Candy descubre sorprendida el rostro amable de su Príncipe de la Colina. El encuentro efímero da a Candy nuevos bríos para continuar con los Legan. Tiene un poderoso motivo. Repetir el encuentro con su querido Príncipe. Comprobar si es el mismo que conoció años atrás.

Con una invitación de los hermanos Cornwell, Candy asiste a una fiesta organizada por los Andrew y se revela que el nuevo príncipe tiene nombre y apellido. Anthony Brown.

Anthony pese a todas las similitudes físicas no es aquel príncipe.

Es un chico de carácter fuerte, gallardo, solitario, afectuoso. Descendiente en línea directa de una larga dinastía escocesa que abarca el clan Andrew. Con una dedicación extraordinaria hacia el jardín de Rosas de su madre que lo llevan a crear una nueva especie de rosas para halagar a la niña que ha cautivado su corazón. Nombrándola igual que a ella “Dulce Candy”.

Tras superar en los intentos por la conquista de Candy de parte de sus primos. Anthony se convierte en el elegido por ella. Candy y Anthony viven un lindo romance con equívocos y reconciliaciones, confesiones del corazón y largas cabalgatas al atardecer.

Gracias a su iniciativa Anthony logra que Candy forme parte de la familia. No como su esposa aun. Pero si como su prima adoptiva. Mediante una carta que escribe al patriarca de la Familia Andrew solicitando su adopción como un intento audaz para evitar que Candy sea enviada a México, como parte de un castigo impuesto por los Legan.

Candy ante los ojos de Anthony sufre una maravillosa transformación. Ropa nueva y de acuerdo a una chica de su posición familiar. Refinamiento en sus modales sin perder ese desparpajo que la caracteriza. Gran felicidad por pertenecer a una estupenda y excéntrica familia. Tiene en ella un estimulo y apoyo para realizar actividades que nunca había considerado como la participación en un rodeo o una escapadita sin la supervisión familiar. Sólidas bases para construir un futuro para ellos juntos.

Si la vida fuera perfecta. Esta aventura pudo haber sido para siempre.

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