Nota: El presente relato es sobre el Día de Acción de Gracias que se celebra en EEUU el último jueves de Noviembre, y destila melaza de C&A al 100%
Tradición Familiar
Por Caro
Mini-relato de Acción de Gracias
William Albert Andrew presidía la junta de Consejo en la cual se presentaría el nuevo plan económico para 1919. Sin embargo su mirada no estaba enfocada en las coloridas gráficas que estaba explicando con ahínco el director del departamento de finanzas, sino en la enorme ventana que le presentaba un bello cielo azul libre de nubes, algo poco común en Chicago a fines de noviembre.
El financiero se percató de la distracción del señor Andrew y volteó a ver George quien le pidió con una señal silenciosa que concluyera su presentación y tomara asiento.
"Gracias, MacAlpine" dijo Albert poniéndose de pie para dirigirse a la ventana. "Sólo tengo una observación."
"¿Cuál, señor?" dijo, cogiendo una pluma para tomar nota.
"El incremento de salario para los empleados de la acerera no será del 5 porciento, sino del 9 porciento."
El hombre empezó a sudar. "Pero señor, tendríamos que hacer más recortes al presupuesto."
"De acuerdo, podemos empezar con los bonos navideños para los ejecutivos. El año próximo recibirán un dólar, contante y sonante."
"Me temo que no tomarán bien la noticia."
El joven sonrió levemente. "Mi oficina estará abierta para escuchar a aquellos que estén inconformes. Sin embargo, sé que entenderán que todos debemos hacer sacrificios para sacar adelante a nuestro país."
MacAlpine se pasó un pañuelo por la frente. "Como usted diga, señor Andrew."
Albert asintió la cabeza. "Caballeros, doy por concluida esta asamblea."
George observó desde su asiento la procesión de ejecutivos que abandonaba la sala. No podía evitar sentirse orgulloso de su pupilo, con esa seguridad con que tomaba cada decisión, su firmeza al querer proteger a sus empleados más humildes. Ellos eran la razón por la que el apellido Andrew era reconocido a nivel mundial. Los empleados que estaban felices con sus salarios y prestaciones tenían un mejor desempeño.
"William, recuerda que la comida de Acción de Gracias empieza a las 11:00 y termina a la 1:30pm"
Albert apoyó la frente en la ventana, suspirando profundamente. "Y mañana la cena en casa a las 6pm. Tía Elroy me hizo prometer que esta vez sería puntual."
"Supongo que antes harás tu visita anual."
"Por supuesto, es una tradición que inició el abuelo, seguida por mi padre. Sólo he fallado un año, pero tú sabes la razón."
"Yo tuve que ir en tu lugar."
"Sé que siempre puedo contar contigo, George, si tan solo pudiera convencerte de que fueras por mí a la cena familiar..."
George sonrió. "No creo que la señora Elroy vea con buenos ojos que yo ocupe tu lugar en el comedor."
Albert hizo una mueca. "Me temo que no, pero bueno, valió la pena el intento."
"Anda, vete a tu oficina. Tienes una visita."
El rostro del joven se iluminó al instante. "No me digas que es ella."
George puso las manos sobre los hombros del joven y lo empujó en dirección de la puerta. "¿Por qué no lo compruebas tú mismo?"
Albert salió corriendo hacia su oficina y antes de abrir la puerta se aflojó la corbata, cómo odiaba tener que usarlas.
Entró a la habitación y descubrió a una figura que estaba de rodillas haciendo movimientos circulares un tanto sugerentes sobre la alfombra.
Cerró la puerta y la persona se detuvo para mirar sobre su hombro.
"¡Albert! ¡Oh Dios!"
"Candy, ¿qué estás haciendo en el suelo?"
Ella le mostró una servilleta manchada de rojo y una mancha del mismo color en la alfombra.
"¿Qué te pasó?" preguntó asustado, corriendo a su lado.
"Tu secretaria me ofreció un vaso de jugo de arándano. Tomé asiento y dejé mi bolsa a mis pies. Como no llegabas, decidí coger una de las revistas que estaban sobre la mesita y al levantarme me tropecé con la bolsa y dejé caer el vaso. Siento mucho haber manchado tu alfombra, prometo pagarte la limpieza."
"Deja eso, Candy, la alfombra no importa" dijo ayudándola a ponerse de pie. "¿No te lastimaste?"
Candy tomó su mano. "No, estoy bien. Sólo la vergüenza de haber estropeado tu alfombra."
Albert tomó el rostro de Candy entre sus manos. "No te preocupes por eso, las cosas materiales pueden reemplazarse."
"Eres tan compresivo."
"Otra de mis cualidades."
"Y modesto."
"Todo sea para llamar tu atención" dijo, dándole un beso en la nariz.
Candy sonrió. "Esa siempre la tendrás."
"Creí que andabas de compras con Annie y Archie."
"Estuve un rato con ellos, pero me dieron ganas de verte y tomé un taxi para acá. Tu secretaria me dijo que estabas en una reunión y me sugirió que te esperara aquí."
"Me alegro, así podrás acompañarme a la comida de Acción de Gracias de las empresas."
"No me digas que todavía te sientes incómodo en reuniones donde hay mucha gente."
"Confieso que todavía no puedo acostumbrarme a esa parte de mis obligaciones. Recuerda que George fue mi único enlace a este mundo durante mis años de formación. No me permitían convivir con mi familia o tener amistades que pudieran descubrir mi identidad."
Candy sabía que era difícil para Albert hacer esa admisión, y que le pidiera estar a su lado durante estos festejos la hacía muy feliz.
Tuvo la oportunidad de verlo en acción, porque aunque él confesara no tener la facilidad para socializar donde había mucha gente, su aprehensión desapareció por arte de magia al cruzar las puertas del gran salón.
Antes de tomar su lugar en la mesa de honor, fue de mesa en mesa saludando a sus empleados por sus nombres de pila, poniendo especial atención en aquellos que habían dedicado prácticamente sus vidas enteras a las empresas, y recordaban a tu abuelo y padre con gran estimación.
Después de una comida deliciosa que incluyó jamón, carne al horno, puré de papa, ensaladas, camotes cubiertos de melaza y malvaviscos y una gran variedad de postres como pay de calabaza, torta de nuez, pasteles de chocolate y vainilla, Albert se dirigió a la congregación para desearle un feliz y seguro Día de Acción de Gracias.
Abandonó el recinto de la mano de Candy. Llegaron a su automóvil donde lo esperaba su chofer Jackson. Albert le dijo que él conduciría y podía tomarse el resto del día.
"Candy, aprovechando que estamos solos" dijo, una vez que la ayudó a subir al auto y el tomó el volante. "Tenemos una conversación pendiente."
Ella se percató del tono solemne en su voz, y sintió nuevamente el calor en sus mejillas y las palmas de sus manos empezaron a sudar. Anoche estuvo a solas en el estudio de Albert y éste se había acercado y tomado su mano entre las suyas para preguntarle algo muy importante, cuando fueron interrumpidos por la llegada de la familia Andrew a la mansión ancestral.
"¿De qué se trata, Albert?"
"¿Estarías dispuesta a pasar conmigo tu día de Acción de Gracias repartiendo comida entre la gente necesitada?"
"Oh" ella alcanzó a decir, parpadeando. "¿Eso era lo qué querías preguntarme anoche?"
"¿Qué imaginaste?"
Ella se le quedó viendo, sus mejillas poniéndose más rojas segundo a segundo.
"Nada, nada."
Un pensamiento causó una sonrisa en los labios de Albert. ¿Será posible que Candy estuviera más "receptiva" a sus galanteos?
"Es que hay personas que prefieren pasar esta festividad con sus seres queridos."
"Tú eres un ser "muy" querido para mí."
"¿En serio?"
"Sí, Albert."
"¿Entonces me acompañarás?"
Candy asintió vigorosamente. "¡Me encantaría!"
Albert sonrió, complacido por su entusiasmo. "Tenemos que estar en el refugio a eso de las 5am para ayudar a hornear los pavos."
"Estaré lista, no te preocupes."
El joven le confió que era una tradición familiar iniciada por su abuelo en los 1850s, quien no conforme con ser un simple donador- como la mayoría de la gente de su "clase" que sólo enviaba pavos y sus aditamentos- él se metía a las cocinas a ayudar en la preparación de los alimentos y se ponía en las filas de voluntarios que servían a los pobres.
"Tengo muy pocos recuerdos de Días de Acción de Gracias con la familia, porque tía Elroy y sus consejeros dispusieron que los pasara con George en Lakewood."
"Cuando consideró que tenía edad suficiente, él mismo me empezó a llevar a los refugios temporales donde regalaban cenas de Acción de Gracias, porque quería que supiera que mucha gente que no contaba con un techo o una comida caliente."
"A pesar de todos los problemas que se presentan cotidianamente" dijo Candy, "somos muy afortunados."
"Así es, pequeña. Muy afortunados."
La pareja salió de la mansión ancestral bajo un manto de estrellas como testigos, y se dirigieron en coche al refugio que estaba en la parte Este de Chicago.
Se sumaron al esfuerzo para alimentar a personas que estaban pasando dificultades ya fueran económicas, laborales o familiares. Por lo menos este día podrían olvidar sus penurias y disfrutar de una deliciosa cena de pavo, puré de papa, camotes dulces, salsa de arándano y una rebanada de pay de calabaza.
Albert ayudó a preparar los pavos para hornearlos mientras Candy ayudaba a pelar papas y camotes. Luego decoraron el recinto con guirnaldas que tenían hojas de maple de colores otoñales.
La comida estuvo lista 5 horas después para recibir a los comensales. Albert trinchó pavos y a Candy sirvió café, leche y jugo de arándano.
Fue tanta la actividad, que no tuvieron oportunidad ni de tomar un descanso. Salieron cansadísimos, pero muy satisfechos.
La puerta de la mansión Andrew se abrió cuando el reloj marcaba las 6 campanadas, permitiendo el acceso a la joven pareja sonriente que se dirigió al comedor donde la familia se disponía a tomar asiento para disfrutar de la cena.
"¡Buenas noches, familia!"
Elroy se horrorizó. "William, ¿qué significa esto? ¿Por qué están vestidos de esa manera tan vulgar?"
Traían viejos overoles de mezclilla y camisas blancas de manga larga, y botas de piel.
Albert sonrió ampliamente. "Querida tía, te prometí que estaríamos aquí a las 6pm, pero no hablamos sobre qué ropa usaríamos."
Los parientes no dejaban de verlos, algunos maravillados con la "excentricidad" del líder de la familia, y otros sonrientes, entre ellos Archie y Annie.
Albert, galante como siempre ayudó a Candy a tomar asiento a su derecha. La anciana se tocó la frente, sintiendo los inicios de un dolor de cabeza. "Por lo menos podrías decirme dónde han estado todo el día."
Tomando la mano de Candy y mirándola a los ojos, dijo, "Siguiendo una tradición familiar, ¿verdad?"
Candy asintió, sus ojos luminosos por haber conocido otro aspecto de la personalidad de Albert.
"Sí, una bella tradición familiar."
Finis
Noviembre 2009