DICIEMBRE 21
Por Caro
"¿No te quedarás a cenar?"
William interceptó a George en la puerta del gran salón luego de participar en el brindis de Navidad. La familia Andrew había respondido con gran entusiasmo a la invitación de su líder al festejo pre-navideño en el castillo ancestral. Hasta los Legan habían dejado la soleada Florida para presentar sus respetos. Era la tercera reunión multitudinaria desde su presentación sorpresiva en la fiesta de compromiso de Candy y Neil, donde de manera efectiva y concisa había declarado que nunca aprobaría que comprometieran a Candy sin su aprobación expresa.
Por supuesto no les dijo que él mismo tenía intenciones de convertirla en su esposa dos años después.
"No, gracias. Prefiero irme a dormir a Lakewood."
William asintió, conocía el motivo por el cual quería regresar. "Candy y yo quisiéramos huir contigo, pero el deber nos llama."
"Entonces regresa al salón, no está bien que dejes a tu esposa sola."
El joven sonrió ampliamente. "Mi esposa- me gusta cómo suena eso. Entonces nos vemos mañana."
George llegó a Lakewood casi al anochecer y se encontró con Max, uno de los chicos encargados de la seguridad. "Señor George, parece que nevará."
Levantó la mirada. El cielo estaba cubierto y el viento frío calaba hasta los huesos. "Así parece."
"Entonces será otra celebración perfecta. Navidad y nieve juntas."
"Un gran evento" asintió, entrando a la casa para dirigirse a la sección de la servidumbre.
El olor a pino era fuerte y fresco, un bálsamo para su espíritu cansado. Se sentó un rato con Whitman y jugaron un partido de ajedrez, perfecto para ejercitar la mente, aunque no mejoró su humor. Su corazón simplemente no estaba en el juego y perdió. Como era la primera vez que pasaba, el jardinero se puso feliz y lo anunciaba a todos aquellos que entraban a la cocina.
George apenas se dio cuenta, inmerso en sus pensamientos por ella.
Dorothy. Se tocó la frente al sentir que sus labios trataban de formar una sonrisa. A pesar de que le dijo a William que solo la veía como una amiga, ella se había convertido en una parte importante de su vida. Con esos ojos melados que le permitían ver hasta su alma y esa sonrisa que le alegraba el corazón.
¿Por qué no podía apartarla de su mente? Pero más importante, ¿por qué tenía que hacerlo? Nada se lo impedía.
¿Dónde estará? Desde ayer no la veía. "Douglas" le dijo a cocinero que traía una charola con pan recién salido del horno. "¿No has visto a Dorothy?"
"No, señor George."
Les preguntó a Mary y Doris. No la habían visto.
Finalmente, se puso su abrigo y bufanda y decidió ir a buscarla.
Recorrió los jardines y los establos, pensando con molestia creciente que pudiera encontrarla con uno de los ayudantes en situación romántica. Siguió caminando hasta encontrarla en un pequeño huerto detrás del portal de las rosas. La visión de ella lo dejó boquiabierto.
Envuelta en su capa a cuadros y mirando al cielo con los brazos abiertos, parecía una diosa.
Dorothy volteó al sentir una presencia, diciendo, "Buenas noches, George. La noche está preciosa. Acaba de empezar a nevar y estoy atrapando copos de nieve."
"¿Te gusta la nieve?"
"Por supuesto" dijo con una sonrisa.
"¿Por qué?" preguntó, su voz más suave. Cómo ansiaba tocarla.
Ella le dio una mirada tímida antes de responder. "Porque hace que todo se vea más claro y hermoso. Puedes hacer monos de nieve, lanzar bolas de nieve, pasear en trineo o simplemente sentarte en tu casa y observar como cae la nieve mientras disfrutas de un chocolate caliente con tu amado."
Sintió un roce en su cabello, eran los dedos de George acariciándola con ternura.
"Me has convencido. También me gusta la nieve."
La tomó en sus brazos, y ella sintió que por fin había encontrado su hogar. Como si en los brazos de este hombre fuera exactamente el lugar que siempre debió estar.
Mary tenía razón, la admiración podía transformarse en otras cosas... como el amor.
Levantando el rostro, intercambiaron miradas de descubrimiento. George sonrió, acunando su cabeza entre las manos.
"Eres encantadora" murmuró, antes de besarla.
Una sacudida de placer invadió a Dorothy cuando sintió la lengua de George tocar la suya. Este hombre sabía exactamente lo que estaba haciendo. El poder de su beso le robó el aliento, y cruzando los brazos alrededor de su cuello, respondió con fervor.
Extasiado, George siguió besándola con pasión hasta estar seguro de que ella nunca olvidaría este momento.
"Esto" dijo, tomando aliento. "Quería hacer aquella noche del baile. Te amo, Dorothy."
"Y yo te amo" le dijo con una sonrisa tremulante. "Pero no tengo nada que ofrecerte."
La miró por unos instantes con esos ojos grises cautivadores, entonces declaró, "Ya lo has hecho, Dorothy, me has regresado a la vida."
FINIS
(Fotografía cortesía del blog hellobombshell en tumbler)