William Albert Andrew. El Misterio de la Soledad
Para conocer la historia de este enigmático personaje inicialmente debemos reunir pistas, recuerdos y actitudes, tenemos que escoger ciertas frases, interpretar silencios y coincidencias para después atar cabos y armar ese complejo rompecabezas que es la vida de nuestro querido Albert.
Para Candy primeramente, es un príncipe. Reúne la nobleza y gentileza de un protagonista de algún cuento fantástico. También resalta su apostura, dignidad, exotismo, presencia y simpatía que denotan su alta alcurnia.
Si le preguntan a Albert, dirá que de ser él un príncipe su reino era la soledad. Sus padres murieron cuando era muy pequeño, al grado que no guarda en su memoria recuerdos de ellos. Una única hermana con la que convivió pocos años y un sobrino que desconocía su existencia. Al igual que la inmensa mayoría en esa familia ignoraba que William Albert Andrew fuera alguien tan joven, tan rebelde, tan independiente. Lo único que tenían seguro era su excentricidad.
Anthony apenas guardaba un recuerdo de él como “un chico de ojos azules que estaba cerca de su madre” sin conocer a ciencia cierta su identidad ni el parentesco que guardaban entre sí.
Para Archie y Stear era el patriarca del clan Andrew, dueño de inmensas propiedades, administrador de incontables negocios, un incansable viajero lleno de excentricidades entre la que se contaba no dejarse ver en público y también un generoso guardián que les permitía vivir en su mansión bajo su cuidado y los dejaba construir portales a su gusto.
Para los Legan era el poder y la oportunidad. Su parentesco con él los encumbraba. Su riqueza los respaldaba y su incógnito dejaba abierta una amplia gama de posibilidades de las cuales sacar provecho.
Para Madame Elroy era un dolor de cabeza. La muerte temprana de su hermano la obligó a protegerlo bajo una mascarada. Creó para su sobrino un alter ego que inspiraba respeto y evitaba las preguntas. Pero el chico lejos de entender la trascendencia de su papel en esta sociedad prefiere jugar con animales y desatender sus obligaciones con la complicidad de George maneja desde la distancia los hilos de la familia Andrew.
Albert no dirá el porque pero siempre preferirá la compañía de los animales que la de los humanos, quizá porque ante ellos no tiene que fingir y realmente lo conocen tal cual es y evitará también hablar de todas las veces que intentó escapar de la jaula de cristal que tenia por casa hasta que por fin lo consiguió. No se considera en absoluto un excéntrico y si ser excéntrico es hacer lo que te place en el momento que lo deseas, es el más grande exponente de la excentricidad, la libertad, la naturaleza y su equilibrio. Más que el dinero y la posesión él considera que el mayor poder humano es construir su propio destino y nunca lo oirás quejarse si no tiene un techo que lo proteja o algo para comer porque de una manera u otra se las arreglará para sobrevivir sin los beneficios que proporciona la llamada civilización.
Para cualquiera que se lo encuentre en algún bosque o en los caminos que ha recorrido Albert será un vagabundo, un ermitaño, un despojado y habrá hasta quien lo considere un delincuente, un invasor que trasgrede las más elementales normas de la convivencia humana. Lo perseguirán, lo denunciarán, se atemorizarán pero no intentarán comprenderlo porque no lo consideran igual a ellos, porque no se adapta a sus valores preestablecidos, porque eso es lo que les dicta a creer esa apariencia descuidada, ese comportamiento indómito y ese estilo de vida fuera de lo convencional.
La sonrisa de Albert al conocer todas esas definiciones que los demás tienen sobre él, será ambigua y ni siquiera se molestará en debatir esas opiniones. No llegaremos a saber que piensa al respecto, tampoco como se las arregla para enterarse de todas las necesidades de su familia y como llega a la mejor solución posible para satisfacerlas. Sin esperar un gracias o sin decir adiós, llenará su bolso de viaje y se marchará.
La naturaleza, la libertad atraen a Albert. Criado en un mundo prefabricado lleno de normas y comportamientos conducentes a una vida que no le entusiasma. Es la forma que encuentra para rebelarse desprendiéndose de ellos, ignorando sus esmerados modales, sus rígidas conductas y sus planes futuros. Sin embargo el aislamiento que lo rodea en su casa se mantiene, ya sea por el rechazo de los demás o por la falta de interés del propio Albert, es que continua su camino en solitario.
En algún momento, tras perderse repetidamente debió caer en cuenta que huir no lleva a ninguna parte y que andar por andar sin un objetivo, sin saber a donde ir, que buscar y que atesorar era una perdida de energía. Nunca buscó pertenecer o ser aceptado, pero es un hecho que tenía que definirse el mismo, encontrar el Albert que deberá ser el resto de sus días, él que sea el mismo en lo más espeso del bosque que en la comodidad de la sala de estar de su mansión o en las calles atestadas de gente de Chicago y el viaje se transforma en evolución y el Albert rebelde que se marchó de casa ha madurado. Ya sabe que puede sobrevivir sin el dinero de su familia, se ha demostrado que puede dirigir su destino sin andar sobre los pasos de nadie mas, que puede influir en los actos de los demás, que la gente en todas partes es igual, que las diferencias las ponen los que quieren destacar, que puede salvar la vida de una niña si está en el lugar preciso y eso es lo que nuevamente pone a Albert en otro compromiso. La responsabilidad.
Pero nada de esto lo sabremos por sus labios, si le preguntáramos que tan difícil fue llegar a ese punto su único comentario será que “fue cosa de niños” y no habrá nadie que pueda confirmarlo o negarlo.
La gente que tiene relación con los animales encuentran en Albert motivos para sorprenderse, es difícil negar que tiene un cierto parecido con ellos, es instintivo, territorial, agreste, astuto, autónomo, vigoroso, fuerte, ágil y conocedor de las leyes naturales logrando una identificación mutua que desemboca en una curiosa relación de respeto y protección. Entiende las leyes de supervivencia, que existen depredadores y presas pero cuando el hombre abusa de sus habilidades y caza por placer rompe el orden vital y se ve involucrado y actúa a favor de las criaturas sin importar exponer su vida.
¿Qué lo lleva a sentirse tan identificado con los animales?, difícil saberlo, sólo enarbolará nuevamente esa sonrisa misteriosa. Recordará que no siempre es necesario tener todas las respuestas, ni todos los recuerdos, que hay vacíos que es necesario conocer para saber con que los puedes llenar. Auto limitaciones de las que debes desprenderte y salir un poco de ti mismo para dar espacio a que fluya todo lo que hay en tu interior. Redescubrir a las personas para apreciar cosas que antes te negabas a ver. Si le preguntas si durante la amnesia descubrió que amaba a Candy, será como escuchar el paso del viento, Albert se adaptará al entorno cambiante como un camaleón, alterará su apariencia inesperadamente sin importarle si lo juzgan o si realmente encaja, mientras se sienta a gusto y mientras esa inquietud que atrae a los fantasmas de la soledad no lo impulse a buscar nuevas sendas y razones permanecerá en paz.
Candy le trajo paz, eso es un hecho. Estar con ella era una condición ideal, sin tener que demostrarle nada, sin esperar nada o al menos pretender que sus sentimientos por ella no requieren una respuesta más allá de un guiño o una sonrisa. Le costó desprenderse de ella el día en que recuperó la memoria y se negó a escuchar las voces de los caminos que lo llamaban. Pero volver a retomar su vida tampoco era fácil y sin el apoyo silencioso de Candy seguramente su decisión se hubiera tambaleado un par de veces. Había tanto de él en ella, su fuerza, su tenacidad, su rebeldía y entendió esa lección que pregonaba ante George y la tía Elroy cuando decía que esperaba que la gente a su alrededor no sólo viera lo que representa, que también vieran el interior. Candy tenía ese don, podía ver a través de él, de su apariencia. Lo quería y respetaba por sus actos, por quien era y no por lo que parecía o especulaban los demás. Eso era lo más real que había tenido en mucho tiempo y de las cosas que lo podían conformar.
Y nosotras nos tendremos que conformar con dejar al aire la pregunta sobre lo que paso después en la Colina cuando el Príncipe volvió...
++++ Fran 2006