adviento04

DICIEMBRE 4

Por Caro

¡Ha llegado el espí­ritu de la Navidad al Hospital Santa Juana! Mis visitas a diferentes comercios de Chicago estas últimas semanas han dado frutos en la forma de donaciones para nuestros pequeños pacientes. Afortunadamente el Doctor Leonard no se opuso a que buscara las donaciones, es más, hasta me dejaba salir temprano y hacer las visitas.

Albert pidió permiso en su trabajo de lavaplatos para acompañarme a recoger la mercancí­a. Fue un golpe de suerte que su jefe le prestara un camión porque eran muchas cajas para mi sola.

Transferimos el contenido de las cajas a carretas que llevamos a la sala de descanso de las enfermeras. Era emocionante ver la cantidad de juguetes, ropa de invierno, cobijas y dulces.

Creí­ que Albert regresarí­a al restaurante pero insistió en ayudarme a preparar bolsas de regalos. Yo estaba encantada de que compartiera mi idea de proporcionarles un poco de alegrí­a a estos niños que la enfermedad los obligaba a pasar la Navidad lejos de sus hogares.

Llevábamos horas en nuestra labor entre risas y promesas de compartir todo, cuando las puertas de la sala se abrieron para admitir a una Mary Jane con su rostro severo.

Le presenté a Albert, temerosa de que fuera a reprenderme por meter a alguien que no era parte del personal. Ella observó a Albert por unos instantes, y dijo, "Con que tú el eres joven amnésico que esta torpe ha defendido a capa y espada. No puedo decir que la culpo."

Entonces nos reveló que el Doctor Leonard vení­a en camino con mis compañeras las cuales ayudarí­an a llenar bolsas de regalos. Sin embargo el doctor no podí­a dejar pasar la oportunidad de darle publicidad al hospital, así­ que los acompañaban un reportero y un fotógrafo del Chicago Daily News.

Albert se sorprendió con la noticia y se acercó a las puertas. Mary Jane se sonrió levemente diciendo, "Sé que dejaste el hospital en malos términos con Leonard, por eso vine a prevenirlos. Candy, salgan por la ventana, yo me encargaré de ellos."

Salimos al callejón trasero y nos subimos al camión. Atravesamos las calles de la ciudad hasta llegar al departamento. Albert no pronunció palabra durante el trayecto. No quise insistir, probablemente se sintiera avergonzado por no querer enfrentar al Doctor Leonard.

A la mañana siguiente preparaba el desayuno cuando escuché a Albert regresar con el periódico. La nota del hospital salió en la página dos acompañada de una fotografí­a de Mary Jane (de espaldas) rodeada de mis compañeras llenando bolsas de regalos.

foto

Leonard que habí­a planeado este golpe publicitario no pudo disfrutarlo porque en el preciso momento que lo iban a entrevistar, fue llamado de urgencia por el consejo directivo del hospital, por lo que Mary Jane se encargó de decir que las enfermeras del Santa Juana- encabezadas por la señorita Candy White- habí­an organizado la colecta de regalos.

Le pregunté a Albert si estaba molesto por haber quedado fuera de la nota, pero me dijo que no.

"Fue tu idea, Candy, te mereces todo el crédito" me dijo con una sonrisa enigmática. "Algún dí­a serás recompensada."

FINIS

(Foto cortesí­a de la página American Memory, fotografí­as del archivo del Periódico Chicago Daily News de 1902-1933)