¿Mamá?
Por Fran
Mayo 2006
Era muy pequeño para notar que esta separación era más larga que las anteriores. A punto de cumplir 4 años y con tanta gente alrededor suyo era difícil notar que la señora rubia de ojos verdes a la que llamaba mamá pasaba menos tiempo con él que su niñera. Si la noticia de que sus padres habían muerto en un accidente no lo lastimó fue porque no entendía el concepto de “muerto” ni de “accidente”. Sus padres eran dos personas que entraban y salían de casa con periodicidad, tal como la tía Elroy, el tío Angus, Sus primas Sarah y Sandy, con sus esposos y sus bebes.
Lo que si resintió fue la ausencia de ciertas sensaciones. Los dedos de su hermana cuando limpiaban las lagrimas de sus mejillas no tenían toda la calidez que lo tranquilizaba. Los besos de la tía Elroy se sentían hoscos al darle las buenas noches y no se sabía su canción favorita para tararearla cuando se negaba a dormir porque le daban miedo las sombras que se filtraban por las cortinas. Tampoco olía a lirios, ni permitía que se recostara sobre su pecho para adormecerse bajo el acompasado ritmo de su corazón. Los abrazos de George abundaban pero él siempre lo ha tratado con mucho cuidado como si temiera que fuera a romperse, además que siempre está serio y su corazón no es tan potente como cuando su padre cada vez que regresaba de algún sitio lo incitaba a correr a sus brazos para recibirlo y en un mismo movimiento levantarlo en vilo, darle un par de vueltas y estrecharlo con fuerza contra su pecho, de igual forma que lo hacía cuando iban a dar un paseo a caballo, como le pedía que se agarrara fuerte para correr al galope y prometerle que cuando pudiera controlar un caballo ambos correrían con el viento. Esas sensaciones le hacían falta, el suave y tranquilizador latido de su madre y la fuerte y vibrante energía de su padre.
En algún momento decidió que tenía que buscar esas sensaciones, poco a poco las estaba olvidando y eran muy preciadas para él como para prescindir de ellas, así que tomó la fotografía de sus padres de la repisa de la chimenea y se la llevó a Pauna para que le dijera donde estaban. La chica lloró como lo había estado haciendo últimamente y corrió a encerrarse a su recamara. Su tía Elroy, sólo dio unas palmaditas en su cabeza y murmuró un “Pobrecito mío” antes de llamar a la servidumbre para que lo llevara a jugar a otro sitio. Las chicas de la cocina lo llenaron de comida y le pellizcaron las mejillas pero no le dijeron lo que quería saber. Su niñera en vez de prestarle atención conversaba con el hombre del auto. Finalmente buscó a George, cuando le mostró la fotografía lo miró con esa seriedad tan característica, exhaló un largo suspiro y sugirió que dieran un paseo.
Lo llevó cerca del lago, sabe que es su lugar favorito. Con una voz diferente a la que siempre había escuchado de él le dijo que sus padres ya no iban a regresar. Puso su mano en su corazón y le dijo que los mantuviera siempre ahí porque habían muerto y sólo ahí podría estar nuevamente con ellos. “¿Muerto?” el pequeño no sabía que significaba eso, él quería encontrar a sus papas. Estaba por insistir una vez más a George que lo llevara con ellos como lo había hecho otras veces, pero unos pajarillos atrajeron su atención, se lanzaban una y otra vez en picada sobre algo situado al ras del suelo. Corrió hacia donde estaban jugando las aves y descubrió en el suelo un polluelo. Se río de sus papas alados, ellos no tienen manos para devolverlo al nido, así que pensó en ayudar, cuando lo tomó lejos de poner resistencia estaba muy quieto, lo sintió muy frío y había hormigas en su pico y sus ojos abiertos no tenían ningún brillo. George llegó pronto a su lado y evitaba que los padres lastimaran al pequeño, intentó retirar el polluelo de las manos del niño pero él se negó a soltarlo mientras lo interrogaba con la mirada. “Está muerto William”, su voz no sólo seguía extraña, sonaba como si estuviera enfermo de la garganta y las palabras se le atoraran y no pudieran salir libremente.
Muerto. Sus padres también. Por eso no iban a volver. No lo volverían a abrazar. No podría volver a jugar con ellos.
Intentó sacudir las alas del pajarillo, lo instó a volar y nada dio resultado. Con ayuda de George lo enterraron cerca de un árbol. Sus padres parecieron entenderlo porque dejaron de lanzarse contra ellos y se marcharon a cuidar a sus demás polluelos.
Se sentaron a la orilla del lago, por un momento William pensó que a su tía no le gustaba que se ensuciara la ropa, pero en ese momento pocas cosas le importaban. George le pidió que fuera fuerte y le recordó que ellos lo querían mucho y no soportarían verlo llorar y no poder hacer nada por remediarlo.
William miró como el sol se reflejaba en el estanque y adquiría el mismo brillo y matices que los ojos de su madre, en contraste con el despejado cielo azul idéntico al color de la mirada de su padre. Las palabras de George cobraron sentido y se llevó la mano a su corazón, donde siempre permanecerían junto a él.
George apreció el gesto y le preguntó si quería volver a casa. William se negó y lo sorprendió preguntándole si sus papas también estaban muertos. George pasó un brazo por los hombros del pequeño y asintió mas que responder. “Soy huérfano como tu”. La palabra quedo guardada en la memoria de William, huérfano, eso era una persona que no tenia padres.
Saber que sus padres habían muerto no hizo que William comprendiera el porque del extraño humor de su hermana ni la sombría actitud de la Tía Elroy ni tampoco porque las visitas de los demás familiares habían disminuido. Hubo tantos cambios, ya no se le permitía salir con la misma regularidad de antes y cuando lo hacían tenía que ser rodeado de demasiadas personas y sus modales preocupaban excesivamente a la tía Elroy, ahora le recordaba todo el tiempo que no sorbiera la sopa y se mantuviera erguido en la silla. Ya no le permitió meter animales dentro de la casa cuando tiempo atrás eran su principal diversión. Pauna también cambió, salía con más frecuencia y sus ojos habían dejado de enrojecerse de tanto llanto hasta la había visto sonreír cuando creía que estaba sola.
Cuando William conoció al señor Brown supo que él era la causa de los cambios de su hermana. Pauna se colgaba de su brazo y no dejaba de hacer esos gestos que hacía cuando quería que papá la perdonara por haber cometido alguna travesura. Muchos días después hubo una gran fiesta y su hermana vistió un hermoso traje blanco que la hacía parecer una princesa de algún cuento.
Pauna y el señor Brown se fueron de la casa y no regresaron en mucho tiempo. La tía Elroy lo castigó cuando preguntó si ella también había muerto y ya no la volvería a ver. George sólo sonrió cuando se enteró de lo sucedido lo ayudó a escapar de su castigo y lo llevó nuevamente al lago. Le explicó que el Señor Brown tenía un barco y que había llevado a su hermana a navegar con él. Cuando el viaje terminó Pauna volvió a la casa cargada de regalos, le contó de todos los lugares que había visitado y le trajo también libros con fotografías de esos lugares. Le prometió que cuando creciera lo llevaría con ellos a dar una vuelta alrededor del mundo.
Ella se volvió a marchar está vez pudo estar en contacto con ella por medio de la correspondencia que ella enviaba regularmente. La tía Elroy le leía esas cartas y metía en un sobre los dibujos en que William le explicaba a Pauna lo que hacía habitualmente. Un día que William bajó vio que había gran movimiento y que estaban metiendo a la casa una gran cantidad de equipaje, vio a su hermana estaba muy pálida y su cara muy delgada pero en cambio su vientre había crecido. Convencido de que si se veía así de enferma era porque seguramente hacía lo que él cuando se escapaba a la cocina y comía tantas golosinas que el dolor de estomago le duraba por horas.
Pauna sólo estuvo de paso unos días en la mansión su destino final era la casa de campo de Lakewood. El doctor le había recomendado alejarse de la ciudad y buscar un ambiente tranquilo. Ella no cabía de gozo cuando le platicó a William que iba a ser mamá. Para William también fue una noticia muy feliz, por un instante creyó que eso significaba que su mamá iba a volver. De todos modos le dio gusto saber que pronto habría un bebe, le agradaba la pintura que le describió Pauna donde él sería el hermano mayor de su pequeño y que le enseñaría todo lo que él sabía.
Empezó a aceptar de buena gana las clases que hasta el momento se había negado terminantemente a tomar, ahora tenía que aprender muchísimas más cosas para enseñarle a su sobrino cuando naciera.
Las visitas a Lakewood eran muy frecuentes, casi todos los fines de semana, la tía Elroy se la pasaba tejiendo toda la semana y entregaba cantidades enormes de ropa para el bebé a su hermana en cada visita. Una de esas visitas demoró más de lo normal y cuando Albert se levantó una mañana la tía lo llevó al cuarto de su hermana para presentarle al nuevo Andrew. Anthony se llamaba. Pauna se veía muy cansada pero en sus ojos no se reflejaba ese cansancio brillaban mucho más incluso que cuando estaba con el señor Brown.
Cuando colocaron a Anthony en sus brazos William se sorprendió de lo parecido que era a él, una suave pelusa amarilla en su cabeza indicaba que tendría el cabello tan rubio cómo él, también tenía el mismo color de ojos y ese lunar en la pierna derecha en forma de un ave en pleno vuelo. Pero el recién nacido era mas afortunado, tenía algo que el no. Una mamá. Esa tristeza lánguida que se presentaba cada vez que recordaba que no volvería a estar con ellos se acentuó en ese momento. Auxiliado de la tía llevó al bebé a la cama con su hermana, ella lo acunó a su lado derecho. William siguiendo un impulso se subió en la cama y se recostó del otro lado exigiendo un abrazo de su hermana. Antes de que Elroy abriera la boca para impedirlo, Pauna la detuvo y le dijo que le permitiera estar con ella así unos momentos. El brazo alrededor de su cuerpo no ejerció ni mucha ni poca presión, era la necesaria para que por ese instante no resintiera estar solo en un mundo de adultos.
Hubiera querido quedarse en Lakewood, ayudar a su hermana a cuidar a Anthony, pero no fue posible. Ella quedo delicada tras el parto, sería un esfuerzo extra estar al pendiente de los dos. Además William tenía deberes. Con el tiempo esa palabra se volvió una carga pesada. Sus deberes se incrementaban para que estuviera preparado para su futuro. Futuro del que no comprendía ni media palabra. Él no podía ocupar el lugar de su padre. Nadie podría hacerlo, al menos para él eso era imposible.
A lo largo de varios meses vio a su hermana sufrir altibajos en su salud. En ocasiones no se levantaba de la cama y en otras levemente recuperada los acompañaba al jardín. En esta ocasión estaba radiante, aseguraba que entre los balbuceos de Anthony había uno que sonaba exactamente la palabra mamá. Él no la escucho, pero nunca olvidaría la cara de su hermana cada vez que el pequeño la “repetía”.
Contrario a lo que su tía le recriminaba sobre que no le interesaba su futuro para William había un futuro que si le interesaba: ver a su hermana correr, reír y bailar como antes, que recuperara su antigua fuerza para perseguir a Anthony cuando empiece a caminar y que él este junto a ellos sin que eso signifique un desgaste más para ella.
No eran las visitas a su hermana lo que lo ponía triste, era tener que dejarlos para volver a casa donde se sentía tan solo. Daba un ultimo paseo cerca del bosque, no se dio cuenta que se había alejado tanto hasta que un chico lo alcanzo. Con alivio en su rostro le comento que habían movilizado a todo el personal de la casa para buscarlo.
Si William supiera lo que es la ironía, sabría aplicarla a estas ocasiones. En efecto todo el tiempo había mucha gente preocupándose por él y eso a veces lo hacia sentirse más solo.
El chico que lo encontró era un parlanchín, quiso saber porque prefería caminar cuando su habitación estaba llena de juguetes, libros y tantas cosas con las cuales entretenerse. William no tenia respuesta para eso, simplemente no le gustaba estar confinado entre 4 paredes. El chico interpreto su silencio a su manera y le dijo que cuando su hermanito creciera seguro tendría una compañía con quien jugar.
A William le produjo un extraño efecto esas palabras. Un acercamiento más a su realidad. Si no fuera huérfano cabría la posibilidad de más hermanos. Uso su voz más dura, la que empleaba para enfrentar a la tía Elroy cuando no estaba de acuerdo con ella y dejarle claro al chico que lo acompañaba que Anthony era su sobrino y que no tendría más hermanos puesto que era huérfano.
Para su acompañante eso no resultaba un impedimento. Le contó que él por un tiempo también fue huérfano, desde que recordaba había vivido en un hogar para huérfanos, a la espera de que alguien lo adoptara. Cosa que sucedió hace dos años, su nueva mama era la cocinera de la casa y ella pronto tendría un bebé propio que será su hermano. Eso despertó la curiosidad de William y averiguó que el hogar del que hablaba el chico estaba hacia el oeste en la falda de las montañas.
Cuanto mas se daba cuenta de lo que pasaba alrededor mas deseaba crecer, el hogar quedaba muy lejos, las primeras veces que intento llegar no logro salir de la propiedad Andrew y terminaba muy cansado, podía pedirle al chofer del auto que lo llevara pero él le avisaría a la niñera que a su vez le diría a la tía. Se propuso crecer y ser mas fuerte. Comía mucho y encontraba muchas formas de hacer ejercicio, la mayoría de las veces haciendo enojar a George para que lo persiguiera por un buen rato. También empezó a montar. Pero la idea de ir a caballo la desechó con el tiempo. Sería más notoria su ausencia y la de un caballo.
Hizo preguntas, observó los movimientos de la casa e hizo planes para eludir la vigilancia de la que siempre era objeto. Se levantó temprano, se aseguró que varias personas notaran su presencia al desayunar en la cocina y después anunció que estaría en su recamara. Esperó a que llegara el hombre que entregaba la leche y se escondió en su carreta, lo acercó a las faldas de las montañas pero no lo suficiente. Caminó un largo trecho más ya pensaba darse por vencido cuando subía la pendiente de una colina, pero cuando llego a la cima pudo ver lo que sin duda era el hogar. Había varios chicos jugando frente al edificio, algunos mayores que el, algunos menores. Bajó hasta ellos, leyó el letrero que anunciaba que ese era el Hogar de Pony y trató de hablar con los niños. Los chicos lo veían raro, uno de ellos fue a llamar a una religiosa y a ella le explicó que era huérfano y venía a quedarse con ellos. La mujer recorrió a William de pies a cabeza, notó la calidad de la ropa y ese monograma con el emblema del águila que todos en la región sabían que pertenecía a los Andrew. Le sonrió al pequeño y lo llevó a jugar con los demás, recomendándoles que no se alejaran para que estuvieran a tiempo para la comida y llamó a uno de los mayores dándole una serie de instrucciones.
El ruido de los cascos hizo que todos los chicos voltearan hacia los caballos que se acercaban. William se levantó del suelo, se sacudió el polvo que la última maniobra de lucha cuerpo a cuerpo le había dejado y miró hacia donde lo hacían los demás. Vio al hombre moreno apearse del caballo antes de que este se detuviera completamente apenas identificó la joven cabeza rubia. Se enfiló hacia él con el rostro desencajado pero que cambio en el instante mismo que el niño sonrió al reconocerlo y corrió en su dirección con los brazos extendidos. George lo recibió y dio varias vueltas con él en lo alto para después estrecharlo muy fuerte y pedirle contra su cabello que nunca vuelva a hacer algo así sin avisarle. William no puede hacer otra cosa que prometerle que así sería de ahora en adelante. William comprende que su lugar no es ahí en el instante mismo que siente el corazón de George tan acelerado como el suyo compartiendo una sensación similar a la que lo unía con su padre.
Se marchan después de dar las gracias por la hospitalidad recibida. George ofrecio un caballo a William, mismo que declino, sentia el deseo de cabalgar en las mina montura que el. Extender por mas tiempo el recuerdo de esta aventura.
Al lo largo del camino George escucho a William comentar como esos chicos a pesar de ser huérfanos como él y contar con el cuidado de dos señoras que se notaba que los querían mucho no eran como él. Sus ropas estaban remendadas y las tenían que compartir, los juguetes con los que contaban no alcanzaban para todos, no los llevaban de paseo y tenían que tender ellos mismos sus camas y lavar los platos en los que comian. Él muchas veces pensaba que contaba con cosas que creía innecesarias pero saber que esos niños estaban ahí porque no contaban con gente cercana como Pauna y Anthony, como la tía, aunque era muy severa siempre estaba cerca de él y también contaba con él, le agradeció tanto que lo hubiera venido a buscar, que siempre le hiciera ver las cosas de otro modo. Y también tenía a mas gente alrededor de él y aunque le molestara entendía que era para que no quedara tan desamparado como aquellos niños.
Muchas veces más volvió a la colina, con previo aviso a George. Desde ahí observaba a los chicos jugar. Cada año había ausencias y eso estaba bien porque sabia que habían encontrado un hogar. Su hermana se recuperó, no al cien por ciento como deseaba, pero si lo suficiente para organizarle una fiesta de despedida el día que se marchaba a estudiar a un internado. George se acercó para recordarle que era hora de ponerse en marcha. Pero William pidió unas horas mas, quería despedirse también de la colina. George lo acompañó y quedó al cuidado de los caballos cuando William subió a esa colina por ultima vez en mucho tiempo diciendo que únicamente tardaría unos minutos. No contaba con que encontraría a una niña llorando.