El asesor.
Por Sadness
Minificción, escrita especialmente para el Festival de fanficciones 2014.
Advertencia: situaciones o lenguaje pueden incomodar a personas sensibles a ello. Leer bajo tu propio riesgo.
Gusta de observarla, a través de sus espejuelos, como se lía con los problemas matemáticos.
Para él, es un verdadero suplicio no dar rienda suelta a esas carcajadas, que pugnaban por emerger, bulliciosas, escandalosas y libres.
Así, que la mayor parte que dura la asesoría lucha por mantenerse incólume ante los graciosos aspavientos que hace la chica.
La rubia, muerde de forma graciosa el lápiz, sosteniéndole en forma horizontal entre sus rosados labios la mayor parte de las veces, mientras mueve con una velocidad asombrosa los deditos, tratando de resolver algún algoritmo. Hace una breve pausa, mira de nuevo el ejercicio de sul libro, retoma el conteo con los dedos, y después de varios intentos, la frustración, caracterizada por ininteligibles sonidos guturales, y abriendo con desmesurada sorpresa sus enormes ojazos verdes, al tiempo, que se rasca la cabeza, cual criatura simiesca, para finalmente, emitir una sonora palabrota, que remata con un golpe al escritorio.
-¡MALDICIÓN, no, no otra vez! ¿Cómo es posible que el resultado no sea el correcto!- Explota la chica.
De inmediato, busca con la mirada a su asesor, lo pilla observándola en total silencio y arremete su frustración en contra de él:
-¿Qué tanto me miras?-En tono altisonante y levantando el puño de forma amenazadora.
-¡Sí, ya sé que soy hermosamente-guapa!- Cambiando el tono y su semblante.
Para el joven asesor eso fue el límite, no puede contenerse más y explota en sonora carcajada:
-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Qué graciosa eres! ¿Cómo se te ocurre que te esté admirando por hermosa? ¿Quién te dijo esa mentirota?- Ríe incontenible el joven.
La verdad, que sí, sí es la más hermosa a sus ojos. Y aunque, la chiquilla no pasa de ser una chica de belleza nada extraordinaria, pues, aún conserva un rollizo cuerpo infantil, bajita de estatura, poseedora de una rebelde melena rubia, la carita salpicada de pecas y dueña de unos hermosos ojos verdes que le hacen soñar.
-¡Grosero! En lugar de burlarte, deberías ayudarme a resolver este problema ¿Acaso, no es por eso que tía-abuela te designo mi asesor?- Le reprocha la jovencita con un pucherito, que derrite a cualquiera.
-Perdón, te externo mi más sincera disculpa- Responde de forma por demás formal el joven, para enseguida acudir hasta donde su discípula se encuentra
-A ver, dime ¿Qué es lo que no entiendes? – La chiquilla le señala donde radica su conflicto, explicándole la razón de su confusión. Él, ya no la escucha, se ve embargado por un fragante olor a rosas que se desprende de toda ella.
-Stear, ¿Me estas poniendo atención?- Tirándole de la solapa del saco -¡Sí, ya sé que mi belleza impacta y los vuelve mudos!- Sonríe, siguiendo la puya.
-Nada de eso- Se turba un momento, el joven, sintiendo que las mejillas le queman y le suben de color- Me deja mudo, que te enredes en algo tan sencillo- Ya recuperado de su turbación, arremete- Además, no seas engreída, ya te dije eso de hermosa es una gran mentira-
Ella, hace caso omiso y le toma de la mano. Ese contacto, provoca una descarga electrice en todo el cuerpo de Stear, algo que su razonamiento científico no puede explicar. Siente, como cada centímetro de su piel se eriza, sus ojos se dilatan, el pulso se le acelera y el corazón parece le va a estallar. Pero lo peor, es que siente un estremecimiento en su hasta entonces, dormida virilidad. Siente tanta tensión en esa parte, que más que agradable se va transformando un poco dolorosa.
-¡Vamos, Stear! Ayúdame por favor, ya es muy tarde y no he avanzado a estos ejercicios! Y temo, que de seguir así, no tendré tiempo libre esta tarde-
La voz de su prima, le devuelve a la realidad. La mira, pero ya no la observa con el candor primero de otras ocasiones, la ve más, hermosa aún, tan seductora…Algo ha cambiado en él, en la forma de percibirla a ella, ahora la mira con deseo. Y se avergüenza, ante este sentimiento tan desconocido para él.
-Stearcito por favooooooor, ayúdame. Y prometo hacer lo que quieras- Suplicaba la chica, ya harta de los problemas matemáticos.
-¿Lo que quie-ra? ¿Estas segura Candy?-Su mirada, antes dulce, proyectaba una fuerte carga lasciva. Que atemorizó a la rubia, sin saber el porqué.
-¡SÍ, LO QUE QUIERAS!- Olvidando ese temor que le dio observar en Stear esa mirada, tan desconocida para ella. Pero, le era más apremiante poder abandonar los libros y salir en libertad, que no dudo en absoluto.
-¿Segura que cumplirás? ¿Lo qué yo quiera?- Le atajó con un tono seductoramente incómodo.
-¡Lo prometo!- En tono solemne afirmo la rubia.
El joven trigueño, tomó asiento junto a su rubia prima, y mientras, explicaba una vez más, el problema matemático. Su mente elucubraba, ¿Cómo cobrarse el favorcito?
-¿Qué me dejé acariciarle sus piernas? ¡No, no es poco, además, como siempre anda trepando en los árboles, es posible admirarlas! Se relamía mental el joven.
Al fin, después de unos minutos, la duda de la rubia fue despejada y pudo resolver los ejercicios de forma correcta.
-¡Gracias, Stear, eres realmente un genio y un excelente asesor!- Le regalo con una radiante sonrisa al joven.
-De nada, Candy. Ahora, llegó el momento de cobrar el favor ¿Lo recuerdas? Lo prometiste- Apura el trigueño a la rubia.
-¡Por supuesto, yo siempre cumplo mis promesas!- Algo ofendida por la duda.
Stear rompe distancia entre la rubia y él. Esta actitud desconcierta a la chiquilla. Le rodea con un brazo el pequeño talle y la atrae, hacía él.
A ella, le incomoda, no la cercanía de sus cuerpos, sino la mirada lasciva en él. Y es que no la puede entender, pues en su inocencia, desconoce de éstas. Le pone nerviosa, nunca antes había percibido esa mirada en él.
Le desata los cordones de sus coletas y caen rubias cascadas sobre sus hombros - ¿Me vas a peinar Stear?- Interroga con la candidez que le caracteriza.
-¡Shhhht, no hables!- Le calla.
Le toma con fuerza de la barbilla, le hace daño sin querer -¡Stear, me lastimas! ¿Qué pretendes?- empiezan a correr incipientes lágrimas de sus hermosos ojazos.
Acerca su boca a los labios de ella, que trémulos aguardan un embate no deseado, pero una promesa, es una promesa y debe de ser cumplida.
Al punto de robarle un beso, el joven recula -¡Jajajajaja, no, no eres mi tipo! Te dije, que eso de ser la más hermosa, es una gran mentira Candy!- Recobrando su talante natural, ríe el trigueño y reprende a su prima –Y no olvides estudiar, para no deber favores- Abandonado apresuradamente el amplio salón y dejando en ascuas a la chiquilla.
Más tarde, en la privacidad de su habitación el joven alivia su ardorosa urgencia, de la única forma que lo hacen cualquier puberto, autosatisfacción. Eso, sí con una pequeña ayuda, la imagen en su hermosa y candorosa prima.
FIN