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Pasión En Alta Mar

Por: Alicia

Para: Black Emerald

14 febrero 2007

Foro Andrew

Capítulo 1

98, 99, 100…. Su madre se lo había dicho tantas veces… 100 cepilladas diarias harían que su larga y negra cabellera nunca dejara de brillar… aunque pensándolo bien, eso era lo único que brillaba en su vida… ¿qué hacer para cambiar?... con esos pensamientos se fue a dormir la heredera Britter, que a pesar de ser una hermosa muchacha, se sentía sola, triste y fea.

A la mañana siguiente, y después de haber dado vueltas toda la noche, decidió hacer algo con su vida… ella sabía que todos murmuraban a sus espaldas sobre su condición de “quedada” a pesar del compromiso que tenía con Archibald Andrew, y como no iban a hablar, si a sus 20 años aún no tenía fecha próxima para casarse y tal pareciera que su novio lo que buscaba era aplazar más y más el momento. ¿Quién iba a pensar que su mejor amiga, Candy, la que vivió incluso en un establo, la que desafió a todos y vivió con un hombre siendo soltera, ella, ya tenía 2 años casada nada menos que con William Andrew, el joven y guapo empresario que resultó además, su príncipe soñado? Además, vivía desde hace 1 año en la villa de Escocia, y aunque se escribían con frecuencia, eso hacía que se sintiera más sola y desprotegida… seguramente si ella estuviera en Chicago, ella ya tendría fecha de boda, o tal vez ya estaría casada y viviría en…

Archie debía estar preparando su examen, pero lo único que hacía era pensar… se sentía cansado de fingir, y al mismo tiempo con un compromiso social y moral muy pesado. Y sobre todo, le preocupaba lo que su prima pudiera decirle… eso era realmente lo más importante, ¿como hacerla entender?

–¡Basta! – El grito que salió de su boca la sorprendió hasta a ella misma e hizo que su madre corriera a su cuarto a preguntar si todo estaba bien. – Si mamá, es que había un frasco que no podía abrir pero ya todo está bien, discúlpame; por cierto, ¿no te molesta que vaya a visitar al Reverendo Jones verdad?, prometo no tardarme y estar lista para el té de la tarde en casa de Madam Lesot. Cuando se quedó sola, terminó por decidir lo que sería su vida a partir de ese día, y puso manos a la obra, sacó algo de su cajón y salió rápidamente hacia la parroquia. Casi al salir, llegó la mucama a entregarle una carta, ella la guardó en su bolso y salió.

Estuvo largo rato charlando con su confesor, el padre Jones. El la conocía bien, y sabía exactamente lo que atormentaba su espíritu, y siempre había dado buenos consejos, que hoy, por primera vez, estaba dispuesta a seguir. Salió con los ojos rojos e hinchados por el llanto pero sentía una paz que hacía mucho no sentía, y eso le daba un aura especial. Su chofer se preocupó un poco, pero ella le aseguró que estaba bien, y que necesitaba ir a la mansión Andrew, pues su… pues Sr. Archibald seguramente estaba allí y tenía que hablar con él de manera urgente.

Archie se sentía algo nervioso y no sabía a ciencia cierta porque, pero por más que lo intentaba no podía concentrarse. Iba a ser hora del almuerzo, así que decidió bajar a pedir algo de comer, y dejar el estudio para más tarde. En ese momento llegó George a informarle que la Srita. Britter había venido a visitarlo, y él, suspirando profundo se dirigió a recibir a su novia.

Al llegar al recibidor, notó algo distinto… se veía triste, seguro había llorado por los ojos un poco hinchados, pero al mismo tiempo se veía segura, y podía asegurar que estaba más linda que de costumbre. Llegó a ella y besó caballerosamente su mano y su mejilla, lo que hizo que ella se sonrojara. La invitó a almorzar, pero ella dijo que no, que en realidad llevaba un poco de prisa pero lo que tenía que hablar con él era muy importante. Pero que debía ser en privado. El la condujo al despacho de su tío, cerro la puerta y estaba mentalmente preparando la nueva excusa para aplazar su boda: la escuela, los exámenes finales, la tesis…

“Archi, yo se que tú no me amas, que si has estado conmigo por 7 años ha sido por un compromiso mal entendido y por tu inmensa caballerosidad y consideración hacia mi. Yo… yo creo que te amo, pero hoy he por fin aceptado que a quien debo amar más que a nadie es a mi, y que eso no puedo hacerlo obligándote a estar a mi lado. ¡Archi, te libero del compromiso que tienes conmigo!”... y con lágrimas en los ojos, pero con infinita seguridad de lo que hacía, puso en el escritorio el hermoso brillante que había recibido un mes antes que su amiga partiera a Escocia.

Archie estaba sin palabras, y ella como pudo tomó fuerzas para dejarle un último beso en sus labios, y salió aprisa de la mansión. Su chofer la esperaba y como el discreto empleado que era solo atinó a preguntar si ya era momento de regresar a su casa o si tenía otra diligencia antes. Ella no pensaba, solo sentía mucho dolor, y entonces recordó lo que Candy hacía cuando necesitaba consuelo, y pensó que tal vez era buena idea intentarlo… el chofer inició la marcha… A la Colina de Ponny por favor

Llegó justo a la hora del almuerzo, por lo que no había niños cerca. Ella no quiso entrar a saludar así que se dirigió al Padre Árbol y le pidió ayuda para no dar marcha atrás, para ser fuerte y seguir adelante con lo que había decidido, y lloró las últimas lágrimas por su amor frustrado, por su vida pasada llena de lujos pero vacía de esencia... entonces, al buscar algo para limpiarse, sintió una carta. Recordó a la mucama, y se rió al recordar la cara de la mucama al no dejar ni decirle quien era el remitente…

La abrió y la leyó con gusto y nostalgia a la vez, y entonces sus ojos brillaron, porque justo dicha carta le daba el pretexto perfecto para de una vez por todas dejar atrás todo lo que la atormentaba.

Regresó al coche más tranquila y hasta feliz, y le pidió a su chofer que la llevara a casa. No quería hacer enojar a su mamá y apenas tenía tiempo de llegar para arreglarse e ir a tomar te como cada semana…

En la noche, su mamá fue a comentar la tertulia, y a criticar un poco a las invitadas, sus ropas, sus peinados, y la loca moda que estaba queriendo entrar al país. ¡¡¡Qué horror pretender andar enseñando las piernas con vestidos a la pantorrilla!!! ¡¡Y esos cabellos cortos!! ¡A donde iban a parar! Seguramente después iban a querer usar pantalón, ¡¡o salir a trabajar como los hombres!! Ella la miró con ternura y le dijo que el mundo cambiaba, pero su mamá estaba tan mortificada que le deseó buenas noches y salió a comentar con su marido ¡¡que el fin del mundo seguro estaba próximo!!

Esa noche, nuevamente cepilló 100 veces su larga cabellera, se preparó para dormir, y en sus oraciones pidió a Dios que la acompañara en su decisión…

Capítulo 2

La Compañía Straford se une a la pena que embarga al primer Actor Terrius Grandchester y los invita a la misa que se celebrará en la Catedral de San Patricio para pedir por el eterno descanso de la Sra. Susana Grandchester y el pequeño Graham…

Todos los periódicos del día traían ese mensaje en la primera plana, y en la foto se podía ver a Terry con la mirada perdida haciendo guardia en medio de dos féretros blancos…

El estaba casado desde hacía 4 años con Susana, y pese a lo que todos los tabloides habían vaticinado, había sido muy feliz a su lado. Ella con su cariño y comprensión, había terminado por enseñarle a quererla, y habían tenido un hermoso hijo, Graham, que era la luz de su vida. Susana hacía todo por si misma, y con la prótesis de madera que Terry le había mandado hacer a medida, casi nadie notaba su discapacidad.

Esa mañana, todo había sido lo habitual, el desayuno entre risas y cariños con su familia, y luego un beso a cada uno como despedida para irse al teatro… solo recordaba que al salir había sentido una punzada en el costado, pero no le dio importancia. Toda la mañana estuvo ensayando. El estreno de la nueva obra lo tenía más atareado que de costumbre, ya que él haría 2 personajes, algo nunca visto y que lo consagraría aún más en su carrera de primer actor. A media mañana volvió a sentir la punzada en el costado, y pensó en su mujer e hijo. Supuso que era porque sabía que ese día Susana iría a visitar a su mamá y él siempre se preocupaba cuando ella salía sola, pero ella había insistido en ir sola con el chofer.

El ensayo continuó, hasta una hora más tarde cuando se escuchó el teléfono sonar… Terry sintió un escalofrío antes de que la secretaria contestara, y cuando la vio palidecer, supo que algo estaba mal, y entonces…

-- Sr. Grandchester…

-- ¿¡Que les pasó!?, ¿¡En donde están!?

-- Un hombre en estado de ebriedad chocó su coche, de lado donde iba su esposa… ella cubrió el cuerpo de Graham para protegerlo y recibió la mayor parte del impacto… ella… ella murió instantáneamente…

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-- Sr. Grandchester??

-- ¿¡Como está Graham!? ¿¡¡Como está mi hijo!!?

-- Está muy grave, está en el hospital St. Louis… Sr. Grandchester!! Espere!!!

Como pudo llegó al hospital, el tráfico era cada ves más pesado en el centro de la ciudad, y eso hizo atrasarlo un poco. Al llegar corrió a recepción casi tirando a los que quedaban frente a él, y gritando exigió ver a su hijo. Atrás de él llegó el Sr. Hattaway y como pudo lo calmó, y pidió los informes correspondientes. El chico estaba en quirófano. Sus heridas eran tan graves que no hubo tiempo ni de esperar por autorización. Estaban tratando de reparar el daño del impacto. Si estaba vivo ahora era debido al sacrificio de su mamá pero no sabían si sería suficiente.

Esas 3 horas fueron las más largas de su vida, y los siguientes instantes los más horribles de su existencia. Oyó las palabras del médico a lo lejos “Sr. Grandchester, Graham llegó en estado crítico, estuvo en la sala de operaciones por casi 3 horas, hicimos todo lo posible pero su corazón no pudo soportarlo y dejó de latir. Sr., su hijo acaba de fallecer, lo siento”. Las lágrimas rodaban por su cara. Su corazón se había roto de tal forma que ya no sentía nada, y al mismo tiempo se preguntaba falta tan grande estaba pagando para que le pasara esto… quería correr, irse, dejar de sufrir, quería golpear a alguien… pero no hizo nada, se quedó parado, soportando la noticia y haciendo los trámites necesarios para poder abrazar por última vez a su querida familia.

Unos días después del funeral, renunció a la obra a pesar que el estreno sería en pocas semanas, pero necesitaba alejarse por un tiempo. Cuando entregó la carta de renuncia, y contrario a lo que él esperaba, el Sr. Hattaway la recibió podría decirse que con gusto, y le dio todo su apoyo para que estuviera tranquilo y cuando hubiera superado el terrible momento y quisiera regresar, lo hiciera sabiendo que allí las puertas estarían siempre abiertas.

Los siguientes días fue a visitar a su mamá y a contarle sus planes, fue por última vez a la tumba de sus amores perdidos, y preparó poco equipaje. En realidad quería empezar de nuevo, desde cero, por lo que decidió ir al lugar donde hacía muchos años había sido tan feliz, donde había besado a su primer amor y donde había encontrado la paz con su madre. Compró los boletos de barco, despidió a los empleados domésticos y esperó la fecha para iniciar su viaje.

Capítulo 3

Annie no creía lo que estaba a punto de hacer. Llevaba toda la mañana comprandose ropa a la moda, y aunque rara, se sentía muy bien sin esos apretados corsettes y sin las estorbosas crinolinas. Ahora estaba en el prestigioso salón de Madam Lafille, a punto de hacer la locura más grande de su vida…

Cuando salió, el chofer casi no pudo reconocerla, ella estaba asustada, pero se sentía bien consigo misma, sabía que si iba a cambiar, debía hacerlo en todos los aspectos y la transformación física era solo una pequeña pero importante parte. Al salir, se dirigió a la estación, y compró un boleto de tren y uno de barco… En dos días más estaría abordando el majestuoso Queen Elizabeth, para ir al viaje en el que esperaba reinventarse y ser la mujer segura y decidida que deseaba. Y entonces tal vez Archie la valoraría y hasta se enamoraría de ella…

Al llegar a su casa, su madre sufrió un ataque de histeria. No paró de regañarla y reprocharle el parecer una mujer fácil, decía que Dios iba a condenarla, y preguntaba si todas sus enseñanzas sobre moral y buenas costumbres no habían servido de nada… Supuso que Candy seguramente tendría algo que ver, seguramente ella la había convencido. Annie quiso protestar y decir que aunque Candy no tenía nada que ver, tal vez hubiera sido bueno seguir su ejemplo, finalmente ella ya era la Sra. Andrew y ella una muchacha solterona y desdichada... la discusión siguió en el mismo tono, hasta que llegó su papá a apoyarla y a calmar a su mamá. El la escuchó, y entendió su deseo de cambiar, e incluso apoyó su decisión de romper su compromiso con el joven Andrew. Incluso le dijo que sería él quien informaría a su madre sobre esa decisión para que no tuviera más problemas.

Ella confió a él sus temores, y le contó a donde se dirigía. El Sr. Britter se alegró por ella, y le reiteró su apoyo y sus bendiciones. Y prometió irla a despedir a la estación a la mañana siguiente. Luego, ella empacó sus nuevos vestidos, algunas cosas personales y se fue a la cama, aunque no pudo dormir mucho, tenía muchas cosas dándole vueltas en la cabeza, muchas dudas y muchos miedos. Incluso estuvo a punto de tirar todo por la borda, y escribió una carta a Archie donde le pedía disculpas y le pedía que regresaran, pero al final la rompió y se reprochó su falta de decisión, y al mimo tiempo se prometió a si misma cumplir su sueño de cambiar le costase lo que le costase. Sabía que primero tendría que enamorarse de ella misma, y después regresaría renovada y solo entonces, si todavía valía la pena, buscaría a Archie.

El viaje en tren fue agradable, incluso llegó a salir a la terraza del carro comedor para sentir el viento fresco en su cara, y para apreciar el paisaje que de alguna forma, le hablaba de esperanza. Al tercer día llegó a Nueva Cork, ciudad mucho más ruidosa y congestionada que el mismo Chicago. La esperaba un chofer contratado por su padre en Chicago, quien la llevó a registrarse al hotel y después al puerto a confirmar su registro. Por la tarde paseó un poco a pie por el centro de Manhattan, tomó un café en una cafetería frente al Central Park, y compró unos vestidos de noche, que aunque parecieran atrevidos, le sentaban bastante bien. Temprano por la noche, estaba cenando en el hotel y luego a dormir, ya que al siguiente día temprano tenía que llegar al puerto a Abordar el majestuoso Queen Elizabeth que la llevaría a enfrentar su propio destino, aunque de eso ella misma no estaba tan segura.

La mañana estaba soleada. La primavera no tardaba en llegar y eso hacía que el viaje se supusiera más agradable. Llegó temprano a registrase y dejar su equipaje. Después fue a conocer a la mucama que había sido asignada para que la asistiera en el viaje y entonces se despidió de él, agradeciendo sus atenciones. Una vez que él se había marchado, también dio las gracias a la mucama, pero le dijo que este viaje debía hacerlo totalmente sola, sino no cumpliría el objetivo del mismo. Le pagó el sueldo íntegro por lo que hubiera sido la duración de sus servicios, y entonces subió a cubierta, justo a tiempo para saludar a los que habían ido a despedir el barco, y se sintió feliz. Vio a la estatua de la libertad, y se dijo a si misma que este debía ser justo eso, su viaje a la libertad-

Capítulo 4

Se despertó temprano… no sabía si hacía lo correcto, pero sabía que si no escapaba, iba a terminar borracho en cualquier bar de mala muerte, y eso era algo que una vez prometió no volver a vivir… Abrió la cortina y vio el sol en todo su esplendor, y hasta logró imaginar el canto de los pájaros de un nido que alcanzó a ver a través del vidrio.

Se vistió con calma, tomó un ligero desayuno: jugo, café y un pan tostado. Sentía hormigas en el estómago, y se enojaba consigo mismo por eso. Era ya un hombre hecho y derecho, ¿cómo podía un simple viaje ponerlo así?...

No quería llevar mucho equipaje, pero sabía que sería reconocido y decidió llevar un par de trajes de gala por cualquier cena a la que tuviera que asistir, también llevó unos cuantos trajes casuales para pasar los 7 días que duraría el viaje.

Llegó un poco tarde al puerto, y agradeció el ser figura pública, ya que de otra forma seguro hubiera perdido el barco. Iba subiendo a cubierta cuando se fijó en una muchacha… le recordaba a alguien, pero no pudo recordar a quien. Se veía feliz, y trató de ver de quien se despedía con tanto esmero. Supuso que de su marido pero no logró ver a nadie en puerto, además, que marido dejaría ir sola a una esposa tan hermosa… “¿Qué pasa contigo Terrius? Acabas de enviudar y ya estas fijándote en otra mujer… mejor ve a tu camarote y deja de pensar tonterías”…

Por la tarde, antes de la cena, la cual era llamada “Cena del Capitán” por ser la primera del viaje, decidió dar un paseo por cubierta. Día a día iba superando más la partida de su familia, y se sorprendió de sentirse tranquilo y en paz consigo mismo. Sentía la brisa marina en su cara, y el viento hacía que su cabello, el cual llevaba un poco más recortado que en la adolescencia, se moviera de una forma que le daba un toque tan sensual, que más de una jovencita, y no tan jovencita volteara discretamente a verlo pasar. De pronto, al otro lado de la cubierta, volvió a ver a la muchacha del cabello corto… parecía un ángel. Hacía mucho que nadie le atraía tanto, y al mismo tiempo le recordaba a alguien, pero no sabía a quien. Estaba pensando si acercarse o no, y decidió hacerlo, pero en ese momento ella se alejó, iba a seguirla llegó un marinero a avisarle que la cena empezaría en 20 minutos, así que tuvo que apresurarse a su camarote para preparase. Pero mientras lo hacía, no podía dejar de pensar en ella, y decidió que la buscaría en la cena…

Viéndose en el espejo, terminando de arreglarse, le gustó lo que vio. Hacía mucho no se sentía así, pero es que la mirada que había sentido posada en su cuerpo, la había hecho sentir hormigas en su cuerpo. Archi nunca la había visto así. Ella suponía que era por respeto, pero ahora entendía que no, que simplemente no había pasión en él, al menos, no hacia ella. En cambio ese caballero casi la había desnudado con solo verla… le recordaba a alguien, y sin duda era muy buen mozo, pero, quien sería?...

--Toc Toc—Srita., la cena está por empezar -- “Voy enseguida, gracias por avisar!”… Rápido volvió a verse en el espejo, y después de un par de retoques se encontró lista para esa primera cena en el Queen Elizabeth. Llegó y casi todos los hombres voltearon a verla, y no era solo el sensual escote y elegante vestuario, sino su aire de inocencia y sensualidad, aunado a un aire de seguridad que la envolvía y la hacía estar aún más atractiva.

Ella se sentó en la mesa del capitán, y fue justamente la dama que junto a él abrió el baile… de pronto en una vuelta, vio nuevamente al caballero… que guapo estaba esa noche!...

---¿¿Terrius Grandchester?? ¿¿Eres tú?? Vaya que has cambiado…

--- Srita… ¿? Disculpe pero no la recuerdo… aunque si desea un autógrafo…

--- Jajaja… Terry, vaya, no cambias… bueno, no estás tan engreído como en el San Pablo… en fin, no quiero tu autógrafo, aunque se que eres un reconocido actor de Brodway… en realidad solo vine a saludarte… ¿¿como has estado??

---

--- Vaya! Veo que en realidad no me reconoces… soy Annie Britter, ahora si me recuerdas?

--- ¡¡¡Annie Britter!!! ¡Wow! Vaya que estás cambiada, por cierto, te sienta muy bien el corte de cabello… y dime, ¿donde dejaste al bonito de Archibald? No me digas que dejó viajar sola a una dama tan hermosa??

--- Bien Terry, pues… Archi y yo… eh… ya no… ya no estamos juntos… por eso estoy viajando, para reencontrarme y decidir que quiero hacer con mi vida de ahora en adelante… y tú, viajas por trabajo?

--- No Annie, también viajo para reinventarme… también mi vida ha sufrido cambios drásticos últimamente… estoy solo y necesitaba realizar este viaje para no volverme loco…

El resto de la cena la pasaron juntos, platicaron, bailaron… tal pareciera que fueran los mejores amigos del mundo… y no solo fue así la cena, sino el resto del viaje… desayunaban, comían y cenaban juntos, y platicaban mucho de sus vidas, de su pasado, de sus historias…

Capítulo 5

Se sentía melancólica… esa iba a ser la última noche en el barco, y había un halo de tristeza en su ser que no podía explicar… todo el desayuno y la mañana estuvo callada, y Terry no entendía bien que le pasaba, pero como él mismo se sentía un poco extraño, no sabía como abordarla… Estaba en esas cavilaciones cuando llegó el capitán para recordarles la fiesta de esa noche, ya que al siguiente día por la tarde llegarían a puerto… ellos agradecieron el recordatorio, y Terry le preguntó a Annie si quería ser su pareja esa noche? Ella le dijo que no podría asistir con nadie más, ya que junto a él se sentía plena y auténtica… de pronto, volvió a sentirse feliz, porque iba a ser oficialmente su pareja…

El resto del día pasó sin contratiempos, y se despidieron temprano para arreglarse. Ella se esmeró de forma especial en su arreglo y quedó guapísima… pero casi se desmaya cuando lo vio llegar por ella a su camarote. Estaba impecable en su traje de lino, y llevaba un sombrero que le daba un toque sensual y misterioso… aunque él no quedó menos sorprendido… el beso que depositó en su palma estuvo lleno de sensualidad y erotismo, al grado que hizo que ella se estremeciera toda, y deseara cosas que una muchacha decente no debería desear…

La fiesta estaba en su apogeo, el baile espectacular y la comida y bebida al por mayor… ella estaba un poco mareada por el baile y la champagne, y pidió a Terry salir un momento a la cubierta para refrescarse… El aceptó, y cuando llegaron ella estaba radiante aunque un poco agitada… Sus pechos se movían acorde a su acelerada respiración, y Terry sintió un enorme deseo de besarla y tocarla, pero como pudo se resistió… En ese momento, él fue el sorprendido al sentir los labios de Annie pegarse a los suyos… el beso fue intenso pero muy inocente… al terminar, ella estaba toda sonrojada, pero no apartó la vista de él en ningún momento… le preguntó que si se arrepentía, porque ella no, y como respuesta él le dio un beso que le quitó el aliento… La hizo sentir cosas que nunca había sentido, la hizo desear sentir más, gozar más… con la mirada, Terry le propuso tantas cosas, mismas que ella aceptó regalándole la más bella sonrisa… sin decir palabras pero diciendo miles con la mirada, ambos escaparon hacia el camarote de ella, y al llegar empezaron nuevamente el ritual de besos, caricias y miradas ardientes y llenas de pasión…

Poco a poco, los besos se hacían más intensos, y eso hacía que la ropa estorbara… las cintas del vestido, el saco y pantalón de lino, toda la ropa fue cayendo al piso sin prisa pero sin pausa… ella sentía miedo, pero al mismo tiempo un deseo tan grande que le daba la fuerza para seguir la exploración…

Terry se portaba como el más galante de los amantes, iba poco a poco, enseñándola a reconocer su propio cuerpo y a tocarlo donde debía para darle placer también a él… Annie no supo como pero de pronto se encontró desnuda, recostada en el chifonnier de su camarote, y Terry estaba embelezado observándola… poco a poco empezó a tocarla y a besarla empezando en sus pies, sus piernas, sus muslos… ella quería sentir sus labios en su intimidad, pero él se separó y entonces besó su cara, sus orejas, su cuello, su boca… siguió besando y lamiendo sus hombros, sus brazos, su estómago, su ombligo,… de pronto, ella sintió intensas descargas al sentir los labios masculinos en sus pezones. No atinó a hacer nada más que cerrar los ojos y entregarse a esas nuevas sensaciones. De repente oía gritos y gemidos que descubría propios. Entonces Terry se separó de sus senos… ella sintió un vacío enorme y quiso que él continuara, pero él besó sus labios, y entonces bajó a su entrepierna y empezó a lamer su clítoris… Ella explotó en un placer nunca vivido… sentía explosiones en todo su cuerpo y era un sentimiento nunca experimentado, no quería que se separara, pero al mismo tiempo quería sentirlo más y más profundamente… Terry seguía su húmeda exploración, y con las manos no descuidaba los senos… Annie estaba literalmente en las nubes. Nunca se había sentido tan plena… entonces, él tomo su mano y la hizo sentir su erección. Se sentía duro, pero muy muy suave, e instintivamente comenzó a acariciar el miembro masculino con movimientos rítmicos de arriba hacia abajo, al principio lentamente, y poco a poco fue aumentando la velocidad… Terry estaba a punto del orgasmo, y como pudo logró cambiar su posición para que ella le diera placer con la boca y lengua… ella al ver aquel pene que hasta parecía tener vida propia, empezó a chupar, lamer, besar y hasta dar pequeños mordiscos… Terry estaba extasiado. ¿Quién pensaría que aquella muchacha virgen tendría tanta sensualidad y sería capaz de dar un placer como el que sentía en ese momento?... tuvo que hacer uso de todo su poder de autocontrol para no terminar en su boca… volvió a cambiar de posición y acomodó el cuerpo de Annie para tener libertad de penetrarla de forma que ella no sintiera tanto dolor, aunque con la rutina de juegos que habían tenido, ella estaba bastante preparada… la vio con sus profundos ojos azules y le dio un beso, entonces empujó y sintió cuando la delicada tela se rompió… Annie casi rasga el tapiz con sus manos al sentir el dolor de la primera vez, pero Terry supo ir calmando poco a poco el dolor, con besos, caricias en sus senos y clítoris, y con tiempo… minutos después, ambos estaban sumergidos en el más maravilloso baile corporal, el cual los hacía sentirse más y más en las nubes… De pronto, la explosión total, ambos lograron un gran orgasmo que los dejó exhaustos pero plenos… con ganas de llorar, de abrazar, de besar y de repetir la experiencia hasta la muerte de ser necesario…

Capítulo 6

Después de la tormenta, dicen, viene la calma, y así fue en ese camarote ese día… poco a poco fueron calmándose sus corazones y la respiración fue haciéndose más rítmica y pausada hasta que se quedaron dormidos…

Aún no amanecía cuando Terry se despidió con un beso y se fue a su camarote, para no poner en entredicho la reputación de Annie… ella despertó con los rayos del Sol, y se sintió feliz. No tenía culpa ni remordimiento, al contrario. Nunca se había sentido tan plena, tan deseada y con la seguridad que da el sentirse una mujer en toda la extensión de la palabra…

Se arregló con pausa, poniendo interés en cada una de las facciones de su cara. Quería verse así como se sentía, como una mujer… se perfumó, y estuvo lista para la hora de salir a cubierta a saludar a los que habían ido al puerto a recibir el barco… no veía nada ya que el Sol le daba en la cara, pero saludaba radiante… pensó en lo distinta que era y solo habían pasado apenas 7 días del inicio de su viaje….

De pronto la vio, estaba radiante al lado de su caballero, y lucía un traje que la hacía lucir al máximo sus 7 meses de embarazo. Candy la abrazó en cuanto puso un pie en el puerto, y le agradeció haber venido a acompañarla a recibir al primogénito de la nueva generación Andrew…

Después de saludar a Albert y de esperar por su equipaje, caminaron hacia el coche que los esperaba, y por un segundo logró cruzar miradas con Terry. Allí pudieron agradecer la noche de pasión, agradecer la enseñanza de saberse seres humanos completos y de despedirse con la conciencia de que aunque no volvieran a verse, serían parte ¡importantísima de la historia personal de cada uno.

Terry por su parte, llegó con el chofer que su padre había mandado para llevarlo a la Villa Grandchester, donde él había decidido pasar sus últimos años, y a donde Terry había sido invitado para clamar un poco la pena por la pérdida de su familia.

Candy estuvo a punto de mandar una carta urgente a Archie cuando supo que él y Annie habían terminado, pero ésta pudo convencerla de no hacerlo, explicándole varias veces que era lo mejor que podía pasar, que una relación de pareja no puede establecerse sin amor y que ahora lo más importante para ella era aprender a quererse para así lograr ser querida por alguien que mereciera el gran tesoro que significaba su amor.

Su estancia en la Villa Andrew fue hermosa, recordó viejos tiempos de escuela, estuvo al lado de su amiga en sus últimos meses de embarazo, y vio la maravillosa expresión de la rubia al tener por primera vez en brazos a su hijo. Vio la devoción de Albert hacia su esposa y hacia su hijo, y decidió que ella quería justo eso, quería amor en su vida, quería plenitud y confianza…

Estuvo con Candy y Albert por varios meses, y después viajó a Paris donde se inscribió en la universidad, a pesar de la gran oposición que obtuvo de sus madre. Se graduó como una gran socióloga y escribió algunas cosas referentes a la dignidad femenina, incluso fundó una asociación para la dignificación de la mujer, y entonces después de varios años regresó a Chicago. Archie ya tenía un año de casado y estaba esperando a su primer hijo. Ella ya había cerrado esa herida, así que como el amigo que recordaba, lo felicitó sinceramente y le deseó lo mejor para su familia.

Terry estuvo algún tiempo en la Villa Grandchester, acompañando a su padre, con quien finalmente logró encontrar paz y armonía. Empezó a trabajar en Londres, a donde viajaba cuando era necesaria alguna presentación, pero siempre regresando a su padre. Ya había perdido suficiente tiempo y no deseaba desperdiciar los años que aún le quedaban por disfrutarlo. El haber perdido a su hijo tan pronto, había hecho que cambiara su perspectiva en cuanto a su padre.

En cuanto al amor, seguía solo, pero sabía que en algún lugar había alguien especial esperando por él, solo que no quería apresurarse. Quería volver a amar pero esta vez sin presiones, sin prisas y sin remordimientos.

Varios años después, su padre falleció y él regresó a Nueva York a trabajar en Broadway. El regreso fue espectacular, y su fama se hizo aún más grande. Empezó otra vez con obras interpretando papeles importantes, lo cual lo hacía sentirse muy bien. Empezaron las giras alrededor de Estados Unidos…

Boston era una ciudad hermosa, llena de bellas universidades y cultura. Annie estaba sentada en una pequeña cafetería leyendo lo que sería su ponencia en la universidad, cuando de pronto sintió un olor que la hizo evocar una noche de pasión única en su vida. Se sintió nerviosa y hasta se sonrojó. Intentó seguir leyendo pero el olor no la dejaba concentrarse en nada más…

Terry tenía presentación de su obra más reciente en Boston, y después de un largo día de ensayos, decidió caminar por la ciudad para despejar su mente. Al pasar por una cafetería, la vio. Estaba hermosa con su cabello corto y ese vestido a la moda le sentaba de maravilla. Recordó lo vivido hacía varios años, y casi volvió a sentir con igual intensidad que aquella noche. No estaba seguro de acercarse o no, pero decidió hacer el intento; quien sabía lo que el destino podría depararles…

--- Hola Annie, ¿te acuerdas de mi?

--- Hola Terry, claro que te recuerdo, ¿como has estado?

--- Puedo sentarme un momento?

--- Claro, tomate un café y cuéntame ¿que has hecho este tiempo?...

Ninguno sabía si esto era simplemente una charla entre viejos conocidos o si era el inicio de algo más profundo, pero ambos estaban convencidos de que el que no arriesga no gana, y que la pasión que ambos habían experimentado juntos nunca más habían vuelto a sentirla. ¿Se repetiría?

FIN