Fiesta Privada
por Fran
Regalo para Poule
Dic 2007
El timbre suena y Poule va dando brincos a abrir la puerta. Derrocha alegría, es su cumpleaños y la han visitado un sin fin de amigos, sabe que pronto alguien llegará y la querrá llevar con engaños a una fiesta sorpresa, pero ya casi son las 10 de la noche y todos o casi todos sus amigos se han pasado por su casa y nadie ha dicho nada. Tal vez le traigan la fiesta a su casa.
Abre con una descomunal sonrisa y los ojos de Albert brillan al ver el recibimiento. La toma en sus brazos y le da un fuerte abrazo al tiempo que la felicita. Lo invita a pasar y cuando está a punto de cerrar la puerta descubre a un chico de lentes perdido mirando los números de las puertas. ¡Stear! Lo llama y él se alegra al reconocerla.
─ Caramba sólo me dijiste que vivías en el piso 7 pero no en que departamento y yo queriendo darte una sorpresa.
─ Estoy sorprendida, en serio no esperaba verte aquí
─ ¡Cómo perderme tu cumpleaños!. ¡¡Felicidades.!! - ve el movimiento que hace Albert dentro y debe preguntar si no interrumpe alguna fiesta privada
─ ¡Qué más quisiera! Pero no hay tal fiesta - también lo invita a pasar y quiere presentarlos cuando recuerda que son de la misma familia y es probable que haya coincidido con ambos en alguna parte, pero a veces es tan distraída que olvida cosas como esa.
Albert y Stear se abrazan nada más verse, por casualidad ambos están en la ciudad y por casualidad también recordaron un poco tarde el cumpleaños de su gran amiga. Poule finge molestarse por no estar más tiempo en sus pensamientos y ellos la intentan compensar prometiéndole que esta noche serán totalmente suyos y la llevarán a celebrar un cumpleaños que sea inolvidable para ella.
Para Poule no hay nada mejor que pasar su cumpleaños en compañía de los dos chicos que más le gustan. Los conoce por separado y no puede decidir cual de los dos le gusta más. Son tan diferentes entre sí que entiende como al no haber punto de comparación cada uno llena sus expectativas.
Albert es alto, rubio, de ojos azules, una sonrisa deslumbrante, todo él es mucha luz. La tranquiliza y eso es raro porque ella es como un el conejito de las pilas que nunca para. Su sentido del humor es muy sosegado, reservado y hasta un poco enigmático, extremadamente confiado, inspira seguridad. Stear por el contrario es moreno, cabello oscuro, ojos color chocolate, sonrisa de esas que parece que siempre se están disculpando, brilla y se apaga como un foquito de navidad. Espontáneo, extrovertido e imprudente. Pierde la concentración tan fácilmente como ella, se ríen a carcajadas cada vez que les sucede y lo encuentra reconfortante, como si no hubiera nunca que dar explicaciones por ser como es.
Sabe que les pediría a ambos. Un trío. Nunca fue más perfecta la situación pero cosa extraña en ella, no encuentra el valor para pedirlo y su cerebro se llena de imágenes de ellos 3 en una misma cama, retorciéndose y respirando agitadamente, llenos de sudor y besos y mucho más que besos.
─ ¡¡Hagámoslo!!
─ ¿Qué es lo que quieres que hagamos? - y la pervertidora #1 se siente tímida ante un deseo que le emociona tanto como le asusta y es que también le gustaría que fueran ellos quienes la pervirtieran. Se ríe de si misma y se promete darles un poco más de tiempo para conocerlos y sobre todo que la conozcan mejor para proponerlo.
─ ¡Vámonos de fiesta! Que me vean con los hombres mas guapos del planeta y se mueran de envidia
A Albert y Stear les divierte mucho la idea, secundan a Poule en todas sus locuras como caminar los tres abrazados en medio de las calles o preguntar en las tiendas que aun encuentran abiertas si tienen películas pornográficas. Recorren los sitios de moda a un ritmo vertiginoso, apenas beben, una copa por sitio y a veces ni la terminan pero Poule se siente embriagada, sólo borracha y delirando o en sus sueños lo pasaría tan bien, estableciendo ella las condiciones y sabe que dormida no está. Convencerlos para bailar arriba de las mesas no es nada difícil. Responden a sus coqueteos, cooperan cuando intenta escandalizar a los que ya escandalizados por el alborozo que traen no dejan de mirarlos con reprobación. Se acarician sobre la ropa, se acercan mucho, se rozan, se provocan. Cuando las demás mujeres posan sus ojos en cualquiera de sus chicos o en ambos a Poule le da por marcar su territorio y dejar muy claro que ambos son de su propiedad, al menos está noche.
Algunos bares empiezan a cerrar y cuando ya son dos seguidos en los que les niegan la entrada piensan en volver a casa. Stear apunta que su departamento está muy cerca y pueden beber un par de cervezas antes de despedirse. Todos de acuerdo se dirigen al exclusivo conjunto residencial donde vive Stear.
El departamento es grande o al menos lo parece por fuera, por dentro apenas hay espacio para que alguien pueda vivir ahí. Stear explica que se debe a que ocupa la mayor parte para su laboratorio de investigación. Hay una barra que sirve de comedor y divide la cocina de la sala. Poule se sienta sobre ella, hasta tiene planes para hacer pasarela o mejor aun que ellos la hagan para ella. Albert se recarga en el respaldo del sofá para quedar frente a ella y Stear da la vuelta a la barra para sacar las cervezas del refrigerador. Les da una a cada uno y con el control en la mano enciende la música y pregunta al mismo tiempo si prefieren ver algo en la tv, para Poule escuchar el tema de Coldplay hace que quede conforme con la música, para ellos hoy todo lo que Poule diga, se hará.
Mientras Albert se muestra tranquilo, siguiendo la conversación brillantemente, Stear se mueve inquieto de un lado a otro como si no supiera estar ni en su propia casa.
Poule lleva la platica, preguntando cosas de ambos, de la familia y de cómo se llevan entre ellos. Ellos son amables y educados en sus respuestas, hacen chistes el uno con el otro pero se ve que se llevan estupendamente entre ellos que Poule tiene que exclamar sobre lo cariñosos que son, sobre todo con ella, algo que piensa nunca podrá agradecerles lo suficiente. Se miran entre ellos, Albert murmura que no sabe cuan cariñosos pueden llegar a ser a veces. Poule cree que es parte de la broma y en tono inocente les pregunta si dan cariño con besos y todo. Stear responde con un exultante desde luego, la expresión de Poule debe decir algo así como "aja, seguro, lo que ustedes digan" porque ellos reaccionan modo "pero niña la duda ofende" y no tardan en entrar en una divertida discusión sobre que tan dispuestos están a confirmar sus palabras con hechos.
Stear elige ser el primero, se coloca entre las piernas de Poule, toma sus manos y junto con las de él las pone a ambos lados de su cuerpo sobre la barra. El beso es lento, tranquilo, una caricia suave, que no deja de explorar ni de moverse sobre sus labios ni un solo segundo a un ritmo mesurado. Jamás hubiera esperado que Stear besara de esa manera, el chico es todo energía e impulso, si lo hubiera pensado se habría equivocado, después deja de pensar, la fluidez del beso licua todo su cuerpo. Busca hacerlo más profundo e intenso, arquea su cuerpo intentando un mayor contacto. Pero Stear mantiene todo el tiempo la distancia y sus manos impiden a las suyas moverse. Con la misma sutileza se separa, la mira y ella le dirige una mirada de frustración. Stear cede el turno a Albert.
Poule ni siquiera le da tiempo de acomodarse, lo cerca entre sus piernas y lo toma por la nuca para que no intente jugar con ella de la misma manera que Stear. No hacia falta el beso de Albert es todo pasión y fuego, les consume el oxigeno en un tiempo record y cuando se tienen que separar, Albert la sostiene entre sus brazos mientras ella trata de recuperar el aliento. Stear dice algo como Wowja o Ajua. Albert le pregunta si estaba mirando para aprender.
La risa de Stear es contagiosa, niega con la cabeza y se sube de un salto a la barra. Asegura que él es de los que aprenden con la practica. Se coloca tras Poule, se arrodilla y acomoda su cuerpo en torno al de ella, tomándola por la cintura y besando el punto donde se unen su cuello y su hombro. Poule reacciona instantáneamente aspirando a grandes bocanadas, Albert la mira unos breves instantes antes de volver a tomar su boca.
Stear cubre su cuello, nuca y hombros de besos, se concentra en puntos que le provocan a ella temblores en todo el cuerpo y sus manos no se quedan quietas en su cintura, se extienden por su estomago debajo de su blusa y van en camino seguro a sus senos.
Las manos de Albert se apoyaban en un principio en sus muslos, pero han ascendido por debajo de su falda, sus dedos rozan su ropa interior. Entre ellos no dejan de hablar, de comparar, es "mira como vibra con un beso aquí", "oye como se acelera su respiración si mi dedo se desliza por aquí", "el que la haga gemir mas alto va por las cervezas" y por ultimo se les ocurre comprobar al mismo tiempo cuan duros se han puesto sus pezones. Stear contorsionando su cuerpo por encima del hombro izquierdo de Poule ha soltado al parecer con los dientes los botones de su blusa para dejar al descubierto su seno. Albert por su parte había humedecido su blusa por mordisquear por encima de ella su seno derecho.
Atrapada entre ambos cuerpos envuelve la cintura de Albert con sus piernas para atraerlo mas hacia a ella, hunde los dedos de cada mano en una cabellera distinta mientras ondula levemente su cuerpo para forzar mas el contacto de su espalda con el pecho de Stear y su entrepierna.
Una mano de Stear anda a ciegas por la pierna de Poule, pero Albert la guía junto con la suya bajo la ropa interior, en un momento se mueven independientes una de la otra, pero se ponen de acuerdo para introducir sus dedos en el húmedo interior de Poule que entre gemidos sollozantes dice sus nombres juntos como si fueran uno solo "Stearalbert" "Albertstear" y palabras inconexas "más... quiero... sean buenos, no me desesperen... un poquito más... así, así...", no podía pensar coherentemente ni tampoco sabía que hacer con sus manos, dos eran insuficientes para tocar los músculos de sus amigos, quería deslizarlas por su piel, aprovechando que la humedad de la transpiración en ambos lo facilitaba. Acariciar, tocar, arañar y sentir. De pronto toda esa necesidad exploto y se esparció por todo su cuerpo dejándola envuelta en una nube de placer y tan satisfecha que si fuera una gatita, estaría ronroneando. Albert la acuna en su pecho y Stear se semirecuesta en la barra tras ella, verlos es todo un espectáculo, sus labios ligeramente inflamados y sus ojos oscuros y dilatados, brillando como nunca los había visto.
Albert la mira, sonríe a medias y pregunta si la convencieron.
─ No me cabe duda que son muy cariñosos y generosos...
─ Desde niños nos enseñaron a compartir - apunta Stear con orgullo
─ Sin embargo creo que necesitaría hacer mas pruebas
─ ¡¡Eres de las mías!! - Stear con su típico entusiasmo baja de la barra y con una sonrisa llena de perversas intenciones les pide que lo acompañen a su "laboratorio". La puerta por la que desaparecen los lleva a la recamara dominada por una enorme cama Kingsize.